Hace días leímos un artículo del maestro Jesús Manuel Acuña Méndez, donde nos platica de su experiencia al acercarse a la burocracia en la oficina que dirige. Plantea su preocupación respecto a la percepción que el personal de base pudiera tener respecto al nuevo gobierno, acostumbrados históricamente a escuchar cada seis años los mismos propósitos, con los resultados que todos conocemos y platica de la necesidad de promover optimismo para revertir sus inercias conductuales. De igual manera observa que la palabra “cambio” podría ser poco efectiva al oído de muchos para nombrar la intencionalidad del nuevo gobierno.
Coincido en todo, una cualidad de la base trabajadora en toda institución es la resistencia y el escepticismo.
Respecto a lo anterior, hemos observado que una gran tarea de la 4T ha sido y seguirá siendo resignificar instituciones, actos, obras, objetos y sin duda, las palabras. Ha sido genial, por ejemplo, resucitar el águila juarista; o cambiarle la letra a la canción que estoy escuchando mientras escribo y deberían poner de fondo ustedes mientras leen este texto; convertir Los Pinos en un museo al egocentrismo y al mismo tiempo en casa del pueblo; dejar de usar el avión presidencial o dialogar todos los días, en vivo y en directo, con la prensa para resignificar su papel como mediador entre los poderes y el pueblo.
Volviendo al punto, considero que para darle vida al concepto cambio es posible acudir a las teorías de la innovación, donde adquiere profundidad semántica y especial significado.
Estas teorías, además de estudiar el éxito o el fracaso en la implementación de cualquier proyecto, sirven para planificar e implementar programas en todo ámbito de gobierno y empresa. Por ello son oro molido en un marco de austeridad y vigilancia que exige cuentas claras.
Ideas geniales van y vienen en cada gobierno y en toda institución, lamentablemente en México la historia de proyectos innovadores en la administración pública es también una historia de fracasos.
En educación hay muchos ejemplos. Recuerdo que en la maestría en Innovación Educativa analizamos el caso de la Enciclomedia de Vicente Fox y pudimos anticipar un fracaso que al final fue estrepitoso: se invirtieron 23 millones 498 mil pesos en tecnología que se volvió obsoleta antes de generar algún beneficio en los niños estudiantes.
El error del gobierno de Fox fue invertir mucho billete en alta tecnología para las escuelas, sin considerar que en esa época ni siquiera estaban conectadas a internet, otras no tenían energía eléctrica o mesabancos, miles de maestros carecían de habilidades para su aplicación y ni siquiera había materiales didácticos suficientes para su uso. Hagamos de cuenta que se compraron pantallas para que los niños las vieran, pero apagadas.
Faltó noción clara de la complejidad del proceso innovador: lo cultural, lo político, lo axiológico, el contexto de cada aula, lo evaluativo y muy importante, el factor humano, esas personas que igual pueden emocionarse con la propuesta si se les involucra efectiva y afectivamente o convertirse en factor de riesgo para el éxito, a partir de sus creencias, prejuicios, dudas, adherencias políticas, o malas experiencias del pasado que determinan el grado de aceptación o resistencia.
En Sonora, el panorama es muy alentador por el compromiso que ha manifestado el gobernador Alfonso Durazo; por los perfiles altamente competitivos y alejados de la oligarquía de quienes están ocupando espacios de decisión y sobre todo, por el papel que está jugando la ciudadanía como agente de cambio, al decidir, después de tres años de la elección federal, sustituir a unas personas por otras mediante el voto. Lo interesante es que no quedará ahí, lo que falta por ver es a todo un ejército de personas acudir, con proyecto en mano y dispuestos a transformar su entorno, al llamado a dialogar con directivos que han prometido oficinas de puertas abiertas, sensibles a todo aquello que es posible mejorar, cambiar, transformar, modernizar, innovar o crear.
Detrás de estas palabras hay otras: esperanza, puentes, libertad, futuro, nueva etapa, justicia, decisiones, porque en México y en Sonora ya no queremos más de lo mismo.
Aunque no se diga, resignificar todas esas palabras ha sido una tarea muy lúdica de gobierno y ciudadanos. Ojalá se cumplan.
Siendo un poco laterales, les invito a encontrarlas a lo largo del siguiente video.
Por Joel Montoya