Los pájaros piensan
Lo hacen para resolver los nuevos problemas que se les plantea y para inventar nuevas soluciones a viejos problemas.
Son Inteligentes
Hace unos diez años empezaron a aparecer estudios sobre la corneja de Nueva Caledonia que afirmaban que era capaz de construir herramientas moldeando ramas.
Hasta entonces los científicos creían que los cerebros de las aves era pequeños y primitivos, que eran puro instinto. Ahora las investigaciones sobre el terreno y en laboratorios se han multiplicado.
Investigaciones previas.
Con anterioridad, la científica Irene Pepperberg demostró la inteligencia de Álex, un loro gris africano que estudió durante tres décadas, capaz no sólo de repetir palabras y frases sino de razonar y expresarse con inteligencia y sentimiento; pero nadie se la tomaba en serio .
La inteligencia de ciertas aves se compara con la de los primates.
Un estudios de primates con el mismo tamaño de cerebro, y resulta que las aves tienen el doble de neuronas, y cuatro veces más que otros mamíferos.
Sus capacidades mentales son comparables a las de los primates, y en algunos aspectos, superiores incluso a las de los humanos.
Tienen una memoria espacial muy desarrollada. El cascanueces común llega a esconder hasta 30.000 semillas en miles de lugares distintos alrededor de docenas de kilómetros cuadrados y varios meses después las recupera.
Muchas aves hacen matemáticas básicas y resuelven rompecabezas clásicos a la velocidad de un niño de cinco años.
El loro Álex fue entrenado para responder verbalmente a problemas matemáticos, otras aves lo hacen con fichas. Incluso a las palomas se las entrena para hacer discriminaciones visuales y pueden distinguir un Picasso de un Miró.
Aprenden a razonar como nosotros.
A las palomas las entrenan para mirar mamografías y son capaces de distinguir entre tejidos sanos y tejidos con cáncer.
Reconocen las caras. También lo hacen todos los córvidos. Las urracas australianas atacan a los que han sido crueles con ellas, lo hacen sólo cuando están protegiendo sus pollos.
Se adaptan.
Cualquier ave de ciudad lo hace. La corneja japonesa para partir las duras nueces las tira desde una determinada altura en los cruces peatonales para que los coches las partan y luego poder recogerlas sin peligro cuando cruzan las personas.
La ciencia sugiere que algunas especies de aves tienen vidas sociales casi tan complejas como las nuestras, y para eso se necesitan habilidades mentales muy sofisticadas.
Emociones de las aves.
También manipulan, discuten, hacen trampas, se burlan, roban a sus vecinas, rivalizan por el estatus, advierten a sus crías que se alejen de los desconocidos, juegan.
Se besan para consolarse mutuamente. El arrendajo europeo es capaz de anticipar los deseos de su pareja, por ejemplo la comida que va a preferir.
Llegan a deprimirse, a dejar de comer cuando muere su pareja. Y tienen sus duelos: cuando muere un arrendajo, sus allegados se congregan alrededor del cadáver, aletean y hacen ruido, luego se van y no vuelven a ese lugar durante tiempo. Tienen lazos familiares muy fuertes.
Los circuitos de los cerebros de las aves que controlan el comportamiento social se parecen mucho a los del cerebro humano.
Otro comportamiento curioso es que cuando alimentan a un córvido, él lo agradece con un presente, dejándote en el lugar en el que les has puesto la comida unas frambuesas o cualquier cosa que brille o un pequeño objeto humano.
Cantan también por placer, y hay evidencia de que cuando les sale bien tienen una subida de endorfinas. Y las parejas hacen dúos, lo que exige mucha coordinación. Las aves utilizan el canto para cooperar entre ellas. Los humanos creemos que la naturaleza es competencia y la premiamos entre nosotros.
Por Jennifer Ackerman
Información tomada de La Vanguardia