Hermosillo, Sonora,- Hace cinco años, Lucía López Torrero y Chuy Hernández, tenían dos opciones: pagar la fiesta de su boda o comprar una cabina de flotación; eligieron la segunda.
Su historia es la de un joven matrimonio que encontró su proyecto de vida en ayudar a la gente interesada en sentirse mejor mediante herramientas tecnológicas al servicio de la mente, la consciencia y el cuerpo.
Todo ocurre en su propio hogar donde han abierto la puerta a más de 550 personas que en cinco años fueron atraídos por los servicios poco convencionales que ofrecen.
El proyecto inició en 2016 cuando eran amigos y, en ese entonces él, egresado de Mercadotecnia, trabajaba en la Secretaría de Economía y ella, graduada de Literatura, se dedicaba al monitoreo de medios de comunicación.
“En alguna ocasión vi un reportaje sobre las cabinas de flotación y se lo mandé a Lucía por WhatsApp, en ese entonces éramos amigos, pero le dije deberíamos hacer una”, explicó Chuy, de 42 años de edad.
“Entonces empezamos a investigar cuánto costaba, qué hacían y la verdad empezó de una manera inocente, descubrí que había una en Tucson y una en Tijuana”, comentó Lucía, quien tiene 36 años.
Juntos fueron a Tijuana a tomar la terapia y no sólo les encantó, sino que cayeron en cuenta que quizás esa sería la manera de ayudar a un amigo mutuo quien en ese entonces pasaba por una situación particular.
De regreso en Hermosillo, comenzaron a averiguar dónde podrían encontrar y por Twitter se enteraron que vendían una en la Ciudad de México, por lo que Chuy vendió su camioneta para adquirirla.
“Estábamos entre pagar la boda o pagar la cabina y preferimos pagar la cabina. “Nos casamos un 19 de noviembre y el 26 de noviembre ya estábamos armando todo para traernosla de México”, reconoció Lucía.
¿Qué es una cabina de flotación?
Una cabina de flotación es del tamaño de una cama matrimonial y en su interior hay agua y 300 kilogramos de sulfato de magnesio.
“Esa combinación convierte el agua súper densa y permite que el cuerpo flote en automático sin necesidad de hacer esfuerzo”, comentó Lucía.
Dentro de la cabina se respira paz, pues además de una música tranquilizante la temperatura y el diseño son adecuados para privar al “flotador” de estímulos exteriores como aire y luz.
“El agua tiene sal de epsom que es sulfato de magnesio y agua. No hay otra cosa, esa combinación vuelve el agua muy densa, tan densa como el Mar Muerto, eso permite que cualquier tipo de cuerpo flote sin esfuerzo”, dijo la joven de 36 años de edad.
¿Para qué sirve una cabina de flotación?
De acuerdo con Chuy Hernández, el objetivo de la cabina es brindar a la persona una terapia mental y corporal muy completa que ayuda en diferentes aspectos de la vida cotidiana.
“La absorción del magnesio a través de la piel en una hora que se está acostado en la cabina trae beneficios de relajación de músculos, es desinflamatorio y disminuye el cortisol en el cuerpo y bajan los niveles de estrés”, explicó Chuy.
Un punto interesante es que la falta de gravedad contribuye a que los estímulos del sistema nervioso se disminuyan al máximo y “al no estar recibiendo órdenes de afuera el cuerpo tiene que ponerse en piloto automático, es un descanso increíble que ayuda a resolver enfermedades del sistema nervioso”, destacó.
¿Quién puede entrar en la cabina de flotación?
Según Lucía, toda persona que guste experimentar una sensación de relajación puede entrar en la cabina de flotación y entre las más de quinientas personas que la han probado hay de todo.
Hay quienes van porque sufren de ansiedad, depresión, anorexia o ataques de pánico, también quienes han ido buscando potenciar su creatividad y aumentar los niveles de concentración para la resolución de problemas.
“Entre los perfiles han venido desde políticos, directores de empresas, artistas hasta gente que viene a tener una experiencia espiritual, deportistas, jugadores del equipo Naranjeros, en cinco años han pasado por aquí todo tipo de personas”, detalló Chuy.
Abrieron su casa a los “flotadores” y a otras terapias
Chuy y Lucía comentaron que tras quedarse sin dinero por invertir en la cabina, decidieron instalar en su casa y así ahorrarse los gastos que implicaría un local.
Por eso bautizaron su hogar como “Casa Flotario” en donde además ofrecen otras terapias enfocadas a ayudar a la gente a bajar niveles de estrés y contrarrestar efectos de enfermedades.
“Cuando nosotros tenemos niveles de estrés altos se desencadenan un montón de enfermedades y padecimientos y mientras podamos bajarlos de manera natural las cosas caminan mejor”, recalcó Lucía.
Por ejemplo, tienen unos lentes de realidad virtual, con ellos ofrecen sesiones expandidas con la que consiguen que la gente se relaje aún más antes de ingresar en la cabina de flotación.
También manejan una lámpara llamada Pandora Star, es una herramienta de entrenamiento neuronal con 99 secuencias de luz, logran que la persona trabaje problemas en particular.
“La luz se engancha a tu frecuencia neuronal y la endereza, hace que te sientas diferente y rápido, es una herramienta que tenemos un año usándola y cada día nos sorprende más”, comentó Chuy.
Encontraron su propósito de vida
Al preguntarles “¿qué opinan sus papás de que hayan decidido dedicarse a esto y no tengan trabajos convencionales?” Ambos responden que los padres de los dos son unos “tipazos” y los apoyan en su emprendimiento el cual es todo un proyecto de vida.
“Nosotros encontramos nuestra misión de vida, sabemos que esto es lo que queremos hacer todo el tiempo. Hemos tenido muchas satisfacciones en cinco años y hemos podido poner nuestro granito de arena en ayudar a muchas personas, tenemos clarísimo que queremos seguir facilitando estas herramientas”, comentó el Chuy.