Columna Política y Medios
Durante muchos años de predominio del denominado “periodo neoliberal”, del asfixiante autoritarismo priísta, Artículo 19, la instancia internacional avocada a la defensa de la libertad de expresión fundada en Londres, pero con representación en varios países del mundo, incluyendo México, había sido un referente para medir el permanente estado de acoso a la prensa en nuestro país.
Los informes anuales de la organización sobre el estado que guardaban el respeto de las libertades públicas por parte del poder político, sus hallazgos, sus datos y estadísticas eran ampliamente respetados y difundidos, no sólo por el gremio periodístico, las facultades de comunicación, la academia en general, los medios independientes y por supuesto la izquierda partidista, eran insumos indispensables que ayudaban a colocar al Estado mexicano en el banquillo de los acusados en el plano global, en subrayar la rampante impunidad en uno de los países donde más se asesinan a periodistas sin tener un conflicto bélico formal. Obviamente el gobierno en turno negaba con vigor todos y cada uno de los señalamientos.
En el mundo al revés que vivimos desde hace relativamente poco, ahora la izquierda electoral que antes blandía con orgullo los legajos de los informes del organismo frente a la autoridad, ubica a Artículo 19 dentro del cómodo saco que se les ha impuesto a todas las organizaciones de la sociedad civil que cuestionan el accionar gubernamental, descalificándolos y asegurando que forman un bloque que desea volver al esquema de privilegios del pasado para defender a los mismos que antes denunciaba vehementemente. Nada nuevo bajo el sol de una misma declamación que cada vez suena más infantil.
Pues bien, el nuevo informe de la instancia denominado “Distorsión: el discurso contra la realidad”, cuestiona de nuevo la voluntad del gobierno, no sólo por efectivamente disminuir los factores que colocan a la prensa en un estado de extrema vulnerabilidad ante sus atacantes (la mayoría de las veces no el crimen organizado, sino el poder político en todos sus niveles), sino que critica fuertemente el principal instrumento de comunicación del gobierno federal, las denominadas “conferencias de prensa mañaneras”, afirmando que contribuyen a la distorsión de la realidad, en aras de ser utilizadas, únicamente con fines propagandísticos.
El informe es más que preocupante, porque más allá del discurso presidencial, de la gran concentración de la publicidad oficial en un puñado de medios, también establece que, a nivel nacional, las agresiones a comunicadores registradas en 2020 han aumentado en un 13.62% con respecto a 2019, el documento también establece que, del total de acciones, 49.5% fueron cometidas por agentes del Estado, que a su vez representan 29.4% más que las agresiones por instancias gubernamentales cometidas en 2019.
Con respecto a la política de comunicación del presidente, el texto es duro y afirma que, “A lo largo de este informe veremos cómo los dichos de quienes encabezan un gobierno que promete una gran transformación de la vida pública son la estrategia para no aceptar, corregir y encauzar un proceder que garantice y proteja de manera plena y robusta la libertad de expresión y el derecho a la información. En este sentido, la obsesión por la disputa en el terreno narrativo tiene consecuencias severas sobre tales derechos”.
Más adelante y concretamente sobre el caso del accionar informativo desde Palacio Nacional sostiene que “Con el tiempo, la “mañanera” se ha alejado de ser un verdadero espacio informativo, de transparencia y rendición de cuentas, para convertirse en uno donde se concentra y posiciona la agenda del Ejecutivo a cualquier costo, incluso sacrificando la verdad sobre el desempeño gubernamental. Prácticamente, se persigue que en la arena pública la única voz que se escuche sea la del primer mandatario, y la información que contrasta y desestima sus dichos es negada mediante artilugios legales”.
Fuertes reclamos sobre los cuales usted tendrá seguramente estimado e informado lector su propia opinión. Al respecto del trabajo de Artículo 19 y su capacidad crítica con los regímenes del periodo del “prianismo”, el presidente y sus apologistas no podrán (aunque probablemente lo harán), preguntar sobre ¿Dónde estaban cuando Peña, Calderón o Fox?, o sostener que como todos los medios, también ellos “callaban como momias”, no, desafortunadamente gran parte de los señalamientos que hoy prevalecen en relación con los asesinatos de las y los compañeros de la prensa, están en sus informes, desde al menos 2006 que es cuando la organización fundada en 1987, llegó a México.
La siempre culpable “larga noche neoliberal y asesina”, la frivolidad del estado de ayer y hoy para atender a fondo el tema y las agresiones en contra de quienes buscan la verdad, tristemente continúa en 2021, la demagogia, también, sólo que al parecer, desde diciembre de 2018 se presenta en horario estelar, con grandes altavoces y en un escaparate más iluminado.
Amílcar Peñúñuri Soto, Doctor en Ciencias Sociales, profesor de la Universidad de Sonora, director de Política y Rockanroll Radio, 106.7 FM, correo apcubs@hotmail.com