Hermosillo, Sonora.- “Me di cuenta que en un día podía comerme un elefante en pedacitos”, es el testimonio de Patty, miembro del grupo Comedores Compulsivos Anónimos, una solución para tratar la adicción a la comida desde 2007 en Hermosillo.
“Me daba cuenta que comía a escondidas, que comía lo que alguien más dejaba, no podía guardar nada, no había manera de detenerme, no podía parar hasta que le veía el fondo a la bolsa o al paquete”, recordó la integrante del grupo.
Su experiencia es similar a la de Lucía, quien, tras probar dietas extremas en las que podía durar hasta tres días sin comer, llegó a tocar fondo ingiriendo pastillas de origen sospechoso con la esperanza de perder kilos extra. “Cuando yo buscaba bajar de peso ni preguntaba si estaba certificado por el Sector Salud”, dijo.
‘Carmen’, joven foránea que llegó a Hermosillo para estudiar la universidad, comentó que cuando hay un problema con la comida te da igual si ingieres una rebanada de pizza o una de tamaño familiar por sí sola.
“Llegué pesando 70 kilos y subí a 80, pero bajé de peso y en pandemia me fui de recaída y subí hasta 95 kilogramos”, contó.
Testimonios como el suyo son comunes y se comparten a diario en la sala de juntas del grupo Esperanza y Recuperación, en la colonia Centenario, en un segundo piso rodeado de restaurantes, bares y olores que al terminar la reunión ponen a prueba la fuerza de voluntad de los miembros de la agrupación.
Cuando la comida se convierte en problema
Fundado el 19 de enero de 1960 en Estados Unidos (EEUU), la agrupación llegó a México a finales de los años ochenta y a Hermosillo en marzo de 2007.
Actualmente Esperanza y Recuperación es el único en la ciudad y tiene reuniones todos los días, pues se trata de una comunidad de ayuda mutua donde las personas van y comparten su experiencia y situaciones con la comida, de tal forma que otros se sientan identificados y reconozcan cuando existe un problema.
“Cuando yo llegué al programa pensaba que no tenía un problema, pensaba que comía porque era un mañosa, pero aquí me di cuenta que la enfermedad se manifiesta física, mental y espiritual, yo pensaba que no tenía remedio y aquí encontré la solución”, compartió Paty.
Para ella, Comedores Compulsivos Anónimos fue su último recurso, luego de haber probado dietas, nutriólogo, pastillas, masajes, inyecciones y tras perder a gran parte de su familia por problemas de diabetes y padecimientos derivados a la mala alimentación.
‘Lucía’ reconoce que llegó al programa sintiéndose desahuciada y cansada de hacer dietas, pues desde niña tuvo sobrepeso y al llegar a la adolescencia nunca dio el famoso “estirón”.
“Fue hasta que una amiga me vio y me dijo: ‘has subido de peso, no te ves bien’, y ella me dio el mensaje, me habló de este programa y hace 25 años que entré”, comentó la mujer, quien al ser se los miembros más antiguos del grupo ha visto pasar por ahí también personas con bulimia, anorexia y otros problemas del mismo tipo.
“Sólo por hoy” y “Un día a la vez” son de las frases que más se escuchan en el lugar, pues la comunidad sigue los 12 pasos de recuperación que son la base del grupo de Alcohólicos Anónimos.
¿Cómo y dónde es una reunión?
En cada junta, quien quiera compartir algo, pasa a la tribuna y narra cómo fue su día y explica las situaciones que vivieron en donde estuvo involucrada la comida de algún modo.
Al ser una agrupación anónima no es necesario decir el nombre real, por lo que cada quien acude a platicar, escuchar y aportar algo de su día.
“En la sociedad festejamos con comida, en las situaciones malas también comemos, yo no me daba cuenta de cuántas veces comía, siempre pensaba que comía poquito hasta que una vez tuve que escribir como era en el día a día, me di cuenta que en un día podía comerme un elefante en pedacitos”, dijo “Patty”.
Al ser la adicción a la comida difícil de aceptar y superar —pues a diferencia del alcohol o las drogas la comida se ocupa para vivir— las recaídas son frecuentes, explicó ‘Carmen’, quien la primera vez que llegó tenía 20 años, bajó de peso y pensó que podía sola, por lo que se alejó del grupo y al tiempo regresó pesando 95 kilos.
“Pensé que podía, me confíe mucho, creí que había aprendido, me alejé del programa, de los compañeros y poco a poco la comida fue ganando terreno”, narró la joven, quien hizo hincapié en que Comedores Compulsivos Anónimos es para todo tipo de personas y que el programa solo es un complemento y no está “peleado” con la idea de ir al nutriólogo, al psicólogo o buscar ayuda de otro tipo.
Los encuentros son de lunes a miércoles por la tarde de forma presencial de 6:00 a 7:30, los sábados de 5:00 a 6:30 y los domingos de 11:00 a 12:30. Los martes y los jueves se juntan virtualmente de 6:00 a 7:00 de la tarde.
El número disponible para obtener información de las reuniones es el de ‘Patty’ 66 21 23 28 35 y la ubicación es avenida Galeana 49 en la colonia Centenario.