“Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo”.
Eckhart Tolle
Hay personas que les cuesta trabajo mantenerse en silencio, caminan con demasiados ruidos. Se les observa inquietos, moviéndose, como si tuvieran prisa, muchos pendientes, buscando algo y hasta cierto punto extraviados.
Sin duda, somos esencialmente buscadores: buscamos placer, bienes materiales, reconocimiento, poder, amor, salud, hasta sabiduría.
Tendemos a buscar todo lo que parezca importante para sentirnos bien. Pero en esta búsqueda también necesitamos estar conscientes de la insatisfacción en la que nos movemos.
Podemos lograr lo que queremos, pero para cuando lo logramos ya estamos en la búsqueda de algo más, lo que nos mantiene en una lucha constante.
Hasta aquí, podría fluir sin problema la vida y seguir adelante, pero esa insatisfacción de la cual a veces no somos conscientes, aún cuando expresamos esa necesidad, ese vacío, nos lleva a creer que lo que buscamos es “imposible”, y lo imposible queda en lo imposible, nos limita y no deja avanzar en la búsqueda porque no reconocemos, ni valoramos lo que logramos.
Por lo que se recomienda tomar consciencia a través del contacto consigo mismo, a través del silencio de todos los ruidos, sean internos o externos de lo que se ha logrado.
Utilizar la respiración consciente, pausada, inhalando y exhalando, para que lo que hemos logrado y tenemos nos ayude a sentirnos plenos, realizados, autorrealizados, diría Maslow.
Con la confianza, a través de esta conexión desde lo interno con lo externo, de nuestras capacidades, nuestro potencial, nuestro valor, nuestra afinidad con el mundo, con la vida, con el universo, con lo divino.
Finalmente, entrar en el reino interior, diría Spezzia, la intención no es encontrar la meta o el final, sino la paz de un ser que desea disfrutar su vida y compartirla.
Recordemos que “cuando hay una tormenta las aves se esconden, pero las águilas vuelan más alto”.