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sábado, noviembre 23, 2024

¿Atenco re-loaded? Violencia sexual por protestar por violencia sexual

Katia D'Artigueshttps://yotambien.mx/
Katia D’Artigues es una periodista política y activista por los derechos de las personas con discapacidad. Tras 26 años de trabajo en medios, aún se sigue sorprendiendo de lo que pasa y como medida de sobrevivencia personal a veces prefiere reír para no llorar- así que no se lo tomen a mal. Ha escrito en Reforma, El Financiero, Milenio, El Universal y actualmente en Vértigo. En televisión ha pertenecido lo mismo a Televisa, que MVS y TV Azteca. Tiene un portal llamado “Yo También, Discapacidad con todas sus letras” para escribir sobre discapacidad, en https://yotambien.mx/ y pertenece a la Asamblea Consultiva de Conapred y a otro consejo de la Suprema Corte para la Igualdad de Género. Autora de dos libros, también escribe otro. Es decir: es una madre mexicana (su hijo tiene 13 años) que hace “mamabarismos” cotidianos entre trabajar y criar. Le puedes escribir en lakatia@gmail.com; mandarle un tuit a @kdartigues o seguirla en Facebook: https://www.facebook.com/KDArtigues/

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La marcha ya había terminado el pasado sábado 22 de agosto por la tarde. Un grupo de mujeres -y también algunas adolescentes- habían ido a protestar para pedir #JusticiaParaEvelyn quien sufrió abuso sexual en León, Guanajuato el 14 de agosto y, el colmo, algunas de ellas terminaron siendo violentadas sexualmente.
En lugar de ser escuchadas, respetadas, fueron detenidas indiscriminadamente. Al parecer los y las policías (porque sí hubieron hombres policías pese a que el gobierno lo niega: están en videos) fueron subidas a patrullas, golpeadas y algunas sufrieron violencia sexual. La señal para detenerlas y en algunos casos darles la vuelta por dos horas antes de presentarlas a un juez era que usaban una pañoleta verde, símbolo de la lucha feminista por la legalización de la interrupción legal del embarazo.
Lo veo en un video que subió la Red por los Derechos de la Infancia (REDIM) a sus redes. Una de las dos adolescentes – de 17 y 16 años- quienes ya presentaron formalmente una denuncia y quien relata las agresiones vividas, ya con el rostro difuminado para proteger su identidad. Es la mayor, la de 17, que aún no puede votar:


“Al momento de que me subieron a la patrulla, alguien me levantó la falda y me metió la mano. Tengo las medias rotas”, dice, mostrando sus medias negras rajadas debajo de su minifalda azul. “Y también me arrancaron la blusa”, dice mostrando su blusa negra rota en el escote ahora tapada por una playera que dice “Tibet”.
Relata también cómo la golpearon para que se subiera a la patrulla y cuando la esposaron y la siguieron golpeando. Una mujer policía la golpeó.
“Algunas decían ‘ya déjala en paz’ pero no pasaba de ahí, me jalaron el pelo todo el camino. Me soltó puñetazos en la nariz, en la cabeza, me supo sangre en la boca… una policía me dijo que no estuviera de llorona, que si había tenido los huevos para ir a manifestarme, que los tuviera para recibir sus golpes”.
El sábado por la noche, veintidós mujeres y un hombre (Eduardo, vendedor de tamales, quien les abrió la puerta de su casa para que algunas se resguardaran) acabaron siendo subidas a patrullas de manera violenta. Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de REDIM me cuenta el viacrucis por el que hicieron pasar a las adolescentes para denunciar:
“Tras ser liberadas fueron a un hospital (el Materno Infantil) para que les revisara un médico legista, que no apareció. Pese a que la procuradora de la infancia y adolescencia de León se presentó tampoco le hicieron caso. La funcionaria se fue a las cuatro de la mañana y fue hasta las 8 o 9 de la mañana que llegó un ministerio público junto con una mujer en tonos violentos. Ellas no aceptaron que les tomaran la declaración ellos, sino la Fiscalía especializada en delitos sexuales, cosa que comenzaron a hacer hasta las 11 de la mañana y a las cuatro ya salieron”.
“A nosotros nos parece un acto de venganza machista para darles una lección porque no querían presentar cargos porque las llevaron ante un juez cívico. (Si hubieran querido presentar cargos) las hubieran llevado a la fiscalía, pero eso representa trabajo de inteligencia, grabaciones, testimonios”, dice Pérez García.
Las evidencias del abuso y la violencia están por todos lados, aunque ayer y hoy la autoridad de León, Guanajuato jura que actuó con base a “protocolos”. ¿Cuáles protocolos? ¿Existe alguno que permita violentar a mujeres quienes, además, ya habían terminado de realizar una protesta?


