En estos días festivos, me he dedicado a leer un libro que tenía pendiente y que he disfrutado mucho. Se trata del libro Infancia de agua, tierra y sol. La vida en Etchojoa a mediados del siglo XX, de Jorge Luis Ibarra Mendívil. El libro salió publicado a principios de este año 2023 aquí en Hermosillo.
Testimonio para la historia
El libro de Jorge Luis Ibarra es el libro que todos quisiéramos escribir; o el libro que nos gustaría que hubieran escrito nuestros padres, abuelos o simplemente quienes pudieran dejar testimonio de cómo fueron las comunidades en las que les tocó crecer. Me gustaría contar con libros como este sobre muchos otros pueblos en tiempos pasados.
Jorge Luis Ibarra nos lega un documento valioso para la historia de Etchojoa y para toda la región del Mayo. No es una autobiografía que retrate su infancia y primera juventud. Ni siquiera es una historia de su familia y parientes. Es mucho más que eso. Es la radiografía de cómo era la sociedad de Etchojoa en las décadas de los cincuenta y sesenta; es la sociología de esta comunidad que nos va describiendo cómo eran el ejido y los agricultores; los lugares, las casas y los espacios públicos; las diferentes familias y sus microhistorias; los diferentes sucesos como la inundación de 1964, o la trágica muerte de una niña que se quemó, o las festividades de los Mayos. El libro retrata cómo era y cómo vivían los hombres y mujeres de esos años en ese tiempo específico.
Muchas personas de abstienen de escribir y publicar sus memorias y remembranzas por temor a ofender a las personas referidas o por pensar que no les va a agradar que se hable de ellos. Sin embargo, considero que el libro de Ibarra Mendívil salva muy bien ese escollo y nos da una muestra de cómo se puede escribir memorias sin agraviar a los personajes mencionados. No es un libro de buenos y malos, ni se dedica a sacar trapitos al sol. El tono con que se refiere a las personas es siempre positivo y se puede decir que hasta afectuoso. En palabras del autor: “cada palabra, cada frase, cada oración aquí escrita está guiada por el amor, la gratitud y el deseo de realtar aquello que engrandeció y fortaleció nuestro carácter. Soy totalmente ajeno a la ofensa, la burla o la denostacción”. Es así como se refiere a muchos personajes y familias del pueblo, como, por ejemplo, su tío Jesús Ramírez, Juan Chin, don Efrén Elías, o de Tato el Loco, entre muchos otros.
Pasajes memorables
Si bien el libro es de especial interés para los miembros y descendientes de las familias de Etchojoa, también retrata una época cuyos modos y caraterísticas recordamos los que vivimos esos años, pero que ya no volveran.
Menciona, por ejemplo, las historietas ilustradas como Tarzán, Chanoc, Alma Grande o Memín Pingüín. Las revistas Selecciones, Mecánica Popular, Confidencias, o la propaganda religiosa de Atalaya o La Pura Verdad. Esa década trajo también los aparatos electrodomésticos: lavadoras, licuadoras, refrigeradores. También surge la ropa sport y los pantalones de mezclilla.
En las fotos de los grupos escolares llama la atención el tamaño de los grupos de casi cincuenta niños. En la escuela “convivíamos todos sin exclusión ni marginación alguna, aunque ésta ocrurría a veces, sin dolo o mala intención, con los alumnos provenientes de la Otra Banda.” La condición indígena de algunos les causaba dificultades para expresarse en la “castilla”. En esos tiempos la relación de los alumnos con los maestros “era estrictamente vertical”. “Los mayores mandaban y castigaban y los niños obedecíamos. Los castigos y las amenazas eran infrecuentes pero a veces los maestros golpeaban a los estudiantes con reglas de medir, les lanzaban gises o borradores y los obligaban a permanecer sobre un solo pie bajo el sol o sobre el piso caliente con altas temperaturas.”
Cierro con una breve descripción del Ramadón: “lugar mágico e imprescindible …de la cultura y tradiciones de los mayos. Ese lugar, pequeño en tamaño, pero grande en significado, ejercía una fuerte atracción que nos hacía pasar horas disfrutando y maravillándonos de los cantos, bailes y rituales que por días enteros y en forma ininterrumpida ahí se practicaban”.