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sábado, noviembre 23, 2024

Dinero para Salud

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Los dolores más grandes de cabeza de la actual administración federal han sido básicamente dos: la seguridad y la salud públicas.

Este último ha sido un dolor de cabeza autoinfligido, ya que si bien el sector no estaba exento de problemas antes de 2018, éstos comenzaron a multiplicarse a partir de malas decisiones tomadas por el Presidente López Obrador.

El mayor error sin duda fue la desaparición del Seguro Popular para sustituirlo con el fallido INSABI, decisión que dejó en los últimos 4 años a más de 30 millones de mexicanos sin acceso a servicio médico.

Luego vinieron los cambios en los esquemas de compra de medicamentos que desataron problemas de desabasto, en combinación con recortes al presupuesto de la Secretaría de Salud federal, lo que como resultado debilitó programas de alta importancia a cargo de esta dependencia, como el de vacunación.

Generalmente, cuando un paciente recibe un tratamiento y éste le cae mal, lo más natural es que el médico analice un cambio en las medicinas que está recentando o bien al menos ajuste la dosis de lo que ya está suministrando.

Retomando esa analogía, donde el médico es el Presidente López Obrador, pareciera que insiste en dar el mismo tratamiento a su paciente (la Secretaría de Salud) y ahora para 2024 prevé aplicarle un recorte de más del 50% a su gasto.

Este tema fue analizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), y en una nota informativa que tituló “Sube y Baja de los Recursos para Salud”, puntualiza que en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) para 2024 el Gobierno federal propone un recorte al presupuesto de la Secretaría de Salud de -55.8%, pero reasigna un monto similar (128 mil 624 millones de pesos) al organismo público descentralizado IMSS-Bienestar, el nuevo encargado de brindar atención médica gratuita en el país, en sustitución del fallido INSABI.

Ese redireccionamiento de recursos a IMSS-Bienestar, advierte, significará para 2024 un recorte de 34 mil 264 millones, -41.2% en términos reales con respecto a 2023, al Programa de Atención a la Salud de la Secretaría de Salud, el cual brinda atención de alta especialidad a personas sin seguro social.

¿Qué va a pasar con ese programa y el recorte de recursos que enfrentará? ¿Se traducirá en una menor atención de alta especialidad a pacientes que no cuentan con seguridad social?

La realidad es que hoy nadie lo sabe a ciencia cierta, ya que por otra parte, aún no se expiden las reglas de operación de IMSS-Bienestar, por lo tanto no se sabe con exactitud los alcances que tendrá su funcionamiento y si compensará los recursos perdidos por los programas de la Secretaría de Salud.

Por otro lado, el IMCO señala que los cambios anteriores en las instituciones de salud han resultado en una evidente disminución en la disponibilidad de este servicio.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022, actualmente hay 50.4 millones de personas que mencionaron no contar con acceso a instituciones de salud, lo que representa el 39.1% de la población nacional, mientras que en 2018 esa situación la padecía sólo el 16.2%.

Además, el IMCO añade que el 40% de los recursos enfocados a salud serían gastados exclusivamente en remuneraciones del personal.

Finalmente, el organismo identifica como un grave problema la inestabilidad legal y administrativa de los programas destinados a atender a la población sin seguridad social.

Enumera que en tan solo cuatro años, se ha transitado por tres modelos diferentes: el Seguro Popular, el INSABI y el IMSS-Bienestar.

Esta constante reconfiguración, puntualiza, plantea interrogantes sobre la efectividad y la consistencia de las políticas de salud, lo que pone en entredicho la capacidad del sistema para abordar de manera eficaz las necesidades de la población más vulnerable.

El IMCO concluye que aunque el presupuesto general propuesto para la salud en 2024 presenta un incremento real del 2% con respecto al año anterior, particularmente en los recursos para servicios personales y el gasto en obra pública, un reto que persiste es la disminución de recursos para la atención de temas sensibles para la población como es el caso de la vacunación.

Definitivamente, cambiar los modelos de atención con laxitud y recortar o transferir el presupuesto del sector, han sido malas decisiones con un alto costo social, pero por lo visto, todo indica que es una lección que aún no han aprendido en Palacio Nacional.

Twitter: @gomezreyna

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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