La implementación del programa de estímulos económicos de parte de la Reserva Federal, en colaboración con otros bancos centrales, no logro permear en la confianza de los inversionistas, de los mercados financieros y los tipos de cambios, los cuales volvieron a caer de una manera dramática al inicio de esta semana.
La Reserva Federal (RF) puso en marcha el mayor paquete de estímulos financieros desde la crisis financiera de 2008 con el fin contener el fuerte impacto de la pandemia. Los estímulos se programaron por dos vías, por un lado la disminución, de los tipos de interés, hasta una intervalo de 0-0,25% —desde el 1%-1,25% previo— y por otro, una ronda de compra de activos por valor de 700 millones de dólares, y ello supondría se estabilizaría a los mercados y no fue así. Si este estímulo financiero no logro mantener la confianza de los inversionistas ¿qué es lo que se espera en el futuro cercano para la economía mundial?
Los inversionistas están a la espera de un anuncio de estímulos económicos por parte de Estados Unidos, que se sumaría a las medidas de apoyo que presentó la Reserva Federal hace un par de días, así como un llamado urgente a la Cumbre del G20 que de la pauta en el inicio de un esfuerzo global coordinado para resolver la crisis.
Asimismo siguen valorando las medidas de apoyo por parte de otros Bancos Centrales y medidas de impulso fiscal frente al incierto panorama económico que dejará el brote de coronavirus a nivel global.
Sin embargo desde 2015 los participantes de los mercados se encuentran preocupados porque se podría presentar una recesión global. Sobre todo, porque desde los años sesenta, las fases de expansión del ciclo económico han tenido una duración promedio de cinco años. La fase de expansión actual inició en 2009, por lo que el año pasado fue el décimo año de crecimiento.
Para algunos analistas, como Ruobini , señalaban que había algunos factores que podrían desatar la recesión mundial 2020-2021 entre los que se encontraban; Las guerras comerciales con China y los Estados Unidos, sumada a las restricciones a la inversión extranjera directa y a la transferencia tecnológica, que podrían tener profundas repercusiones sobre las cadenas globales de suministro, con amenaza de estanflación (desaceleración del crecimiento a la par de un aumento de la inflación). Y el riesgo de un menor crecimiento en Estados Unidos se ha vuelto mayor, ahora que el estímulo de la rebaja impositiva de 2017 se agotó a finales de 2019. La guerra por el mercado petrolero entre Arabia Saudita y Rusia. Todos estos elementos conforman una parte importante en la detonación de la recesión global.
Por otra parte, la Inversión privada mundial inicia un fuerte proceso de disminución en estos últimos años. El de 85 por ciento de las empresas contenidas en el índice bursátil S&P500 de EU, han estado manteniendo saldos elevados de efectivo en caja. En este sentido, empresas como Microsoft, Berkshire Hathaway, Alphabet (antes Google), Apple, Facebook, Amazon y otras cuatro más, tienen cerca de 800 mil millones de dólares en efectivo desde hace tiempo, sin invertirse.
En colaboraciones anteriores señalábamos que era muy probable que surgiera una gran recesión mundial pero no se podía saber el sector que la provocaría y la magnitud de la misma.
Sin embargo, la combinación de una desaceleración del crecimiento inducida por el coronavirus y el pánico financiero mundial significa que una recesión mundial este año es prácticamente segura. Para los analistas financieros la recesión inicia- en cierto período- cuando se invierte la curva de la tasa de interés de corto y largo plazo en los bonos del Tesoro de Estados Unidos y este es considerado como un indicador inequívoco de que se avecina una recesión económica. Esto nos dice que a corto plazo existe un mayor riesgo que en el largo plazo.
Cuál sería la ruta de esta recesión?
El incumplimiento de los países subdesarrollados en el pago de su deuda soberana. Argentina y el Líbano ya han incumplido sus deudas externas desde el brote de COVID-19.
Posteriormente y probablemente se presenten después las bancarrotas corporativas importantes. Las compañías de viajes y las aerolíneas son candidatas naturales, pero las fallas suelen presentarse en áreas sorprendentes.
