Hermosillo enfrenta la peor paradoja: mientras la sequía aprieta, las soluciones que se discuten en el Congreso podrían incentivar el derroche de agua. La iniciativa de topar las cuotas fijas de agua suena bien, pero amenaza con socavar el futuro y la sostenibilidad de la ciudad.
El Congreso del Estado de Sonora abrió este 3 de septiembre un nuevo periodo de sesiones ordinarias. En la sesión inaugural, cada partido presentó su propuesta de agenda legislativa. Entre los asuntos que se perfilan, destaca una iniciativa impulsada por el diputado David Figueroa y otros legisladores para reformar la Ley de Agua del Estado. La propuesta plantea poner un tope máximo de una UMA (Unidad de medida y actualización), equivalente a 115 pesos mensuales, a las cuotas fijas y al cobro presuntivo de agua cuando la vivienda no cuente con medidor. A primera vista, parece un beneficio para los hogares más vulnerables; sin embargo, un análisis más cuidadoso revela que puede convertirse en una solución equivocada que dañe a la ciudad de Hermosillo.
El problema de la eficiencia en el uso del agua
La propia exposición de motivos de la iniciativa reconoce la gravedad de la crisis hídrica en Hermosillo. Los datos son alarmantes: el consumo promedio de agua por habitante ronda los 400 litros diarios, el doble de lo recomendado por organismos internacionales. Además, se estima que alrededor del 45% del líquido se pierde en fugas de infraestructura.
A esta ineficiencia se suma otro dato contundente: casi la mitad de los usuarios de Agua de Hermosillo carecen de medidor. De los 340 mil usuarios registrados, cerca de 170 mil pagan cuota fija. Esa falta de medidor, lejos de incentivar un uso racional, deriva en consumos mayores que los que tienen medidor. En otras palabras, las viviendas sin medición suelen desperdiciar más agua que quienes cuentan con medidor.
Una solución equivocada
La propuesta legislativa plantea que las cuotas fijas y los consumos presuntivos no superen el valor de una UMA (para este año, 113.14 pesos diarios). Aunque esto parece proteger a los usuarios que carecen de medidor, en realidad manda la señal equivocada: que es más conveniente permanecer sin medición. En vez de avanzar hacia un esquema moderno, eficiente y justo en el que todos tienen consumo medido, la ciudad retrocedería a un modelo de cobro generalizado por cuotas fijas y altos consumos de agua.
El riesgo es evidente. Hermosillo no puede darse el lujo de desperdiciar agua. Es una ciudad marcada por la aridez y la sequía, donde la sustentabilidad depende de administrar con rigor cada metro cúbico disponible. Instalar medidores en el 100% de los usuarios debe ser una prioridad, no un objetivo opcional. Solo así se puede cobrar de acuerdo con el consumo real, incentivar el ahorro, detectar fugas y planear inversiones con base en datos confiables.
León, Monterrey, Saltillo y Mexicali han transitado hacia sistemas de medición de todos los usuarios de agua. Gracias a ello, han logrado reducir fugas, moderar consumos y ofrecer tarifas más equitativas. Hermosillo necesita seguir ese camino, no apartarse de él. Poner un tope artificial al cobro sin medición es, en los hechos, un estímulo perverso al derroche y a la irresponsabilidad.
El futuro depende del cuidado y medición del agua
Está claro que esta iniciativa se inscribe en un contexto de competencia electoral en el municipio de Hermosillo. Pero, más que aprobar iniciativas que premian la ausencia de medición, lo que se requiere es un compromiso serio para universalizar el consumo medido. Ello implica destinar recursos, autorizar financiamientos y expedir disposiciones legislativas para que el organismo Agua de Hermosillo instale medidores en todos los hogares y negocios y les cobre de acuerdo con su consumo medido.
Hermosillo no necesita parches que suenan bien a corto plazo, pero que minan las bases de su futuro. Ojalá esta iniciativa no prospere.