Columna Diálogo
Pocos rincones del universo de los mercados emergentes salieron ilesos el lunes negro, al colapsarse en un 30% los precios del petróleo originado por una guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita el viernes pasado, los mayores productores de crudo en el mundo.
Esta guerra sumada al pánico internacional por la propagación del Coronavirus o COVID-19, especialmente en EU, terminó por frenar los intercambios comerciales. Ese fue un doble golpe a los mercados financieros internacionales según explican los expertos.
Un pánico similar no se veía desde hace más de una década al menos. Según los datos de finanzas internacionales el impacto de la crisis su pera ya la de 2007 y 2008.
A nivel nacional esta crisis viene a sumarse a una economía estancada desde hace más de un año y en franca recesión los últimos meses, de manera que tanto Banxico como el grupo de economistas del gobierno deben salir con un plan o estrategia clara y pronta.
No hay mucho tiempo para pensar, esto se veía venir desde enero que surgió el brote del Coronavirus y la otra crisis, la de Pemex, cada día más agravada.
Si creemos que vivimos tiempos difíciles, debemos prepararnos mentalmente para algo más complicado. Con la mejor actitud lo primero que debemos hacer es dejar el fatalismo a un lado, pero analizar con perspectiva la realidad:
- Ya que nuestra economía nacional está basada en gran medida en la producción y precio del petróleo.
- El precio se calcula anualmente en base a los parámetros del mercado y de acuerdo a este cálculo sobre el número de barriles que produciremos y en cuánto lo venderemos se hace el presupuesto de egresos de la federación PEF, es decir cuánto tendremos para gastar.
- Si algo pasa y el precio del petróleo cae, como en este caso, hay dos alternativas: el pago de un seguro de cobertura que cubre hasta cierta cantidad la pérdida; y un fondo de ‘estabilización’, una especie de ahorro que fue aprobado hace al menos 19 años para echar mano de él, en caso de una contingencia.
- Pero pareciera que hoy en día en México para cada solución hay un nuevo problema: Ante una economía estancada y la crisis interna que Pemex enfrenta, todo parece indicar que a la empresa sólo le alcanzó para cubrir un 14% de su producción con el seguro este 2020, y además la regla establecida es que ese seguro se entrega hasta el próximo año. Del fondo de ahorro de ‘estabilización’ hay datos que arrojan que lo ahorrado en 19 años se gastó más de la mitad el año pasado.
En resumen, una crisis global afecta a nuestro país más que a cualquier otro país de América Latina dada su limitada capacidad tributaria (que siempre se recarga en un grupo cautivo), su excesiva dependencia del petróleo y el intercambio comercial con EU. Las crisis de 1994 y 2008 fueron casi épicas, esta última hubo meses que la economía cayó hasta 42%, pero hubo una reacción estratégica inmediata, no fácil, pero hubo un plan.
El gran temor hoy es que no se escucha ni se avizora plan alguno desde que inició la presente administración, las crisis no son novedad e incluso muchas no dependen de un solo país como en este caso, pero sí depende de la fortaleza económica nacional y un plan trazado a mediano y largo plazo para poder hacerle frente con el menor costo posible.
Hay una frase muy sabia de autor desconocido que viene al caso más que nunca: “acepta lo que no tiene remedio, pero lucha por lo que sí tiene solución”.