El 5 de junio por la noche a Roberto Zavala y a Martha Lemas, el exarzobispo Ulises Macías Salcedo les pidió resignación. Les explicó que los caminos de Dios eran misteriosos. Minutos antes habían identificado la ropa hecha jirones de su hijo Santiago y el cuerpo que perdió su luz en el incendio de la Guardería ABC.
El cabildeo de la diócesis en la crisis que tuvieron que enfrentar el Gobierno del Estado y los fervientes católicos dueños del galerón que llamaban guardería, no se detuvo en la labor de Macías Salcedo como portero del dolor en el forense.
El arzobispo emérito Carlos Quintero Arce envió una carta al Juzgado Primero de Distrito avalando la trayectoria moral de uno de los dueños, y Ulises Macías Salcedo, quien era arzobispo en 2009, también acudió a comparecer para confirmar la veracidad de una carta donde apoyaba a uno de los dueños, que era del Patronato de Catedral.
El corolario de esta indolencia fue una frase pronunciada por Macías Salcedo: “Dios quería un coro de ángeles, por eso se los llevó”.
El día que Ruy Rendón Leal llegó a Hermosillo para ocupar el arzobispado en la primera rueda de prensa que brindó junto a Ulises Macías Salcedo, le pregunté qué relación tendría con las víctimas del incendio del 5 de junio. Quedó en reunirse con ellas y estar ahí si lo necesitaban.
A diferencia del exarzobispo, Ruy Rendón Leal no se entrega intensamente a esa cultura eclesial que el investigador Bernardo Barranco definió como los pastores del poder, y que tuvieron en Norberto Rivera Carrera a su representante más conspicuo. Fue una iglesia que se deslumbró con la vida señorial y no con el servicio evangélico y la nobleza del espíritu.
Rendón Leal ya no viaja en una Surburban con chofer como Macías Salcedo, y ha sabido perdonar cuando incluso lo han insultado. Ha mostrado una cara mucho más benevolente que los anteriores. Sin embargo, sus ligas con el poder y la clase pudiente siguen pesando más que su esfuerzo pastoral con las comunidades.
Desde afuera, la imagen que nos queda es de unos católicos obsesionados con el aborto. Eso no nos permite ver la labor del padre Prisciliano Peraza rescatando migrantes en el desierto, o la de Armando Armenta Montaño de rescate histórico o la de Marco Vinicio Félix con la misa oficiada en las ruinas de Batuc ante unos seguidores de la iglesia que aún no cierran la herida del destierro.
La respuesta que dieron a la protesta en Catedral que terminó en pintas de la fachada, vidrios quebrados y adultos mayores al borde de la crisis, fue de una sensatez irreconocible para la institución. En tiempos donde desde el Vaticano se preferencia la pastoralidad y la entrega a la feligresía, con la lupa puesta en actos de pederastia y encubrimiento de la iglesia, y con el descrédito a cuestas por abandonar a las mujeres violentadas, a las madres de desaparecidos y los niños huérfanos por la violencia, su respuesta de diálogo era obligada.
Ahora espero que sí dialoguen, que entiendan la rabia de las mujeres que protestan y que con su influencia ablanden a quienes piden la cabeza de las feministas en cada marcha. Si su labor ayuda, sería un abono a la gran deuda que tienen con los sonorenses por la Guardería ABC y por su indiferencia histórica.