En la Mañanera del miércoles pasado, el Presidente se regodeó informando que enviará al Congreso un proyecto de reforma electoral en el que propone la eliminación de los espacios de representación proporcional en ambas cámaras, así como la designación de consejeros electorales por medio del voto popular. “Va a estar bien, espérense”, zanjó.
Al día siguiente, el periodista y escritor Ricardo Raphael, publicó un artículo titulado “Que se vote todo, todo, todo”, en el que proponía someter también a elección popular los nombramientos de los secretarios de la Defensa, Marina, Hacienda y Gobernación; así como de los titulares de PEMEX y CFE. Además, compartió su artículo en twitter y escribió en el encabezado: “Un análisis para un país que trae gusto por lo absurdo”.
Visto de manera integral, estos hechos, actitudes, manifestaciones o acontecimientos que se materializan en la vida pública, configuran una paradoja que me interesa analizar críticamente porque considero constituye el dilema esencial del conflicto político que vive la sociedad mexicana. Por lo tanto, esta crítica no se dirige a un individuo en particular, sino a un ethos político y a una forma de acción pública ejercida principalmente por un subconjunto de la oposición, pero no únicamente por ella.
Para mayor claridad, estas actitudes y tácticas se reconocen en el ámbito politológico como retóricas de la intransigencia, y no son otra cosa que un eufemismo para identificar idearios conservadores, reaccionarios, escolásticos, retrógradas, continuistas y ortodoxos. Por ser lo menos relevante del análisis y fundamentarse en el estilo y personalidad de cada individuo, primero señalaré porqué el encabezado utilizado en twitter por el columnista es desafortunado.
Sintagmáticamente, la oración “un análisis para un país que trae gusto por lo absurdo” expresa el ofrecimiento de un producto a un hipotético consumidor con gustos absurdos, por lo que al ser el autor quien ofrece su producto a un sujeto del que sabe sus preferencias, connota que el producto también es absurdo. Una vez leído, queda denotado y mi crítica versará sobre ello.
Es evidente, a juzgar por el título del artículo y encabezado, que el autor busca provocar al potencial lector recurriendo a la sátira o caricaturización de la propuesta presidencial, pero en el texto propone someter a voto popular la designación de los titulares de varias dependencias estrechamente relacionadas con la soberanía, gobernabilidad y seguridad del país. No menciona Salud, Medio Ambiente ni Economía, por mencionar ejemplos de dependencias relacionadas con derechos de segunda generación que la “clase media” tiene satisfechos y asegurados.
Y es que no se entiende cómo un conocedor de la ciencia jurídica y política propone llevar a elección popular cargos de la Administración Pública Federal subordinados al Supremo Poder Ejecutivo, representado por el Presidente, que entre sus facultades tiene la de “nombrar y remover libremente a los secretarios”, sin proponer una reforma del Estado; pues su propuesta impacta en el régimen de gobierno y en el ámbito de la representación política, en coincidencia con lo establecido por la Constitución, respecto a que la soberanía reside en el pueblo, y que éste la ejerce a través de los Poderes de la Unión, integrado por el Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Básico.
Así las cosas, esta táctica de intervención en lo público que busca moldear e influir en la Opinión Pública resulta intelectualmente deshonesta por dos cosas: a) porque no existe congruencia entre el conocimiento bajo cual un experto fundamenta su prestigio y la calidad de la intervención pública que se revela profana, sesgada, facciosa, y b) porque estas opiniones no se distinguen en mucho de la post-verdad y las noticias falsas.
Sirve traer a colación el reciente conflicto judicial Gertz-Cuevas, donde 5 ministros se negaron a revisar las actuaciones realizadas por las instancias judiciales y ministeriales, ya que su compromiso es con el status quo y no con someter a discusión pública la corrupción existente en ese ámbito. No es que esos 5 ministros no persigan la justicia, sino que les basta con que exista la idea sin necesidad de que se materialice.
Lo mismo sucede con el INE. Sus acciones no son congruentes con el espíritu de la ley, no importa que públicamente argumenten lo contrario, pues como dice Iris Murdoch, “las acciones son ‘cosas que se mueven por ahí en el mundo de lo público’ y lo que estos movimientos sean, lo decidirán, verdadera y potencialmente, los observadores objetivos disponibles”, por lo que me gustaría cerrar con una reflexión sobre la importancia del concepto de responsabilidad para quienes tenemos el privilegio de ejercer la voz en medios de comunicación.
En “Quién, Qué, Por qué consumir”, Adela Cortina esgrime que el consumo legitima la política del mercado, ya que nuestras decisiones legitiman las prácticas socialmente aceptadas, pero agrega que el mercado ya está hecho para nosotros y lo legitimamos consumiendo. Sin embargo, existen diversas razones, como la proliferación de los medios alternativos de comunicación e información, por las que podríamos intuir que la demanda es capaz de discernir entre las opiniones de los especialistas con intereses ocultos y simulados, y la de quien realmente procura ser crítico para comprender la realidad. Usted diga, amable lector, cuál de estos dos espíritus prefiere.
Cuenta Arendt en “Los orígenes del totalitarismo” que “en la era del imperialismo, los hombres de negocios se convirtieron en políticos y fueron aclamados como hombres de estado, mientras que a los hombres de estado sólo se les tomaba en serio si hablaban el lenguaje de los empresarios con éxito […], estas prácticas y estos medios particulares fueron transformados gradualmente en normas y principios para la gestión de los asuntos públicos”. Cuando los opositores que no forman parte del subconjunto sometido a los empresarios se emancipen de esta representación, entonces habrán empezado a recuperar los espacios y partidos políticos que les fueron arrebatados. Hasta entonces habrá una verdadera competencia política democrática.
