“En el principio que creó Dios los cielos y la tierra, la tierra era caos, confusión y oscuridad; y Dios dijo: hágase la luz, y la luz se hizo”.
Desde el comienzo mismo como seres humanos traemos un vínculo especial y creemos en algo más.
Unos más, otros menos, pero todos los seres humanos conservamos la bendita esperanza de esta existencia que nos acompañará en nuestro recorrido por este mundo y después de este mundo.
Algo superior, algo más que nosotros, algo más poderoso, algo que consideramos omnipotente, que nos conecta con la fuerza, la sabiduría, la inteligencia, el valor, el poder, la paz, armonía, iluminando nuestro camino.
Lo que se nos transmite desde nuestros inicios como sagrado, se conserva durante toda la vida; retornar a Dios es retornarnos al principio.
Incluso la Biblia, el libro sagrado para nosotros, empieza con las palabras “en el principio” no sólo en el Génesis, sino también en el Evangelio de Juan, que dice: “porque Dios se halla siempre en el principio”.
¿Dónde estamos nosotros?
¿Acaso nos fuimos de paseo?
Eckhart Tolle menciona que Dios está en casa y nosotros salimos a dar un paseo.
A veces estamos en casa a oscuras, con sufrimiento, en la pobreza. Otras, estamos en casa con luz, alegría y riqueza. Esto es: algunas veces vivimos en el caos.
Independientemente de quién creemos que somos, dónde estamos, a dónde vamos, qué hacemos; el ser humano necesita darse cuenta que todos perseguimos el mismo fin: la liberación y el despertar humano.
Pero para entender, comprender y aceptar a los demás es necesario entenderse, comprenderse y aceptarse a sí mismo, pero discutimos, nos embrocamos y peleamos hasta con nosotros mismos.
Como vamos a poder sumar a los otros, que también es uno mismo, en este fin y objetivo común.
Nos encontramos con personas y a veces hasta nosotros mismos, cuyo objetivo es tener y usar mucho, no SER MUCHO. Cada vez más apegados a las cosas, en vez de a la vida y al crecimiento.
Para concluir es necesario reflexionar sobre la importancia de estar presentes hoy, desde lo más profundo de nosotros mismos, darnos cuenta del riesgo que corremos con tantos distractores de vivir como cosa, de alienarnos más y perder de vista lo que sí tiene que ver con la existencia humana: ser desde el SER.
“Tu esencia jamás se pierde, solamente duerme hasta que tu despiertes”.