Después de las grandes quiebras de estas compañías y los incumplimientos de pagos de las deudas soberanas, es muy probable que el mundo enfrente una congelación de liquidez, como lo hizo en septiembre de 2008, luego de la quiebra de Lehman Brothers. Una congelación de liquidez generalmente afecta a los países de la periferia que tienen sus propias monedas, que colapsarán, lo que provocará una fuga hacia el dólar, los bonos soberanos de los Estados Unidos, el oro y el euro.
La fase del pánico financiero
Aunque es muy difícil restablecer la confianza una vez que el pánico financiero ha estallado, la resolución de la crisis de 2008 ofrece lecciones importantes para los responsables políticos de hoy.
Es cierto que esa crisis- 2008-2009- se originó en el sector financiero, que ahora parece estar mucho mejor capitalizado, y por otra lado los responsable de políticas en aquellos momentos no tenían que enfrentar una pandemia. No obstante, las lecciones fundamentales siguen siendo las mismas.
El disminuir o eliminar el pánico financiero global requiere de dos elementos: cooperación en la política internacional y grandes cantidades de liquidez del gobierno. Aunque la resolución de la crisis de 2008 parecía un desastre en ese momento, en retrospectiva, parece casi ideal.
Política internacional
Las condiciones de este punto parecen estar ausentes porque no tiene un líder de política económica de importancia nacional e internacional de talla significativa. El presidente Trump carece de credibilidad y el trato que la ha dado a Powell, presidente de la Reserva Federal, lo elimina del escenario. De igual manera en la Unión Europea no hay personajes con este tipo de influencia ya que la canciller alemana, Angela Merkel, es una líder débil y políticamente debilitada, la posición internacional del presidente francés Emmanuel Macron ha disminuido, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, está más preocupado por el Brexit que por el entorno internacional.
Es importante señalar que es la ausencia de liderazgo estadounidense es la diferencia más notable entre lo que sucede hoy y la gran recesión de 2008.
El nacionalismo, el proteccionismo y la negativa de Trump a prestar atención a los expertos hacen que sea difícil imaginar una cumbre y cooperación internacional creíble mientras esté en el cargo.
Financieramente, también, el mundo podría estar menos equipado para manejar una crisis que en 2008. Aunque el sector financiero global parece estar en una forma mucho mejor que hace 12 años, el endeudamiento global (en relación con el PIB) nunca ha estado mayor. En particular, la deuda pública de los Estados Unidos está en su nivel más alto (como parte del PIB) desde la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, las políticas monetarias expansivas han beneficiado, principalmente a grandes corporaciones, que han sido fundamentalmente las que han podido acceder a crédito barato y sin contraprestaciones; los Mercados financieros, que han experimentado máximos históricos y un crecimiento prolongado y soportado artificialmente.
En este proceso más tarde que temprano se presentara una crisis de liquidez inmediata para las PyMEs y empresas de todo el mundo, sean o no solventes. Tendrán que hacer frente a sus compromisos de pago con sus empleados, proveedores comerciales y bancos con una disminución notable en sus ingresos. Además una fuerte contracción, no solo en el turismo, sino en las cadenas de valor en el sector industrial.
No es nada difícil suponer que las tensiones se van a dar en el empleo, cuyo ritmo de destrucción va a ser muy elevado.
¿Cómo frenarlo? Poniendo el foco en el empleo y garantizando las necesidades de circulante de las empresas. Los recursos ahora tienen que fluir hacia un aplazamiento gratuito de la factura fiscal que libere recursos para pagar las facturas de muy corto plazo, que puedan reestructurar sus deudas financieras y comerciales, y a asegurar la liquidez en los mercados bancarios.
Está de más decir que la pandemia de COVID-19 es el mayor desafío que enfrenta la economía global desde 2008. Y, hasta ahora, los líderes mundiales han demostrado que, esta vez, no están a la altura de la tarea de enfrentarla. A menos que eso cambie muy rápidamente, hay muchas razones para esperar una recesión mundial larga y severa, con profundas implicaciones para los países desarrollados y en desarrollo por igual.