Tuvieron que pasar más de 45 meses para que Saúl Álvarez y Gennady Golovkin volvieran a verse las caras en un entarimado. Luego de confirmar la tercera pelea de su rivalidad, se dieron cita en la ciudad de Los Ángeles, California para sostener el primer cara a cara.
En el compromiso se notó la tensión acumulada a lo largo de cuatro años, misma que ha sido alimentada por los comentarios de GGG en contra de Canelo por el escándalo de dopaje que lo asoló en 2018.
Sin mediar palabra, y con la mesa lista para recibirlos, Caneo y GGG se aproximaron al centro del templete. El duelo comenzó con la batalla de miradas, pues ninguno cedió ni un solo pestañeo. Por el contrario, la barrera del idioma fungió como la delgada frontera entre los insultos y los empujones como los que el mexicano intercambió con Caleb Plant la primera vez que lo vio.
Después de vivir una eternidad resumida en 68 segundos, los boxeadores voltearon su cuerpo hacia el público, aunque Canelo no dejó de observar con seriedad los ojos de su oponente. Por su parte, Golovkin se mantuvo en su postura y buscó denotar su confianza con un par de discretas sonrisas dirigidas a su rival y los espectadores de la escena.