Ciudad de México, 11 de marzo (SinEmbargo).– La iglesia católica envió a distintos países a decenas de sacerdotes que eran acusados en Estados Unidos de violar menores de edad; todos fueron incorporados a iglesias y se les permitió ofrecer servicio e incluso trabajar con niños, de acuerdo con una investigación realizada por un equipo de Houston Chronicle y ProPublica encabezado por Katie Zavadski, Topher Sanders y Nicole Hensley.
“ProPublica y el Houston Chronicle analizaron las listas publicadas por 52 diócesis de Estados Unidos que abarcan los 30 principales en términos de la cantidad de clérigos vivos acusados con credibilidad y ubicados en estados a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos. Los reporteros encontraron 51 curas que luego de acusaciones de abuso pudieron trabajar como sacerdotes o con hermanos religiosos en una gran cantidad de países, desde Irlanda hasta Nigeria y Filipinas. Al menos 40 habían trabajado en Estados Unidos lo largo de la frontera sur, incluidos 11 en Texas. Ningún país fue un destino más común que México, donde al menos 21 sacerdotes acusados creíblemente encontraron refugio”, dice la investigación.
“El padre José Antonio Pinal, un joven sacerdote de México, llegó a su primera parroquia en el norte rural de California en 1980, recién salido del seminario. El sacerdote se hizo amigo de la familia Torres, ayudando a los padres, también inmigrantes de México, a completar una solicitud de cupones de alimentos. Pinal se convirtió en un invitado ocasional a cenar y llevó a los niños a parques temáticos y en viajes por la costa del Pacífico. Llamó a Ricardo Torres, de 15 años, a convertirse en monaguillo”, narra el reportaje.
“Pero en las oficinas del sacerdote en la Iglesia Católica del Sagrado Corazón en la pequeña ciudad de Gridley, Torres dijo que Pinal, que entonces tenía 30 años, le dio alcohol, le mostró películas con sexo y desnudos, y lo toqueteó y lo violó. El adolescente le dijo a otro sacerdote en 1989 y los abogados de la diócesis le aseguraron a la familia que a Pinal no se le permitiría estar cerca de los niños, dijo Torres”, agrega.
Treinta años después, en la primavera de 2019, la Diócesis de Sacramento puso el nombre de Pinal en su lista de sacerdotes acusados con credibilidad. La lista contenía cinco denuncias de abuso sexual contra Pinal que datan de fines de la década de 1980.
“Pinal había ‘huido a México’, según la lista, y la diócesis le había prohibido realizar trabajos sacerdotales en público en los 20 condados que conforman la diócesis. Pero una investigación realizada por ProPublica y el Houston Chronicle muestra que la Iglesia Católica permitió o ayudó a docenas de sacerdotes, incluido Pinal, a servir en el extranjero como sacerdotes después de ser acusados de abuso en los Estados Unidos”.
Los periodistas usaron redes sociales y localizaron fácilmente a Pinal, quien vive actualmente en Cuernavaca, Morelos. En una entrevista en su casa y en una serie posterior de intercambios de correos electrónicos, Pinal negó repetidamente abusar sexualmente de Torres o que huyó de California. “Pero en algunos de los correos electrónicos se refirió a lo que sucedió entre él y Torres, y en un correo electrónico enviado el miércoles por la noche, sobre un viaje que realizó con Torres, Pinal dijo: ‘Fue un desastre, pero lo que sucedió fue consensuado’”.
“Pocos meses después de las acusaciones en California, Pinal reanudó el trabajo sacerdotal, ministrando en pueblos indígenas en Tepoztlán y sus alrededores, una pequeña comunidad cerca de la Ciudad de México conocida por los sitios arqueológicos, y sirvió durante décadas en parroquias de la Diócesis de Cuernavaca”.
Con 68 años, Pinal ofrece el ministerio desde casa, “donde tiene cartas que muestran que la iglesia en Sacramento lo mantuvo en la nómina ya que lo ayudó a encontrar una nueva asignación. Pinal disfrutó de una cálida correspondencia con el entonces obispo de Sacramento y los funcionarios a cargo del ministerio hispano, quienes en los meses posteriores a las acusaciones le aconsejaron que trabajara en México por un largo período (5-6 años) antes de regresar a Estados Unidos”.
Y las cartas fueron firmadas por el obispo “con cariño”.
Katie Zavadski, Topher Sanders y Nicole Hensley, de Houston Chronicle y ProPublica, dicen: “Desde 2018, muchas diócesis católicas y órdenes religiosas en Estados Unidos, incluida la de Sacramento, California, han publicado listas de clérigos considerados creíblemente acusados de abusar de niños. Otros actualizaron y ampliaron listas que ya habían hecho públicas”.
