Después de diez años de desarrollo, un grupo de científicos crearon un mapa tridimensional bajo el nombre del Proyecto Cerebro Humano (HBP, por sus siglas en inglés), que busca comprender mejor trastornos y enfermedades mentales
“Uno de los desafíos científicos más complejos”, llegó a su conclusión, celebró esta semana la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En la iniciativa participaron 155 instituciones de 19 países de la Unión Europea, dedicadas a investigaciones sobre la morfología, estructura y funciones del cerebro humano.
Según la UNAM, gracias al HBP, la comunidad científica internacional ahora cuenta con un nuevo conjunto de más de 3 milpublicaciones especializadas, un detallado atlas tridimensional del cerebro y una infraestructura de investigación digital llamada EBRAINS.
El investigador de la UNAM, Luis Tovar y Romo, del Instituto de Fisiología Celular, explicó que los científicos del HBP utilizaron estudios microanatómicos y una tecnología específica para desmontar y analizar partes de 10 cerebros humanos (cinco de hombres y cinco de mujeres), obtenidos post mortem.
Luego, reconstruyeron cada uno como un rompecabezas para formar un mapa tridimensional, indicando las regiones del cerebro conectadas y su papel en el pensamiento lógico y la integración de señales sensoriales.
El atlas tridimensional del cerebro, comparado por algunos científicos con Google Maps, permite a los neurocientíficos entender la conectividad funcional entre diferentes regiones cerebrales, aseguró la UNAM.
“Esta herramienta funciona como una guía para identificar circuitos y conexiones funcionales, similar a cómo consultamos Google Maps para navegar de un punto A a un punto B“, señaló el investigador universitario.
En cuanto a las aplicaciones prácticas, la UNAM afirmó que la vasta cantidad de información generada por el Proyecto Cerebro Humano abre la posibilidad de abordar con éxito ciertos padecimientos y deficiencias físicas relacionadas con el cerebro.
La UNAM menciona específicamente el desarrollo de interfaces tecnológicas e implantes cerebrales para restaurar conexiones en casos de pérdida de la vista y comprender mejor trastornos como el espectro autista, obsesivo-compulsivo, y enfermedades mentales como la esquizofrenia.