Columna Contracanto
Todo acto de creación es un acto de libertad. El punto de partida es la mente, el lugar donde se derrocan los imposibles. Luego vienen los reglamentos que derivan en la forma, estilo, estética.
Partiendo de estas premisas, en el caso de la literatura, el escritor irrumpe desde sus ideas y lo que la memoria selectiva acumula y dispone en la salida de emergencia, vía las arterias que desencadenan en el corazón. Porque se escribe al ritmo de los latidos, las pulsaciones en las sienes.
Hace unos días empezó a circular El corrido de los Huipas, (Ed. Pinos Alados, 2022) un libro de crónicas del oriundo de Navobaxia, Sonora: Omar Gámez Navo. La libertad sine qua non en la propuesta discursiva e histórica de los textos que contiene el ejemplar de marras.
El objetivo de la propuesta se adquiere nomás al abrir las páginas: desde el estilo impreso en los primeros párrafos, sabemos que las palabras se rigen desde el más despreocupado y sereno acto de libertad.
Las ideas, las oraciones, los temas, benditos y lúdicos temas que se intrincan, que van de un lado a otro, por un camino de terracería, hacia el riíto, hacia el asfalto con la ilusión de ver en el escenario la vida propuesta por los juglares que narran en treintaiún minutos la realización de los sueños…
La vida urbana y rural. El lenguaje del barrio y los callejones, los días de inocencia y la idealización de un grupo musical que decepciona por su vestimenta que no es la que hemos visto en la portada de los discos o casetes.
La enramada que es idiosincrasia y legado litúrgico: mira cómo bailan los fariseos. El olor a tierra húmeda, la tradición de la etnia, y la historia emblemática de la tragedia y el dolor por las víctimas en los crímenes que perpetraron los Huipas: una crónica que incita a indagar, un texto que nos abre las puertas al tema de indios mayos que asesinaban y mutilaban.
La diversidad de historias: de pronto en una página, en la decantación de un párrafo, la poesía se hace presente desde la reflexión de un motivo aparentemente trivial que de manera sorprendente se convierte en la revelación entrañable, conmovedora y lúdica.
El periplo de este libro inicia en el origen, la tierra que es patria, vista desde un recorrido en bicicleta, donde el escritor pluma en mano y preguntas dispuestas, avanza en la recopilación del tema. Preguntas que a la postre concluirán como respuesta en el texto: Huipas: The Yoremes Born Killers.
Luego el entramado extiende sus alas hacia lo personal, el nombre del hijo, la intimidad paternal, la revelación vista desde los ojos del enorme León que es el vástago.
Por allí el desplazamientos de Omar Gámez Navo, quien al escribir nos deja en claro que ha sido bueno leer, conocer el mundo, viajar, pero antes que todo reconocerse en los quehaceres de su rancho, en la intempestiva adolescencia en un trabajo de recepcionista de un hotel de buena muerte. El perico Gámez vuelve al recorrido de las páginas. Y antes de que escampe la felicidad de la lectura, el mismo libro nos provee de una crónica que incita al deseo de bailar y reír, la historia rítmica de No me digas que no te encanta, Los Lujman, el grupo legendario que hizo época en los ochenta, el desencuentro entre músicos y espectadores, los probables bailadores a ritmo de bajosexto y acordeón, los mismos que no acudieron al concierto por el desencanto de…
L. Carlos Sánchez