En el artículo anterior expusimos el momento culminante que la historia de la participación de la mujer en política del mundo, tenía frente a sí a propósito de la elección norteamericana.
Pero igual que en el juego de serpientes y escaleras, el tiro de dados el pasado martes 5 de noviembre cayó serpiente y todavía no sabemos cuántos espacios abajo, este juego tendrá que esperar para aspirar de nuevo a que una propuesta femenina llegue a la última fila, porque sin lugar a dudas los estadounidenses votaron NO.
Explicaciones dentro de un entorno de desconcierto van y vienen, y entre las más aceptables o entendibles es que Kamala no entró a tiempo o, por decirlo de otra forma, Biden se tardó.
Pero analicemos esta otra teoría.
En la última semana, la campaña presidencial se declaraba un impenetrable empate; Estados Unidos se encontró en medio de una batalla emocional y psicológica sin precedentes.
En la silla de Kamala Harris, el equipo optó por una estrategia más optimista y racional. Su discurso se centró en generar esperanza y presentar soluciones económicas y sociales.
“Estoy lista para ofrecer ese liderazgo que la gente espera del próximo presidente de Estados Unidos”
Kamala se presentó como una líder que buscaba soluciones comunes y sensatas, enfocada en la unidad y el progreso. Apostando quizá a la suma del lado racional y emotivo de los americanos y americanas.
El discurso se realizó en un evento masivo de cierre de campaña, donde la candidata y otros líderes del Partido Demócrata, se reunieron para exhortar a los votantes a salir a las urnas y, sobre todo, a la mujer en general y especialmente a la de color. Filadelfia fue elegida como el lugar para este evento debido a su importancia histórica y su papel crucial en las elecciones presidenciales, especialmente en estados clave como Pensilvania.
Del otro lado de la mesa de juego, Donald Trump, conocido por su enfoque agresivo y confrontativo, apostó todo o nada a la voz de “que cunda el pánico”. Su discurso final fue una sinfonía de mensajes que activaron botones en el centro emocional en el cerebro de los habitantes de esa nación, generando miedo y preocupación por la seguridad nacional y comunitaria.
“Yo detendré la invasión de criminales hacia nuestro país”
Estas palabras no solo fueron un grito de guerra, sino un disparador emocional que llevó a los votantes a sentir la necesidad de un líder fuerte y protector. La percepción de una “invasión” de criminales, alimentada por mensajes que describían a la Harris como una amenaza a la seguridad, generó una respuesta emocional intensa. En otras palabras, los americanos salieron a comprar un King Kong para su puerta.
El comentado discurso de cierre donde Donald Trump y otros líderes del Partido Republicano se reunieron para exhortar a los votantes a salir a las urnas y apoyar su candidatura se realizó en el Madison Square Garden, elegido como el lugar para este evento debido a su capacidad para albergar a una gran audiencia y su importancia como un lugar icónico en la ciudad de Nueva York.
La muerte súbita es un sistema de desempate en un deporte que se utiliza cuando el marcador está empatado al terminar el tiempo reglamentario; pero esta no solo ha sido una metáfora de la batalla política, sino una descripción precisa de cómo una reacción instintiva influyó en la decisión final. Trump, con su enfoque en el miedo, apuntó al cerebro “reptiliano” y Kamala hacia la esperanza y razón, y aunque cimbró, no logró igualar el impacto emocional de su oponente.
A los estadounidenses los invade una extraña cruda moral, provocada por las segundas terceras reacciones humanas generadas cuando llega el sentimiento y la razón que se observa en cada uno de los análisis políticos post electorales.
“Solo en la oscuridad profunda realmente se ven las Estrellas, afirmó Kamala Harris en su discurso de cierre, monumental, por cierto. La desventaja de esa poderosa frase, es que en la oscuridad el hombre por instinto, se duerme.
Es vital permanecer atentos, y ver qué sigue.