Hermosillo, Sonora.- En el territorio Seri se pueden encontrar hasta siete especies distintas de tortugas marinas, como la “siete filos”, carey, caguama, golfina, prieta y otras más, ubicadas específicamente en el Canal del Infiernillo.
Son monitoreadas por un grupo de 10 jóvenes capacitados por el Grupo Tortuguero de Bahía de Kino desde hace tres años y liderados por Aarón Barnett Romero, un joven de 28 años perteneciente a la tribu Comcáac en Punta Chueca.
Aarón se dedica al monitoreo para la preservación de especies como la tortuga marina, jaiba y callo de hacha desde hace 10 años, cuando los estudiantes e investigadores del Prescott College acudieron a su comunidad para hacer rescate cultural, y decidió unirse para preservar los cantos, fiestas, tradiciones y animales emblemáticos para su etnia.
“Hace muchos años, para la tribu fue una base de alimento muy importante el consumo de la tortuga, pero hoy en día los jóvenes son más conscientes porque son animales en peligro de extinción, ellos están preocupados por cuidarla pero también cuidando esta parte cultural”, enfatizó Barnett Romero.
El joven ambientalista asegura que las tres especies ya mencionadas han disminuido considerablemente en el lugar, por lo que inició un programa de monitoreos de callo de hacha y jaiba bajo un censo poblacional con el Instituto Nacional de la Pesca (Inapesca), donde se hacía una estimación de la abundancia, y campañas de protección a las tortugas marinas, que por siglos fueron la fuente principal de alimento y economía para los seris.
“Antes de formar parte de Prescott College estuve trabajando muy de cerca con Inapesca fomentando prácticas preventivas para el cuidado de la jaiba y callo de hacha, donde hacíamos captura y recaptura para ver la abundancia y veíamos el declive; hacíamos campañas de concientización para el uso de forma sostenible. Pienso en un futuro impulsar más el cuidado de esta especie”, mencionó Aarón.
Los seris poseen un amplio conocimiento sobre el gran ecosistema que les ha permitido sobrevivir como cazadores, recolectores y pescadores, pero readaptaron dichas actividades a la sostenibilidad para cuidar no solo de su sus pueblos ubicados en Punta Chueca y Desemboque, sino de la humanidad entera y el planeta, explicó el joven coordinador de un programa en Prescott College dedicado a llevar prácticas sustentables a los habitantes de Punta Chueca.
“Tenía mucho interés de estar aquí -en Prescott- y dar algunas ideas o iniciativas que yo tenía y que ellos a lo mejor podían impulsar o hacer realidad algunas actividades que yo quería hacer dentro de la comunidad.
Con esa intención llegué aquí… Con todo lo que he aprendido en 4 años trabajando como coordinador de programa en Prescott, trato de impulsar a los jóvenes y llevar nuevos proyectos a Punta Chueca para que puedan crecer de forma personal o profesional, y cuidar su territorio con todos estos conocimientos”, detalló.
Desde hace 30 años, en Bahía de Kino existe una estación de campo binacional de Prescott College (Universidad ubicada en Prescott, Arizona), dedicada a la conservación biocultural a través de la educación, comunidad y ciencia.
El Centro brinda información, capacitación y apoyo a estudiantes, científicos, educadores y miembros de la comunidad para que las personas de distintas culturas e instituciones puedan crear soluciones a desafíos socioambientales.
“El centro Prescott para nosotros en la comunidad es un gran aliado, aquí podemos adquirir muchos conocimientos para poder aplicar en el cuidado de los animales, flora y fauna de nuestro territorio. Adquirir nuevas herramientas para cuidar nuestro territorio, el conocimiento que nos brindan es de calidad y de gran ayuda a la comunidad en general, sobre todo los jóvenes”, continuó el joven líder de la tribu Comcáac.
Actualmente, son alrededor de 80 jóvenes de la comunidad seri que se han sumado a las actividades de Aarón y el Centro Prescott College para adquirir aprender a cuidar su entorno, las especies que habitan en él y rescatar su cultura milenaria, pues Barnett Romero mencionó que en Punta Chueca, la especie que más ha disminuido es la jaiba, que era extraída del mar para comercializar.
Destacó que en los últimos 10-15 años ha disminuido tanto que es difícil pescar 100 kilos de jaiba café, por lo que desea buscar y crear proyectos para la siembra de moluscos en su comunidad y adentrarse a la maricultura sostenible.