“O ya no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo”
Carlos Monsiváis
La frase de Monsiváis se ajusta a lo que Teresita Pérez Herrera, funcionaria de casilla en el pasado proceso electoral, expresa al sentirse “atontada”, “traicionada”, “estafada” y “burlada” después de una semana de los comicios donde ni ella ni muchos esperaban un desenlace político como el que se dio el pasado 2 de junio.
Porque, según ella y algunos analistas de lo que sucedió en la elección pasada, no terminan de asimilar e interpretar lo que realmente pasó ese día y terminó con una victoria abrumadora del gobierno y su partido en la mayoría de los cargos electivos en juego.
Y les asaltan dudas importantes: ¿Se merecían esos triunfos?, ¿las oposiciones no hicieron el trabajo que se esperaba ni postularon a los candidatos idóneos para dar una real competencia?
¿Cómo explicar el caso de Aguascalientes, por ejemplo, donde el PAN y la alianza ganaron todo incluyendo la Presidencia de las República, las senadurías, las tres diputaciones federales, las 18 diputaciones locales y la mayoría de los ayuntamientos? ¿Cómo le hicieron?
O aquellos lugares donde las oposiciones ganaron importantes capitales de estados como Guadalajara, Hermosillo, Monterrey, Mérida y Colima. ¿Cómo le hicieron?
O el fracaso del famoso plan “C” de Morena, que buscaba obtener 12 senadurías de primera minoría y las oposiciones ganaron 28: 25 la alianza PAN-PRI-PRD, 2 Movimiento Ciudadano y 1 el PAN.
Muchos ciudadanos como Teresita Pérez no terminan de explicarse cómo gobiernos municipales y estatales de tan mala calidad y tan ineficientes lograron el éxito electoral, unos vía la reelección (presidentes municipales) y otros (legisladores) que nunca hicieron gestiones para sus representados y solo se plegaron a lo que los gobernadores y el presidente les ordenaba, obedeciendo silenciosamente, sin chistar y degradando la actividad política: ¿Cómo fue que se reeligieron con amplios márgenes de diferencia? ¿Qué pensaron los ciudadanos a la hora de reelegirlos?
¿Que hubo una injerencia desmedida del presidente Andrés Manuel López Obrador —contrario a la ley— tanto en el proceso interno de su partido para seleccionar candidaturas, así como para atacar a sus adversarios y a las oposiciones al descalificarlas y fortaleciendo el discurso de que votar por ellos sería un regreso al pasado? Sí.
¿Que en las entidades gobernadas por Morena los principales operadores políticos de la elección fueron los gobernadores, que no repararon en gastos ni en recursos públicos para hacer ganar a sus candidatos? Sí.
¿Que la prioridad presidencial como línea política a sus operadores, además de la elección por la sucesión, fue la de los diputados y senadores para buscar la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión y así realizar las reformas pendientes del presidente antes de que entregue el poder el 1 de octubre? Sí.
¿Que se puede hablar de una “elección de Estado” por el enorme despliegue de recursos públicos puestos a disposición de los candidatos de Morena en todos los niveles, empezando por los miles de “siervos de la nación” pagados por el gobierno que desde 2021 iban visitando casa por casa recordándole a los ciudadanos los programas sociales, el autor de estos y que deberían estar agradecidos? Sí.
¿Que logró penetrar en la sociedad el discurso del “regreso al pasado” para todavía acusar a los gobiernos del PRI y el PAN —los neoliberales (sic)— de los principales problemas sin solución del gobierno de la 4T, culpándolos de heredarles lo que no han resuelto de fondo como la inseguridad y la salud? Sí.
¿Que en la mayoría de los casos de realizó la elección en general con la docilidad de los organismos electorales, muchos de ellos descaradamente obedeciendo la línea oficial? Sí.
¿Que le funcionaron al gobierno medidas de política económica planeadas electoralmente, como el incremento de los salarios mínimos y la duplicación de los recursos que reciben los pensionados mes a mes para favorecer el voto de los candidatos de la llamada 4T? Sí.
Todavía no terminan de caer muchos elementos de juicio para entender a fondo lo que pasó el domingo 2 de junio y no hay que irse con las explicaciones facilonas de aquellos “que ya sabían lo que iba a pasar” desde antes, o que con sus facultades de predicción política ya se habían adelantado.
Creemos que ni en el mismo partido del gobierno sabían lo que iba a pasar y entre las oposiciones se creyó que se iba a cerrar la elección presidencial, y que tenían buenas posibilidades de ganar la Ciudad de México y Veracruz, por ejemplo, o que el PAN iba a retener todas sus posiciones en los gobiernos estatales en juego.
Quedará pendiente —quizá para el mes de agosto— la integración final del Congreso de la Unión, cuando se terminen de definir las posiciones de representación proporcional en ambas cámaras.
En la semana vivimos un adelanto deplorable de la Secretaría de Gobernación donde anunciaba con bombo y platillo la mayoría calificada (2/3 partes seguras de diputados y senadores). Arrogándose facultades que le corresponden al INE, la secretaria Alcalde dio números alegres en la “mañanera” incrementando la sobre representación de los partidos que integran la alianza de Morena, sobre todo el Verde Ecologista, para tratar de mandar el mensaje de que tendrán mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión, lo que es falso.
Igual han actuado en el Congreso de la Ciudad de México, para evitarse problemas de nombramientos de funcionarios, como ha sucedido en el pasado reciente. Ahí, Morena y sus aliados no alcanzaron por un diputado la mayoría calificada, aún cuando ya lo habían anunciado.
La estrategia de engañar con cifras alegres sobre la integración de las cámaras solo ha logrado alterar a los mercados con caídas de la bolsa de valores y la depreciación del peso frente al dólar. Son solo las primeras expresiones de la confusión y los problemas que se han vivido a una semana de la elección, más por los intentos de agandalle del partido oficial que por el comportamiento de las oposiciones.
¿Qué sigue? Los partidarios de las teorías de la conspiración dirán que todo está perdido, que las oposiciones están muertas y no hay nada qué hacer. Sin embargo, hay que recordarles que México es plural y se ha negado siempre a que una sola corriente política gobierne y tome decisiones. Así lo experimentó el PRI los años que gobernó, con turbulencias y conflictos, y tuvo la necesidad de reformar todo para integrar gradualmente a sus opositores y a las diversas corrientes de pensamiento; hasta que perdió el poder. Así lo experimentó el PAN, que anunciaba haber llegado para quedarse y solo se mantuvo dos sexenios en el poder. Morena va para su segundo sexenio y en política, —la historia lo demuestra—, nadie gana para siempre, ni pierde para siempre.
Es imperativo fortalecer los pocos contrapesos que quedan, los partidos de la oposición deberán entrar en un serio proceso de autocrítica y reformas, e incrementar los niveles de debate y participación política en el México plural sin dueño, que todavía demanda se atienda una realidad compleja y difícil que está más allá del triunfalismo de unos y el pesimismo de otros. La elección ya pasó, pero los problemas y las realidades siguen. Mucho qué hacer en el mediano plazo.
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