Dedicado a la Dra. Margaret Wilder
Agradezco la invitación que me hizo la Escuela de Geografía, Desarrollo y Medio Ambiente de la Universidad de Arizona para participar en el panel titulado “Ambientes humanos: Imaginarios del presente y del futuro de la Frontera México – Estados Unidos”. Este evento es en homenaje a la Dra. Margaret Wilder en ocasión de su retiro.
La geografía nos une, ¿la cultura nos separa?
Sonora y Arizona comparten el mismo hábitat, el mismo ecosistema. Dicho de otra manera, enfrentamos los mismos retos del clima y el desierto de Sonora. En muchos sentidos es una región privilegiada. Alguna vez, el Profesor Robert Varady me comentó que Arizona no está tan expuesta a los desastres naturales (terremotos, incendios, tornados, tormentas invernales) como otras regiones de los E.U. y eso la hace atractiva para los que migran del MedioOeste. Eso vale también para Sonora. Su clima seco puede incluso ser considerado saludable. Ambos enfrentan actualmente los retos de la sequía y el cambio climático.
En esta región se han establecido comunidades humanas diversas cada vez más pobladas y prósperas gracias al comercio y la inversión en manufactura. El intercambio económico parece ser cada vez más intenso. La migración de México a los E.U. ha sido constante durante más de un siglo.
Por otro lado, existen grandes tensiones. Del lado estadounidense persiste el racismo y la segregación exacerbada por las desigualdades socioeconómicas. Sin embargo, se aprecia un creciente cambio cultural y étnico de los E.U. que pudiera reducir las diferencias en el futuro. Las tensiones políticas actuales tanto en migración como en el gobierno serán determinantes para el futuro de la frontera y la relación entre ambos países.
Del lado mexicano, se da una mezcla de admiración a la prosperidad estadounidense y de resentimiento nacionalista por la historia de conflictos pasados. Sin embargo, el país es cada vez más dependiente del comercio con los E.U. y los mexicanos hemos adquirido muchos valores de la cultura estadounidense. Pero también aquí el régimen político autocrático pudiera alterar el rumbo trazado por los tratados comerciales de los gobiernos llamados neoliberales.
Dos imaginarios
Hay dos grandes escenarios: la divergencia o la convergencia.
La divergencia es la que puede exacerbarse con el avance de las ideas Trumpistas de que los E.U. está siendo invadido por inmigrantes y de que está perdiendo su grandeza. Esto se aprecia de manera concreta en la construcción del muro fronterizo.
Del lado mexicano veo más remoto que se busque un distanciamiento con los E.U. pero no sería impensable un escenario en el que, siguiendo la ruta de otros países latinoamericanos, se rompa con los E.U. en aras de un nacionalismo exaltado.
En este caso de darse la divergencia, ambos países perderían mucho.
En cuanto a la convergencia, siempre he considerado que lo que seguía de los tratados de libre comercio es algo similar a una relación como la de la Unión Europea. Ahí se mantienen las culturas y nacionalidades, pero se une la economía y los esquemas legales. Éste ha sido el mayor período de paz y prosperidad para Europa, no veo porque no pueda serlo también para América del Norte. Sin perder ni renunciar a su cultura, México pudiera tener una unión económica con los países del norte que incluya migración y mercados de trabajo. Este es el camino que se ha trazado y en ese camino hay que seguir avanzando.
Ahora mismo, en Arizona se debate la posibilidad de construir una gran planta desaladora en Puerto Peñasco. Sobre este asunto, la Dra. Wilder, como académica arizonense, ha manifestado su preocupación por los efectos ambientales de un proyecto de este tipo en el Golfo de California. Espero que, a pesar de su retiro, pueda seguir trabajando en éste y otros temas que atañen a nuestro ecosistema. La convergencia se manifiesta también en la cooperación creciente entre instituciones académicas de Arizona y de Sonora, en muchos profesores, centros y escuelas que trabajan por hacer de nuestra región una más equitativa, próspera y sustentable.