Vaticano.- Cardenales de todo el mundo se reúnen desde el 7 de mayo bajo los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo líder de la Iglesia católica tras la muerte del papa Francisco.
Es una reunión que se remonta a la Edad Media, cuando la idea de elegir a un soberano era una idea revolucionaria.
Y al mismo está cargada de mucho misticismo porque sus participantes juran guardar secreto de por vida.
A continuación algunos datos del cónclave que sustituirá al primer pontífice latinoamericano.
Dónde y cuándo
El cónclave inicia el miércoles 7 de mayo y solo termina con la elección de un nuevo pontífice.
Aunque la elección del papa Gregorio X tardó casi tres años en el siglo XIII, la más larga de la historia, los cónclaves modernos suelen durar apenas días.
Los cardenales se reunirán y emitirán su voto en la Capilla Sixtina, una joya renacentista adornada con los célebres frescos de Miguel Ángel, situada en el Palacio Apostólico.
Quién participa
Los 252 cardenales de la Iglesia fueron convocados a Roma tras la muerte de Francisco el 21 de abril y 224 acudieron al funeral el pasado sábado.
Todos ellos tuvieron voz y voto en la elección de la fecha del cónclave, pero solo 135 -los menores de 80 años- pueden participar en la elección.
El 80 por ciento de los “cardenales electores” fueron nombrados por Francisco y proceden de todos los rincones del planeta, incluida regiones que históricamente fueron poco representadas.
Europa no obstante tiene el mayor bloque de votantes, con 53 cardenales, frente a 27 cardenales de Asia y Oceanía, 21 entre Sudamérica y Centroamérica, 18 de África y 16 de América del Norte.
Italia es la nación más representada, con 19 electores. Estados Unidos tiene 10, Brasil siete y Francia cinco.
Secreto y seguridad
La palabra cónclave procede del latín ‘cum clavis’ que significa “bajo llave”, una referencia al encierro en el que viven los cardenales durante el proceso.
Los “príncipes de la Iglesia” se mudan a la residencia de Santa Marta del Vaticano hasta que eligen al nuevo papa.
Las deliberaciones se mantienen bajo estricto secreto so pena de excomunión instantánea.
Los teléfonos inteligentes y cualquier acceso a internet están prohibidos. Los cardenales no pueden leer periódicos, escuchar la radio o ver la televisión.
Cualquier contacto con el mundo exterior está prohibido, salvo por “razones graves y urgentes”, que deben ser confirmadas por un panel de cuatro pares.
Solo los cardenales electores pueden estar presentes durante la votación, aunque otras personas, como médicos, auxiliares administrativos y personal de limpieza pueden entrar en diferentes momentos.
La votación
Los cardenales celebran cuatro votaciones al día -dos por la mañana y dos por la tarde- hasta que un candidato obtiene dos tercios de los votos.
Las papeletas y las notas tomadas por los cardenales se queman en una estufa cada dos rondas de votación.
La chimenea, visible por los fieles desde la plaza de San Pedro, expulsa humo negro si no se logró escoger a ningún papa y una fumata blanca en caso de una elección.
Tras tres días sin lograrse el nombramiento de un pontífice, la votación se suspende para un día de oración.
Cualquier hombre católico adulto puede ser elegido papa, aunque en la práctica casi siempre es uno de los cardenales, con sólo seis excepciones en la historia.
Los cardenales enfermos pueden votar desde la cama.
Qué ocurre después
El cardenal elegido deberá responder a dos preguntas del decano: “¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?” y “¿Cómo quieres ser llamado?”. Si responde sí a la primera, se convierte en papa y obispo de Roma.
El nuevo pontífice se retira a una habitación conocida como la Sala de las lágrimas para ponerse el traje papal.
Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono anuncia “Habemus papam”.
A continuación, aparece el nuevo pontífice e imparte su bendición “urbi et orbi” (A la ciudad y al mundo).