Cuatro periodistas también fueron agredidas. Una de ellas Vania Jaramillo de Zona Franca, fue golpeada por policías mientras otra compañera la grababa. Les querían quitar sus teléfonos para que no hubiera testimonios. Afortunadamente no lo lograron.
Marcela Villalobos, guanajuatense y directora de Amnistía Internacional México, también subió otro video en el que se ve el momento en que otra mujer es tirada al piso y ahí, pateada por un grupo de unas cinco personas. Hay mujeres policías también involucradas. Pese al video será difícil ubicar a los o las agresoras porque además de sus cascos usan cubrebocas por estos tiempos de covid.
Mujeres policías agrediendo mujeres. ¿Será que habrá que revisar esta medida que supuestamente garantizaba o daba más seguridad a las propias mujeres?


Agredidas por quienes deberían protegerlas (otra vez)
Aunque el secretario de Seguridad Pública de León, Mario Bravo, dio una entrevista a #EsDeMañana con Mónica Garza por ADN40 el lunes en la mañana, por la tarde ya no se apareció en la rueda de prensa que dieron en León. Se dice que está de vacaciones.
En su lugar el subsecretario de Atención a la Comunidad dijo lo mismo que en la entrevista de la mañana: que actuarán con base en denuncias, juraron que sus policías reciben capacitaciones en derechos humanos y perspectiva de género. Que están abiertos a las evidencias que les hagan llegar… que para encontrar solo tienen que entrar a redes sociales. Que habrá reasignación de elementos a “labores no operativas”. ¿Y las sanciones?
Diego Sinhué Rodriguez Vallejo, el gobernador del estado donde más se vive violencia en México, no ha dicho nada. Y no es la primera vez que se reprime una manifestación en la que participan mayoritariamente mujeres en en su estado, recuerda Villalobos:
“El 10 de julio, en Guanajuato capital, madres de personas desaparecidas también fueron reprimidas por la policía local. Sólo llevaban fotos de sus familiares desaparecidos. No parece un hecho aislado, parece sistemático. De no entender el derecho a la manifestación en el estado más violento del país. Los feminicidios, las desapariciones y las agresiones se han incrementado en los últimos años. Y quienes deberían de protegernos no lo hacen, al contrario”.
¿Cómo están las cifras de mujeres y adolescentes agredidas por policías y fuerzas de seguridad?
Aunque no hay datos actualizados, comenta Pérez García y confirma Villalobos, lo que se puede suponer es que si la violencia ha aumentado hacia las mujeres en general, también las que han sido agredidas por policías y otros grupos de seguridad.
El director de REDIM recuerda un caso reciente, hace como mes y medio en Polanco, en la Ciudad de México: mujeres que protestan y son perseguidas. Una adolescente -que por su estado de crecimiento son presas más fáciles- cae y es violentada.
Él ve una tendencia creciente de violencia hacia adolescentes.
Villalobos dice que basta ver los reportes de “Alerta Amber” para saber que más adolescentes desparecen en Guanajuato hoy.
Recuerda el caso de Giovanna Gabriela, desaparecida en julio del año pasado a sus 17 años, en Irapuato. Su madre vio cómo se la llevaban y sufrió una embolia y murió en el hospital sin saber qué había pasado con ella. A la fecha no ha sido localizada.
Amnistía Internacional, me cuenta, está haciendo un reporte sobre el aumento de los feminicidios que sacará pronto. Pero en 2016 sacaron un reporte llamado “Sobrevivir la muerte”, que está para ponerle los cabellos de punta a cualquiera.
Entrevistaron a 100 mujeres detenidas por policía, militares y marinos que habían denunciado violencia.
De ellas, 33% fueron violadas; durante el arresto a 27% les introdujeron algo vía vaginal, al 24% en la boca y al 17% vía anal, siendo los dedos, el pene y otros objetos lo más utilizado para ello. El 72% de las mujeres entrevistadas fueron manoseadas durante su detención, especialmente en pechos y genitales. El 91% fueron amenazadas por fuerzas policiales.
Ahora que tenemos a más elementos con formación militar en las calles, ¿podríamos pensar que estas aterradoras cifras son diferentes en plena otra pandemia, la de la violencia contra las mujeres?

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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