La actividad física regular es un factor determinante para quienes buscan controlar o prevenir enfermedades cardiovasculares, en particular la hipertensión arterial y los problemas de circulación sanguínea. Especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Sociedad Europea de Cardiología coinciden en que ciertos ejercicios específicos contribuyen de forma directa a mejorar la salud del corazón.
De acuerdo con estimaciones citadas por la Fundación Española del Corazón, mantener una rutina activa puede reducir hasta en 30 % el riesgo de desarrollar hipertensión o sufrir eventos cardíacos graves. Por ello, diversas instituciones de salud recomiendan incorporar ejercicios que aporten beneficios tanto preventivos como terapéuticos.
Ejercicio aeróbico y control de la presión arterial
Los expertos destacan que el ejercicio aeróbico favorece que el corazón bombee sangre de manera más eficiente y que los vasos sanguíneos conserven su elasticidad. En este sentido, caminar a paso ligero entre 30 y 60 minutos diarios puede reducir entre 5 y 8 mm Hg la presión arterial sistólica en adultos con hipertensión, según datos de la Asociación Americana del Corazón (AHA).
Este efecto positivo también se observa en actividades como nadar, andar en bicicleta o bailar, prácticas respaldadas tanto por la OMS como por la Sociedad Española de Cardiología. Además de ayudar a regular la presión, estas actividades mejoran la oxigenación de los tejidos y disminuyen el riesgo de formación de coágulos.
“La constancia es el factor más importante; pequeñas dosis diarias superan a rutinas exigentes y esporádicas”, señala un informe de la AHA.
Cinco ejercicios clave para mejorar la circulación y la presión arterial
Junto al ejercicio aeróbico, la incorporación de rutinas de fuerza moderada y movilidad favorece el retorno venoso y optimiza la distribución sanguínea. El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos identifica cinco ejercicios principales para fortalecer la salud cardiovascular:
- Caminar a paso ligero: ayuda a regular la presión arterial y favorece el control del peso corporal.
- Nadar: activa múltiples grupos musculares y estimula la circulación periférica.
- Ciclismo estacionario o al aire libre: fortalece el sistema cardiovascular y mejora el bombeo sanguíneo.
- Ejercicios de fuerza moderada, como sentadillas o flexiones sin peso: fortalecen los músculos que intervienen en el retorno venoso.
- Estiramientos y movilidad articular: contribuyen a mantener la flexibilidad vascular y reducen la sensación de pesadez en las piernas.
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La combinación de estas prácticas se considera una estrategia eficaz para reducir la dependencia de medicamentos y disminuir el riesgo de complicaciones cardiovasculares. Bajo control médico y supervisión profesional, estas rutinas pueden adaptarse a personas de distintas edades y condiciones previas, una recomendación reiterada en publicaciones recientes de la OMS y difundida por medios internacionales.
Con información de Infobae


