Columna ¿Qué sigue?
La semana pasada el zoom de la ley hizo su “close up” hacia la lujosa vivienda del polémico Donald Trump. La impactante noticia que le dio vuelta al mundo respondió a las acusaciones vertidas por la Oficina Federal de Investigaciones o FBI al expresidente Donald Trump. La información asegura que fueron 11 cajas de material clasificado los encontrados y extraídos de su famosa mansión y residencia conocida como Mara-a-lago en Florida. Según los medios de comunicación norteamericanos, con cada hora que pasa salen nuevas interrogativas.
Contrario a lo que aseguran sus millonarios abogados, las autoridades implicadas en el tema afirman que este asunto puede tener repercusiones legales interminables. Por su parte y como era de esperarse, los miembros del congreso norteamericano han salido a exigir una investigación profunda que aclare los temas de seguridad nacional que puedan haber sido puesto en riesgo con la extracción de los expedientes, oficialmente encontrados dentro de la mansión.
Pareciera que la vieja frase “si le busco, te encuentro”, valida más que nunca estos acontecimientos. Sin duda el escenario no puede ser mas complicado dado que el contexto está salpicado del terremoto que provoca la lucha por el control del poder y que tiene su epicentro en las elecciones de medio término el próximo mes de noviembre en los Estados Unidos de Norteamérica.
Este 2022, los 435 escaños de la Cámara y 35 de los 100 escaños del Senado están en la boleta electoral. Además, 36 de los 50 estados elegirán gobernadores. Por ahora y después de la elección que sacó a Trump de la Casa Blanca hace 2 años, el Senado está dividido 50-50 y cuenta con el voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris dándoles sólo esa ventaja y por otro lado el control de la Cámara de Representantes al mando de la presidenta Nancy Pelosi, apenas tiene un pequeño margen. En toda esta batalla campal, Trump asoma la cabeza como la celebridad de choque que siempre lo ha caracterizado, además de su capacidad de financiamiento que pone muy inquieto al gobierno de Joe Biden.
Naturalmente y por más que le demos vueltas, la ley y la justicia pues no son lo mismo. Algunos especialistas aseguran que vivimos en un mundo de delincuentes. Las infracciones a la ley se dan todos los días y podemos convivir con ellas, aceptar o ignorar las que vemos de lejecitos y también ya de plano cometer deliberadamente uno que otro ilícito y luego vivir sin ningún remordimiento. ¿Qué tan distinta es la culpabilidad entre un joven que una mala noche sale de su casa, pasa por un bar y consume 3 tequilas y en la próxima esquina atropella sin querer a una madre de familia y la quita la vida y otro joven que se tomó la botella entera y logra llegar sano y salvo a su casa a las tres de la mañana manejando su propio vehículo? La infracción a la ley es literal y materialmente la misma.
Igual sucede con nuestras amistades; todos podemos ser amigos del rico que se dedica al fraude al fisco o a clonar tarjetas de crédito o al contrabando; convivimos, nos invita, lo invitamos, pero no ocurra que la autoridad pase a detenerlo porque sólo hasta entonces, le regateamos o negamos nuestra amistad, porque ahora ya es un delincuente formalmente etiquetado.
Seguramente esa ecuación no la ve Trump; ¿respondes a esta descripción? ¿eres un magnate famoso, agresivo públicamente, de pocos escrúpulos y muchas mujeres? Claro es que lo más seguro que si te busco, te encuentro. Tristemente la diferencia entre ser etiquetado como delincuente de menor a mayor rango está en que te acusen o te pesquen. La sociedad no perdona a los sentados en el banquillo de los acusados, exonerados o no, los procesados jurídicos generan por lo menos “antecedentes”. Bueno, esa es la cara de la moneda desde el privilegio está la otra, la de la indefensión.
Que por cierto el director de ‘Presunto Culpable’ tiene al aire en NETFLIX su nueva miniserie donde ahora expone hechos de tortura y discriminación en una fabricada acusación de secuestro; además de una serie de abusos de autoridad y de “ociosidad judicial,” que sufren tantos mexicanos al ser elegidos por las calles para “protagonizar la comisión de un delito”, en esos montajes infames de las autoridades.
La historia de 4 episodios inicia con un leve accidente de tránsito y de pronto escala a una narración de inconsistencias judiciales, tortura, discriminación, hasta una acusación de secuestro en el penal en Macuspana, Tabasco. “Si queremos un omelet, tenemos que romper uno que otro huevo”, declara en el documental Normando Granados, exfuncionario de la fiscalía general de Justicia del Estado de Tabasco.
Previamente Roberto Hernández, investigador y profesor de Derecho del Centro de Investigación y Docencia Económicas, realizó junto con su esposa Layda Negrete, el cortometraje “El túnel” el 2006, y en el año 2008, Presunto culpable. “Duda razonable” es el titulo de la ya mejor producción que corre estos días en la plataforma NETFLIX.
Regresando a la antítesis de esta dramática realidad, en la escena que protagoniza Donald Trump lo que sigue es ver si esta nueva “escenografía” del expresidente lo deja ver claro que, aunque quizá no sea el primer presidente que extrae documentación de la Casa Blanca, si puede ser el primer perseguido, porque el zoom de la ley suele ser selectivo. Tal vez resolvamos que lo que sigue es pedirle a Roberto Hernández que documente esta historia, que quizá la pudiera titular “El fin del presunto Inocente”. Sonría otra vez, ya es quincena.
Por Sara Thomson
