Hermosillo, Sonora.- “La quise desde un principio” dice Roberto cuando habla de su historia de amor con Guadalupe, a quien define como la mujer de su vida y con quien ha compartido 68 años de matrimonio.
Se conocían desde jóvenes al ser vecinos en Nogales y a los 18 años decidieron comenzar un futuro juntos, cuando Roberto le pidió comprometerse y ella aceptó; más de seis décadas después, el amor sigue intacto como en un principio.
Guadalupe Munguía y Roberto Araujo Valenzuela, de 86 y 87 años, son un ejemplo de la perseverancia, del esfuerzo constante y del empeño que debe existir para mantener una relación.
“Éramos vecinos allá por el año 1950 o 1951 y nos casamos en 1952, yo creo que la quise desde un principio y hasta la fecha.
Tuve una amarga experiencia con mi padre y no quiero que se vuelva a repetir, aquí estamos viviendo ya la vejez, los últimos años y quiero morirme a su lado o que ella muera a mi lado, con mis hijos y mis nietos que son 20 y tantos”.
Justo horas antes de comprometerse, ambos vivieron una de las etapas más duras del noviazgo cuando los padres de Guadalupe le pidieron a la joven dejar su hogar, al no aceptar la relación de ambos.
Cuando ella estaba a punto de subirse a un carro para ir a vivir con otra familia que se había ofrecido para recibirla, pero él llegó.
“Mi mamá ese día me corrió de la casa, me dijo que me largara con él si quería pero yo no me iba a ir con él como me estaba diciendo, sino con otra familia en otro lado quienes me dijeron que me fuera con ellos.
Él fue y me bajó del carro, me dijo que nos íbamos a ir los dos. Después nosotros nos fuimos con nuestros hijos chiquitos a una casa que rentamos y así empezamos a hacer la vida, esta fue la casa que me gustó -una vez que se mudaron a Hermosillo- cuando estaban en venta”.
Roberto trabajaba como chófer de camiones y viajaba constantemente al sur de México junto a sus hermanos, quienes también se desempeñaban como conductores. Fue en esos años cuando se enfrentó a la muerte tras un accidente carretero.
El camión se volcó, Roberto sufrió el mayor impacto y quedó atrapado debajo del autobús. Dice que siempre se necesita una esperanza y una fuerza de la cual sostenerse para salir adelante en momentos como ese; la suya fue Guadalupe.
“Era lo que le da fuerza a uno, agarrarse de una cosa y tener a la esposa a su lado. Mi hermano y yo estábamos hospitalizados y ellas fueron desde Nogales a Sahuayo (Morelos) a vernos.
Es una cosa, ¿cómo diré? Que si no la tengo a ella, uno se siente solo y accidentado y como que se va a morir”.
La necesidad de verla y seguir creciendo juntos como pareja, hizo que Roberto comenzara a llevarla a sus viajes con él, “quería tenerla siempre cerca” dice, así también ella tuvo la oportunidad de conocer otros lugares y otras personas.
Ambos cuentan que uno de los secretos que los han mantenido juntos desde 1952 es que jamás han peleado y pese a discusiones, malentendidos o no estar de acuerdo en ciertas situaciones, han optado siempre por dialogar y evitar estar separados.
“Quisiéramos ser un ejemplo para las parejas jóvenes porque hemos visto cómo se desbarata un matrimonio en cinco o seis años por cualquier cosa, porque de ahí salen los niños creciendo sin el apoyo, sin los consejos, sin los ejemplos de los padres.
Crecen los niños desorientados y quisiéramos ser nosotros ese ejemplo para ellos, de que el matrimonio no es un juego, es un compromiso muy pesado y muy fuerte, tanto para el hombre como para la mujer”.
A diferencia de muchas relaciones actuales en las que parece que no se está dispuesto a dar “demasiado” por el otro, Guadalupe y Roberto son ejemplo de una entrega total a la persona que se ama, de un trabajo diario para cuidar lo que se valora.
El pasado 9 de febrero cumplieron 68 años de casados y celebraron con sus hijos y nietos la unión que ha perdurado tanto tiempo; resaltan que otro de los secretos es continuar dando uno al otro los pequeños detalles o atenciones que los han mantenido enamorados el uno del otro.
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