Hermosillo, Sonora.- Con 76 años de edad, Clara Valdez Monge se levanta todos los días de cuaresma para preparar la tradicional “capirotada” a pesar de no tener una pierna y tener que moverse por la cocina en silla de ruedas.
Clarita es originaria de Ónavas, Sonora y se quedó huérfana de madre a los 8 años, por lo que tomó responsabilidad de su hermano de 3 y aprendió a limpiar, cocinar.
¿Cómo aprendió?
En Semana Santa de 1954, a Clara le llamó la atención preparar capirotada.
En aquélla época, no existían las panaderías en el pueblo de Ónavas, así que primero aprendió a hacer pan, porque es un ingrediente principal para preparar el postre.
“Yo fui la mayor y tenía un hermano de tres años, yo fui su mamá. Yo fui mujer en lugar de ser niña y disfrutar.
Tenía ocho años cuando mi madre murió, entonces ¿Qué?”, dijo Clarita con la voz entrecortada.
Una vez que el pan estaba horneado, Clarita intentó hacer la capirotada de manera autodidacta, ya que nadie le enseñó, y desde entonces, no ha dejado de preparar este postre.
“A mí nadie me enseñó. La que quiera decir que me enseñó está mintiendo. Yo aprendí sola en la casa, yo era la más grande y yo hacía el pan porque aquí es tradicional la capirotada; a los jóvenes no les gusta mucho pero a la gente grande sí, toda la vida se ha usado”, enfatizó la señora Valdez.
Por más de 60 años, Clarita preparó capirotada para su esposo Manuel Silva, sus hijos y familiares, pero fue en 1996, que se dedicó a preparar este postre para vender.
Cada año, Clarita, en compañía de su hijo Alberto, va a comprar todos los productos un día antes del miércoles de ceniza, ya que ese día inicia la venta.
El 22 de febrero de 2023, doña Clarita preparó más de 30 litros de capirotada que se vendieron todos el mismo día.
Además de tener la compañía de su hijo Alberto, quien le ayuda a comprar todos los productos y cargar las ollasa la estufa, su perrito Nelson, un pug negro de 13 años, cuida a Clarita y la espera a un lado de ella hasta que termina de preparar la capirotada.
“Es de mi nieto, pero no se lo puede llevar, entonces yo soy la que lo cuida y él me cuida a mí. Aquí abajo de la silla se pone conmigo.
Aquí está siempre, nomas que ya está como yo, se cansa y va y se acuesta a dormir… es mi compañero”, compartió Clarita.
Disfruta trabajar a su edad y lo hace con amor
Por problemas de circulación, doña Clarita perdió una pierna hace un par de años, situación que la dejó en silla de ruedas permanentemente y, aunque esto le hace sentir tristeza y desesperación porque no puede trabajar de manera autónoma, continúa preparando capirotada con mucho amor.
“A mí no me da flojera trabajar, me desespera y me da tristeza que me ayuden para hacer las cosas porque a mí me gusta hacerlo yo.
Así como me ven en la silla de ruedas, todavía voy para la estufa y voy parca, y todas las cosas todo el día, no creas que me la llevo acostada, y ahora con más amor hago las cosas”, enfatizó Clarita con un nudo en la garganta pero con bastante alegría.
Para comprar un litro de la capirotada de doña Clarita, se pueden contactar al 66 21 84 00 36 con su hijo Alberto Silva Valdez.