Hablar de la salud es un tema amplio, muy amplio. Para empezar, es un derecho humano, asentado en el artículo 4° de nuestra Constitución en cual manda: “toda persona tiene derecho a la protección de la salud y… el derecho de obtener prestaciones oportunas, profesionales, idóneas y responsables”.
Cuando se lee lo anterior, lo primero que pensamos para cumplir con este requisito legal, es tener cerca de nuestros domicilios, clínicas y hospitales equipados con tecnología de actualidad y cuenten con personal sanitario certificado y suficiente para que atiendan oportuna y éticamente a quienes los necesiten y además, no falten los medicamentos requeridos.
Lo anterior parte de una lógica que supone que la salud se alcanza a través de la curación y esto es un error porque uno recurre a la curación porque está enfermo y esto no es salud. Además, es una quimera pensar que teniendo más hospitales tendremos más salud. Falso, porque habiendo más hospitales significa tener mayor número de enfermos.
Esta forma de pensar no es al azar, cuando, machaconamente hemos venido escuchando a través del tiempo a los políticos y a otras autoridades, hasta de “salud”, afirmar, se necesitan más médicos, más medicinas, más hospitales, más personal de enfermería para tener salud. Entonces, en el inconsciente colectivo se “normaliza” la aberración en donde: salud es igual a curación.
Estamos metidos en un paradigma de salud equivocado el cual le apuesta a la enfermedad para curarnos para tener salud.
Ahora con esto de la pandemia del covid 19, en tres ocasiones por diferentes motivos me hice la prueba PCR en distintas farmacias autorizadas, en ellas me atendieron médicos certificados, los cuales dos de ellos percibían un sueldo de $6000.00, el otro tenía un botecito con la leyenda: Lo que guste cooperar. A los tres les pregunte, si estaban conformes con su situación, dos de ellos se encontraban ahí mientras pasaban el examen para cursar una especialidad y el otro, “porque no hay mas”, respondieron.
Regreso al tema de la salud, la cual no tiene nada que ver con la enfermedad y menos con la curación: “La Salud, según la definición de la OMS, es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades “.
A esta definición de salud de la OMS del 2021, me atrevería hacer un ligero cambio, antepondría lo mental y lo físico, porque lo psíquico, la mente, del humano comanda al organismo físico de nuestro cuerpo para que este sea el vehículo que nos lleve a realizar los proyectos, que deseamos y entre estos, hay uno primario y que con frecuencia se nos olvida, el cuidado de nuestra misma persona. En esta hondura, en las maneras del ir haciendo nuestra vida, aparecerán los estados saludables y/o enfermizos.
Permítame meter en esto de la salud a Ortega y Gasset, no sé si el filósofo quedará conforme, porque voy a equiparar su frase: Yo, soy YO, y mis circunstancias y si no la salvo a ella, no me salvo yo, con una analogía perruna. Nuestro cuerpo es como el perro de nuestra casa, ¿qué haré con él?, lo domestico para que acate mis reglas o él se adueñará de mi vida.
¿Qué quiero hacer de mí? ¿deseo construirme en un ir viviendo saludable? o respondo con el irresponsable: ¡“De algo me tengo que morir!
Aquí, con nosotros están las otras tantas pandemias que padecemos como: El consumo de refritos y refrescos generadores de obesidad madre de la diabetes tipo II, enzarrando ¡todas! las diminutas y grandes arterias de nuestro organismo, obvio, percibimos las más aparentes, en el corazón, en el cerebro, en los riñones, en los ojos, etc. Al lado está el vicio pandémico del tabaquismo con un poder oncogénico enorme… Junto viene el alcoholismo y las otras drogas psicotrópicas ligadas a la violencia… Al lado y dentro se encuentra la ausencia, en la soledad familiar unida a la productividad laboral… Tienen un gran sitio alrededor, las muchedumbres de pobres y miserables con su sistema inmunológico abatido… Y enrareciendo el ambiente, los políticos, todos, llevando agua a su molino en una infodemia descalificativa atroz. Agregue usted las que me faltan.
Ahora revolvamos entre sí estas maneras personales y sociales de vivir y obtendremos un brebaje de donde podríamos encontrar la causalidad funcional de las diez principales causa de enfermedad y muerte de nuestra Nación: vivimos en una <sociedad> <mental> y <físicamente> enferma.
Con esta epigénesis social enfermante siempre habrá una carencia de instituciones, de equipo y de personal para la sanación. Además, la formación académica de las y los licenciados en medicina está orientada principalmente a la curación de enfermedades, secundariamente a la prevención de ciertos padecimientos y, me atrevería a afirmar, nula en cuanto a promover la búsqueda de un vivir saludable. Las y los profesionales de la medicina están preparados para curar enfermos.
Esto no está mal, la sociedad necesita tener buenas y buenos Médicos curadores para que alivien nuestros males.
Creo, deberíamos de cambiar el paradigma de salud actual que nos rige y voltear la mirada hacia un modelo en donde Salud sea igual a BIENESTAR.
Entonces, necesitaríamos de otro tipo de profesionales para la Salud, permítame llamarlos, médicos salubristas, o mejor Salubristas Médicos con amplios conocimientos de antropología social, sociología, psicología social y personal, desarrollo comunitario… medicina general… para que sean promotores de salud. Su sitio, la comunidad. Su salario el mismo que los Médicos para la sanación. Tal vez, los médicos de las farmacias y otros subempleados estarían a la espera de esta oportunidad.
Maestro Ortega permítame desfigurar su frase para cerrar esta quimera: yo dejo de ser YO, porque si no me salvo de las epidemias en que vivo no me salvo yo.
José Rentería T.