Por Nicole Winfield y Justin Spike
BUDAPEST, Hungría, 30 de abril (AP).— El Papa Francisco instó a los húngaros a abrir sus puertas a otros el domingo, y pidió el fin de la guerra rusa en Ucrania y que Europa recibiera a migrantes y pobres, al final de una visita a Hungría el fin de semana.
Francisco hizo su petición desde las orillas del Danubio, en una misa en la Plaza Kossuth Lajos junto al Parlamento de Hungría y el famoso Puente de las Cadenas.
La misa era la cita destacada en los tres días de visita de Francisco, dominados por la preocupación del Vaticano por la situación en la vecina Ucrania.
Unas 50 mil personas participaron en la misa, según dijo el Vaticano citando cifras de la organización local, 30 mil de ellas en la misma plaza en una luminosa mañana de primavera. Entre ellos estaban la Presidenta Katalin Novak, y el Primer Ministro, el populista conservador Viktor Orban, cuyo tibio apoyo a Ucrania ha molestado a otros miembros de la Unión Europea.
Francisco ha elogiado la reciente bienvenida húngara a refugiados ucranianos. Pero ha desafiado las duras políticas antiinmigración de Orban, que en 2015 incluyeron levantar una cerca de alambre de cuchillas en la frontera con Serbia para impedir que la gente cruzara.
A su llegada, Francisco instó a Hungría y a Europa a recibir a los que huían de la guerra, la pobreza y el cambio climático, y pidió corredores seguros y legales para los migrantes.
“Qué triste y doloroso es ver puertas cerradas”, dijo Francisco en su homilía del domingo en el Danubio.
“Las puertas cerradas de nuestro egoísmo hacia otros, las puertas cerradas de nuestro individualismo en una sociedad de creciente aislamiento, las puertas cerradas de nuestra indiferencia hacia los desfavorecidos y los que sufren, las puertas que cerramos a los que son extranjeros o distintos de nosotros, hacia los migrantes o los pobres”, dijo Francisco.
En una última plegaria al final de la misa, Francisco rezó por la paz en Ucrania y “un futuro de esperanza, no de guerra; un futuro lleno de cunas, no de tumbas; un mundo de hermanos y hermanas, no de muros”.
El pontífice, de 86 años, ha intentado hacer un equilibrio diplomático entre sus peticiones de que termine la guerra, expresar su solidaridad con Ucrania y mantener la puerta abierta a un diálogo con Moscú. El sábado rezó con refugiados ucranianos y después se reunió con un enviado del patriarca ruso Cirilo, que ha apoyado con firmeza la invasión de Moscú y la ha justificado como una batalla metafísica contra el Occidente progresista.