Un hombre permaneció infectado con el virus SARS-CoV-2 durante más de 750 días, presentó síntomas respiratorios persistentes y fue hospitalizado en cinco ocasiones. Falleció por causas ajenas a la infección, informó la revista científica The Lancet.
De acuerdo con la investigación, no se trató de un caso de COVID prolongado, sino de una fase viral que se extendió durante 750 días.
El estudio explica que, a diferencia del llamado “long COVID”, en el que los síntomas aparecen después de la recuperación inicial, en este caso el virus permaneció activo de manera continua.
El investigador William Hanage señaló que, aunque este caso ocurrió en una persona inmunocomprometida, “esta situación puede tener implicaciones directas para la población en general. Por lo que tratar estos casos es una prioridad”.
El paciente, de 41 años, tenía VIH-1 avanzado y contrajo COVID-19 a mediados de mayo de 2020, aunque fue diagnosticado hasta septiembre de ese año. No recibió terapia antirretroviral ni accedió a atención médica.
Durante todo el tiempo presentó problemas respiratorios, dolores de cabeza, dolores corporales y debilidad. El estudio reveló que contaba con solo 35 células T inmunitarias auxiliares por microlitro de sangre, cuando el rango normal es de 500 a 1,500.
Según el análisis genético, la tasa de mutación del virus en su organismo fue similar a la observada en la comunidad. Las mutaciones de la espícula coincidían en posiciones con las halladas en la variante Ómicron del SARS-CoV-2.
Esto sugiere que, dentro de una sola persona, pueden generarse los mismos tipos de cambios que dieron origen a Ómicron, lo que respalda la hipótesis de que estas mutaciones surgen por presiones de selección que el virus experimenta en el cuerpo.