Los constantes avances científicos, las redes sociales, la eficiencia en los medios de comunicación, la facilidad de tener acceso a datos en cualquier parte del mundo, la inteligencia artificial, entre muchas otras realidades que tenemos hoy en día, nos ha llevado a decir que estamos en la era de la información.
Ninguna comunidad humana había tenido tanta información a su disposición, con tan fácil acceso y con mecanismos de selección tan robustos y económicos de operar. Hoy en día prácticamente cualquier ser humano puede estar conectado al mundo, recibiendo y transmitiendo información con costos relativamente económicos.
La globalización económica y cultural ha creado sociedades con mejor acceso a un mayor número de satisfactores, a menores costos y en general a tendencias sociales a nivel mundial que nos mueven en la dirección de buscar ser similares, para bien y para mal.
Las empresas son más valiosas por lo que saben hacer o por los servicios que pueden prestar que por los bienes que producen, la riqueza de las naciones depende más del valor agregado que les den las empresas y los individuos a las materias primas que propiamente a la producción de dichos insumos.
En esta era de la información y la globalidad, el filósofo español Daniel Innerarity habla en un ensayo publicado recientemente que se está formando lo que él llama “una sociedad del desconocimiento”, dada la forma en la que algunas sociedades se están comportando con respecto a las realidades que enfrentan.
Dice que una de las cosas valiosas de los buenos filósofos es que proporcionan una explicación de lo que pasa, esto es importante porque, en lo general, tenemos una capacidad limitada de comprender el mundo, claro comprender algo no nos lleva a tener la solución de los problemas, pero nos encamina en la dirección correcta.
Ante cualquier problema o crisis debemos hacer un esfuerzo consciente por conocer y entender adecuadamente lo que estamos enfrentando, ya que es una condición necesaria para que tomemos las mejores decisiones. Muchas decisiones equivocadas lo son por la ignorancia de quienes las toman, más que por su capacidad o la calidad del esfuerzo realizado.
Nuestro modo de pensar muchas veces no está a la altura de la complejidad del mundo en que vivimos. Hoy enfrentamos problemas como el cambio climático, crisis migratorias, una pandemia, una economía mundial degradada, altos niveles de desigualdad, polarización social, sin embargo, muchos siguen pensando y trabajando de la misma forma que lo hicieron sus padres o sus abuelos.
Muchos países no han evolucionado, siguen pensando en delimitaciones geopolíticas, fronteras que dividen, en términos de comunidades autónomas y autosuficientes, en sociedades que eran más homogéneas, con visiones centralistas y de estados benefactores.
La realidad ya dejó atrás a estas formas de pensar y de organizarse, los países y las sociedades que han hecho el esfuerzo de entenderlo se han reorganizado para ser parte de la era del conocimiento y estar a la altura de los retos que enfrentamos, han dejado atrás gradualismos y costumbres, están trabajando en ser sociedades complejas, interrelacionadas, interdependientes y en constante mejora.
Innerarity habla de la “sociedad del desconocimiento” como aquella que ha efectuado una radical transformación de la idea de saber, es decir, una sociedad que es cada vez más consciente de su no-saber, por lo que constantemente está aprendiendo y cuestionando lo que ya sabía.
El populismo no encaja en un país que quiere progresar en este nuevo mundo, ya que esta corriente ideológica detesta la ciencia, no tolera la vida institucional y busca cerrarse a la comunidad global para operar en la comodidad de lo conocido y controlable, el populismo vive del desconcierto y la molestia acumulada que generan los problemas mal resueltos.
Hoy vivimos en un mundo en el que se acabaron las certezas, todos somos vulnerables y dependemos de los demás para progresar, las sociedades que sepan madurar y se den liderazgos acordes a los tiempos y los retos que enfrentan rápidamente progresaran, aquellas sociedades que prefieran vivir en lo conocido, cada vez se quedarán más rezagadas.
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