Columna Agenda Abierta
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha dado pasos decisivos esta semana, al acreditar a Ucrania como postulante a incorporarse a ese grupo, después de los acontecimientos de la semana pasada.
Un proceso que para otros países ha sido lento y tortuoso, para el caso que ocupa las primeras planas de los periódicos y las principales menciones en los noticiarios internacionales, es un rápido avance.
A la misma velocidad se ha hecho sentir, por parte de diversas organizaciones civiles y deportivas, el rechazo a la invasión de Rusia a Ucrania. Y aún cuando son muchas las sanciones impuestas por el sistema financiero internacional, por la comunidad comercial y por el Consejo General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sin duda algo que ha pegado directamente al espíritu de competencia y al sentido de identidad ruso, es la exclusión de los equipos y/o representantes en diversas justas deportivas.
Entre los más representativos, que no limitativos, está la cancelación del millonario contrato del Manchester United con la aerolínea rusa Aeroflot y la suspensión que anunció la UEFA del contrato por 40 millones de euros con el gigante energético Gazprom, uno de los principales patrocinadores rusos de esa acreditada liga de futbol.
La misma UEFA ha dejado fuera al equipo Spartak de Moscú en los play off, abriendo la puerta al equipo alemán Leipzig, para clasificar directamente a cuartos de final de la liga europea.
Como corolario en ese tema, la UEFA dio de baja la final de la Champions League en San Petersburgo.
Alta frustración han padecido los soviéticos, al enterarse que aún cuando fueron extraordinarios anfitriones del último Mundial, celebrado en 2018, hoy han sido excluidos del Mundial Qatar 2022.
Incluso, antes de este terrible anuncio para la afición futbolera rusa, se escuchó el reclamo de Polonia, equipo que debía disputar el 24 de marzo un partido del repechaje para el Mundial contra Rusia, negándose a jugar dicho partido.
Lo mismo fue imitado por Suecia y República Checa, posibles rivales de los rusos o de los polacos en la final del repechaje para el Mundial de Qatar 2022.
Incluso la propia FIFA anunció la suspensión de las selecciones nacionales y de los clubes rusos “hasta nueva orden”, en respuesta a la invasión de Ucrania.
Por otra parte, la organización internacional responsable de la Fórmula 1 canceló el Gran Premio de Sochi. Incluso en esa rama del automovilismo, la escudería estadounidense Haas, retiró de sus monoplazas los colores rusos de su principal patrocinador Uralkali.
Gran Bretaña ha declarado personas non gratas a los deportistas rusos.
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha emitido una recomendación para excluir a los deportistas rusos de los Juegos Paralímpicos de Pekín, a menos de una semana de su inicio.
El propietario del Chelsea, el multimillonario ruso Roman Abramovich, anunció que entregará “la gestión y la administración” del club de la Premier League a los administradores de la fundación caritativa de la entidad. Otro caso sensible es el AS Mónaco, cuyo propietario, el millonario ruso Dimitri Rybolovlev, se ha manifestado avergonzado de los recientes acontecimientos.
En consonancia con la percepción mundial, las cuatro grandes instancias del boxeo -FIB, CMB, AMB, OMB- han suspendido la celebración de peleas en Rusia hasta nueva orden.
La Federación Internacional de Natación (FINA) anuló los Mundiales junior de Kazán en agosto y anunció que ninguna competencia se disputará en territorio ruso.
Medios europeos han consignado la exclusión integral de Rusia de todas las competencias deportivas, en países de la Unión Europea. Las Federaciones de esquí de Noruega y Suecia comunicaron que los deportistas rusos no eran bienvenidos en su territorio para las pruebas del próximo mes.
El lunes de esta semana la Federación Internacional de Hockey sobre hielo decidió suspender a todos los equipos rusos y bielorrusos, así como los clubes de estos dos países de toda competición, en todas las categorías de edad, “hasta nueva orden”.
Finalmente, el presidente ruso, Vladímir Putin, practicante destacado de judo, fue suspendido el domingo de su estatus de presidente de honor y embajador de la Federación Internacional de Judo.
Seguramente a Putin no le importará lo que opinen de él en la OTAN, en la ONU, en Estados Unidos o en la Unión Europea; tampoco le importan mucho las sanciones económicas que le han sido aplicadas, ya que desde la invasión en 2014 a Crimea sabía lo que le esperaba en ese rubro; pero sin duda, el duro golpe que se aplica a la afición y al deporte, impactará en lo que los rusos están pensando de su líder.
Por Moisés Gómez Reyna
@gomezreyna