Los senadores deberían de escuchar a directivos y directivas del deporte antes de someter a votación del pleno camaral el yerro aprobado ayer en comisiones del Senado con un proyecto legislativo que busca homologar salarios entre hombres y mujeres.
Es cierto que México tiene una deuda histórica para lograr piso parejo en las mismas actividades que realizan ambos géneros.
En el ámbito deportivo, no se diga, existe una brecha enorme, entre los salarios que percibe una jugadora y jugador de futbol, tan solo por poner un ejemplo. Eso no se puede negar para abrir el debate e iniciar la revisión en pro de condiciones más justas para ellas, pero el deporte tiene muchos más elementos que la de una clásica contratación patronal con su empleado de una fábrica. La dinámica es diferente a la base laboral trabajadora que impide fijar las percepciones a partir de la Ley de Salarios Mínimos y jornadas de ocho horas.
La diferencia de salarios también existe entre futbolistas varones: un jugador del América es fichado por dos millones de pesos al mes o mucho más y goza de ciertas concesiones como auto y vivienda. En cambio, otro jugador del mismo equipo es contratado por 20 mil pesos, pero debe arreglárselas con su vivienda, movilidad y alimentación. En el deporte como en muchas otras actividades vale miles o no si se goza de cualidades especiales y si se es popular: la fama, los patrocinios para el club al que perteneces y para el individuo, el rating en televisión y mucho más hacen trajes a la medida.
En el boxeo sucede algo similar. En una pelea de campeonato El Canelo Álvarez gana 50 millones de dólares mientras su rival apenas llega a los 10 millones. De hecho, al propio Consejo Mundial de Boxeo le cuesta demasiado trabajo posicionar mediáticamente a otros grandes campeones mexicanos porque El Canelo, aunque querido y odiado, se lleva de calle los reflectores entre los campeones del mundo y nacionales, por lo que involuntariamente disminuye los ingresos del resto de sus colegas y campeones mundiales de nuestro país. Pero no es culpa del boxeador jalisciense. Por eso hasta el salario de base podría ser injusto fijarlo igual.
Fue una equivocación de las comisiones del Trabajo que preside Napoleón Gómez Urrutia, de Equidad y Género de Martha Lucía Micher y de Estudios Legislativos, no escuchar a Mariana Gutiérrez, presidenta de la Liga Femenil de Futbol, como lo volvió a pedir ayer en una carta enviada al Senado, en la que demanda foros abiertos antes de legislar en el pleno. Todos tenemos una deuda con deportistas amateur y con las mujeres profesionales, debemos coadyuvar a mejorar sus ingresos, pero en ánimo de buscar una igualdad de base, los legisladores pueden poner en riesgo las ligas deportivas, a las boxeadoras y otras deportistas, porque en gran medida son las audiencias las que mandan.
UPPERCUT: ¿Qué pasa en la cabeza de quienes normalizan y defienden la inclusión de militantes de un partido o que trabajan para un gobierno volverse ministro de la Suprema Corte? ¿Qué argumentan? ¡Al diablo las instituciones!
POR ALEJANDRO SÁNCHEZ
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