“Pero las 178 listas publicadas a partir de enero y compiladas en una base de datos de búsqueda por ProPublica revelaron una red de información incompleta y a menudo inconsistente. Muchas veces las listas no especificaban el estado y ubicación actuales del sacerdote. Y aunque las diócesis frecuentemente afirman no saber nada sobre el paradero de un sacerdote, los reporteros de ProPublica y Chronicle los encontraron en los sitios web de las iglesias, en publicaciones religiosas y en las redes sociales. Los líderes de la iglesia a menudo no informaron las denuncias a la policía, no aplicaron restricciones permanentes dentro de la iglesia, ni hicieron caso u ofrecieron advertencias sobre los sacerdotes que enfrentan acusaciones. En al menos cuatro casos, los líderes de la iglesia facilitaron el traslado de los sacerdotes al extranjero”, dice el reportaje.
Apenas la semana pasada se dio a conocer que la visita a México de una misión del Vaticano para recabar testimonios e información sobre abusos sexuales y encubrimiento en la iglesia católica mexicana ha sido pospuesta y, de momento, no tiene nueva fecha.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) indicó el viernes pasado en un comunicado que la visita, prevista del 20 al 27 de marzo, no se realizará debido a la situación sanitaria provocada por el nuevo coronavirus, COVID-19, por lo que la Santa Sede “ha suspendido toda actividad en el extranjero”.
La misión de Charles Scicluna, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y monseñor Jordi Bertomeu podría haber alarmado a algunos en la jerarquía mexicana, ya que sólo un día después de su anuncio, el representante del Vaticano en México, Franco Coppola, reveló en rueda de prensa que cuatro obispos mexicanos estaban bajo investigación, unas pesquisas que, según aclaró a AP posteriormente, se iniciaron en mayo presuntamente por haber encubierto casos de pederastia.
La CEM señaló que la Nunciatura Apostólica mantendrá habilitado el correo electrónico para que quien lo desee les escriba sobre el tema: nunciatura.mexico@diplomat.va .
Coppola abrió esta vía directa de comunicación en diciembre y ya ha recibido decenas de denuncias, la mayoría por encubrimiento. Algunas de las víctimas de abuso, que ya se mostraban escépticas ante la misión, mostraron sus dudas hacia las explicaciones oficiales.
“No sé qué estén planeando”, comentó Ana Lucía Salazar, quien fue abusada por el sacerdote Fernando Martínez cuando tenía ocho años. “No creo que sea por eso”, dijo tras enterarse del comunicado.
“¿Por qué planean la visita de este calibre cuando varias semanas antes ya se hablaba del coronavirus?”, se pregunta otra de las víctimas, Jesus Romero Colin. “No sé si estaban midiendo el clima mediático y de las víctimas a ver cuántas iban a tener”.
Scicluna, el principal investigador del Papa en casos de abusos sexuales, vive en Malta, de donde es arzobispo y hasta el momento no se ha anunciado ningún contagio por coronavirus en la isla. En México, sólo se han confirmado siete.
México es el segundo país con mayor población católica y la visita había generado ciertas expectativas debido a que aquí se han acumulado por años denuncias de abusos y encubrimientos.
Los enviados papales eran, además, quienes formaron parte de una comisión similar que fue enviada a Chile en 2018, la cual supuso tal exposición de la jerarquía religiosa del país sudamericano que todos los obispos chilenos en activo pusieron su cargo a disposición de la iglesia y el Papa tuvo que pedir perdón por lo ocurrido en el país sudamericano.
Desde el año pasado, México ha regresado a los reflectores tras la aparición de nuevas víctimas de abusos de los Legionarios de Cristo, que en un informe en diciembre reconocieron haber detectado un centenar de pederastas. Algunos de ellos ya fallecieron, como el fundador de la orden, Marcial Maciel, que abusó de 60 adolescentes y fue obligado a retirarse.
Al margen de todos esos casos, que no pasaron por la CEM, el episcopado ha abierto investigaciones por abusos sexuales a 217 sacerdotes en la última década, según sus datos propios.
Otra víctima de un legionario, Biani López-Antúnez, dijo a la AP que, si bien el coronavirus representa una emergencia sanitaria, “en México la integridad física, emocional y psicosocial de nuestros niños debe ser un tema prioritario”.
“No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando al Vaticano mientras nuestros niños siguen siendo violentados por sacerdotes”, señaló.