Hermosillo, Sonora.- El 26 de abril de 2021, a las seis de la mañana, un accidente marcó para siempre la vida de Miguel Alán y su familia.

El niño viajaba junto a su madre Sarahí Grijalva rumbo a casa de su abuela, cuando un automóvil conducido por un hombre en estado de ebriedad se pasó el semáforo en rojo en el cruce de los bulevares Cárdenas y Quiroga, al norponiente de la ciudad.
El impacto fue directo en el costado donde iba el niño.
Tras el choque, el esposo de Sarahí trasladó al niño de inmediato a la Clínica 14 del IMSS, lugar al que llegó en paro cardiorrespiratorio.
Dentro del hospital, Miguel Alán sufrió dos paros más: uno de veinte minutos y otro de seis, narró Sarahí.
“Debido al traumatismo del accidente, también tuvo una hemorragia cerebral en la parte trasera de la cabeza, por lo que lo tuvieron que inducir en sedación durante una semana”, narró.
Además de la lesión en el pulmón, los doctores detectaron una hemorragia cerebral en la parte trasera de la cabeza, por ello decidieron mantenerlo en sedación durante una semana.
Ese mismo día, los especialistas advirtieron a Sarahí y a su esposo que, si el niño sufría un nuevo paro, no sobreviviría, por lo que les pidieron entrar a despedirse; momento para el que ninguna madre está preparada.
La incertidumbre sobre si despertaría con daños neurológicos acompañó a su familia durante todo ese tiempo.
Pero contra todo pronóstico, Miguel Alán resistió y respondió favorablemente en las 72 horas siguientes, relató Sarahí.
El niño permaneció un mes bajo observación y una semana más en piso hospitalario.
Sin embargo, Sarahí no imaginaba que este solo sería el comienzo de un proceso agotador para obtener tan solo la más mínima onza de empatía por el causante del hecho.
Los familiares del responsable del accidente se acercaron con palabras de apoyo, pero no cumplieron con la ayuda prometida.
“Hasta la fecha no se han hecho responsables para ayudarlo, hicimos un acuerdo reparatorio, mismo que no ha sido respetado, pues el muchacho se ha negado”, explicó.
Sarahí y su esposo tuvieron que costear por su cuenta las terapias de rehabilitación.
Incluso, relató Sarahí, el joven y su madre dudaron de la veracidad de la lesión que dejó a Miguel Alan sin poder caminar.
“De hecho él y su mamá fueron a la institución a preguntar si era cierto que el niño había quedado así por el accidente o si estaba así antes del accidente, qué más quisiera yo que fuera mentira todo lo que le pasó al niño”, expresó con ironía.
Sarahí pidió que el conductor asumiera su responsabilidad, incluso exentándolo del pago a cambio de enfrentar la justicia.
No obstante, las autoridades no han dado respuesta, a pesar que, desde hace un año, Sarahí interpuso demandas penal y civil, ambas sin avances.
Hoy, Miguel Alán vive con las secuelas del accidente: antes caminaba, pero la lesión medular a nivel del tórax lo dejó sin movilidad en las piernas.
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Aunque no tuvo daño neurológico, lo cual es un alivio para su madre, la familia enfrenta sola el proceso de rehabilitación y la espera de justicia.