Cada 20 de febrero, el mundo conmemora el Día Mundial de la Justicia Social, una fecha que busca promover el acceso equitativo a oportunidades, derechos y condiciones de vida dignas para todas las personas. Aunque a menudo se asocia con temas como el empleo, la educación y la igualdad de género, la justicia social también está profundamente vinculada con el medio ambiente y la sostenibilidad.
El cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales afectan a toda la población, pero no de manera equitativa. Las comunidades más vulnerables suelen ser las que sufren las peores consecuencias de la crisis ambiental, a pesar de ser las que menos contribuyen a ella. En este contexto, es fundamental entender que la lucha por un mundo más justo también implica proteger el entorno y garantizar el acceso equitativo a recursos esenciales como el agua, el aire limpio y los ecosistemas saludables.
El impacto de la crisis ambiental no se distribuye de manera uniforme. Mientras que algunas regiones cuentan con infraestructura y recursos para adaptarse a los efectos del cambio climático, otras enfrentan situaciones de extrema precariedad. Algunos ejemplos de esta desigualdad ambiental incluyen:
- Escasez de agua: Millones de personas en el mundo carecen de acceso a agua potable, mientras que en otras zonas su consumo es excesivo y derrochador.
- Contaminación del aire: La mayor parte de las industrias altamente contaminantes están ubicadas cerca de comunidades de bajos recursos, lo que aumenta los problemas de salud en estos sectores.
- Pérdida de biodiversidad: La deforestación y la explotación de tierras para la agroindustria desplazan a comunidades indígenas y rurales, afectando su forma de vida y acceso a alimentos.
- Cambio climático y desastres naturales: Las inundaciones, sequías e incendios afectan con mayor fuerza a quienes tienen menos posibilidades económicas para recuperarse.
Estas situaciones evidencian que la crisis climática no solo es un problema ambiental, sino también una cuestión de derechos humanos y justicia social. Para alcanzar un desarrollo sostenible real, es necesario adoptar una visión de justicia social en la toma de decisiones ambientales. Algunas acciones que son sumamente importante son el agua, el aire limpio y la tierra fértil, ya que estas no deben ser un privilegio, sino un derecho básico para todas las personas. Es necesario promover leyes y políticas que protejan estos recursos y eviten su explotación descontrolada.
La lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente no pueden desvincularse de la búsqueda de justicia social. Lograr un mundo más justo implica no solo erradicar la pobreza y la discriminación, sino también garantizar que todas las personas tengan el derecho a un entorno saludable y sostenible.
Lic. Pamela Ibarra Dávila
Presidenta de Cultura Verde A.C