Tomando como referencia diversos datos sobre la forma en que los hermosillenses percibimos los asuntos públicos, se identifican indicios de dos fenómenos que influyen en el modelo de ciudad al cual aspiramos de manera colectiva y nos ponen en riesgo de incentivar propuestas engañosas y cortoplacistas en el próximo proceso electoral: estamos normalizando la violencia y mitificamos (en algún grado) problemas como los baches.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI para el tercer trimestre del presente año, el 59.2% de los hermosillenses consideró sentirse inseguro en la ciudad. Se trata del valor más bajo en los cinco años que lleva esta medición y contrasta con el 81.1% que se sentía inseguro en el segundo trimestre de 2017.
Si revisamos el número de delitos en los últimos 5 años, se observa una disminución de la incidencia en aquellos patrimoniales como el robo a vehículo, negocio o vivienda, pero la intensificación de la incidencia en delitos de alto impacto como los homicidios y feminicidios, acompañado de incrementos en delitos como la violencia intrafamiliar y la extorsión.
Es otras palabras, en Hermosillo hemos tenido un crecimiento sostenido de los homicidios (dolosos), pasando de 96 en 2015 a 226 en 2019 pero pareciera que nuestra sensación de seguridad en la ciudad está más ligada al comportamiento de los robos.
De confirmarse esta correlación, podemos hablar de un fenómeno de normalización de la violencia entendida como la indiferencia de la sociedad ante los hechos violentos y que puede ser atribuible a la percepción social de estos hechos (homicidios) como consecuencia de los conflictos entre grupos del crimen organizado.
Por otro lado, dentro de los resultados que presenta la misma ENSU del INEGI destaca que Hermosillo es la ciudad (entre las 86 que se incluyen en la medición) con el mayor porcentaje de personas (97.2%) que consideran los baches en calles y avenidas como un problema en la ciudad. A lo largo de los cinco años de aplicación de esta encuesta, ha sido recurrente ver a Hermosillo encabezando la lista en este tema en particular.
Capta la atención que la problemática permanezca vigente de manera prioritaria en la mente de los hermosillenses aún en un periodo de restricción a la movilidad. Según la app para la medición de tendencias de movilidad de la empresa de dispositivos Apple (covid19.apple.com/mobility), durante julio la movilidad en la ciudad (en automóvil) todavía se mantenía entre un 20% y 40% por debajo de los valores tradicionales.
En este sentido, otro fenómeno asociado a nuestra percepción e interpretación de los problemas públicos es su mitificación -en este caso sobre los baches en la ciudad- entendida como aquellas ideas, discursos o narrativas fuertemente arraigadas en los hermosillenses que genera un alto convencimiento social sobre la pertinencia de este tema sobre otros.
Sin demeritar la legítima exigencia de contar con calles pavimentadas o el disgusto de los ciudadanos por los problemas que genera su mal estado, es importante mencionar que estos fenómenos -la normalización y la mitificación- pueden incentivar a los actores políticos a ofrecer soluciones “populistas” (en el uso peyorativo del concepto), engañosas y de corto plazo de cara al próximo contexto electoral.
Es decir, ante los fenómenos que delinean nuestra interpretación de los problemas públicos y que determinarán en gran medida nuestras preferencias entre una opción política sobre otra, los aspirantes a la alcaldía de Hermosillo (para ganar nuestro voto) pueden verse motivados a proponer soluciones superficiales que no respondan a los problemas de fondo que presenta nuestra ciudad.
Dicho de otra manera y retomando el ejemplo de los baches, en Hermosillo corremos el riesgo de inclinar nuestras preferencias a quien garantice (con o sin fundamentos) recarpetear y pavimentar el mayor número de calles sin discutir el efecto de dichas acciones en las maltrechas finanzas municipales o el impacto que tiene en nuestra calidad de vida el agotamiento de un modelo expansivo de ciudad basado en el uso del automóvil.
En el caso de la seguridad, los aspirantes pudieran encontrar incentivos para proponer el endurecimiento en el uso de la fuerza con los delincuentes sin entrar en detalles de cómo mejorar la situación en la que los policías municipales realizan su trabajo o las vías para impulsar mecanismos de coordinación efectivos entre los diferentes niveles de gobierno para recuperar la paz y garantizar el acceso a la justicia en nuestra ciudad.
Ante este escenario, resulta imprescindible que como sociedad nos informemos y discutamos ampliamente, con datos y evidencia, sobre las raíces de los problemas públicos que más afectan nuestro bienestar. Más allá de ideologías o preferencias partidistas, es importante consolidar una ciudadanía que aspire a un modelo de ciudad más competitivo, incluyente y sostenible, que exija lo mejor de las opciones políticas que aspiran a dirigir nuestra ciudad. De lo contrario, seguiremos siendo testigos del rezago de Hermosillo en seguridad, baches y muchos otros temas.
Ernesto Urbina es maestro en Economía por la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente se desempeña como Director General de Hermosillo ¿Cómo Vamos? y profesor del Tec de Monterrey Campus Sonora Norte.