Primera de dos partes
El ruido de los aviones militares con paracaidistas cruzando por el cielo de Hermosillo despertó a los jóvenes Alberto Castro Salido y Jesús Larios Gaxiola, quienes la mañana del 17 de mayo de 1967 dormían en la rectoría de la Universidad de Sonora.
La noticia de que el ejército llegaría a poner fin a la huelga estudiantil -que había comenzado el 30 de marzo- no sorprendió a los estudiantes porque hacía un mes Patricio Estévez Nenniger, otro alumno, les filtraba información del gobierno que obtenía mediante intervención telefónica.
En Hermosillo el rumor estaba tan fuerte que algunos de los estudiantes ya habían sido obligados por sus padres a abandonar el lugar, tal como pasó con Amelia Iruretagoyena Quiroz que gestionaba el acceso de los vehículos autorizados al campus.
Incluso los disturbios en la ciudad eran recurrentes. Había manifestaciones, detenidos, comercios cerrados, automóviles incendiados pero medio del caos había simpatía de la sociedad civil con los jóvenes y repudio al autoritarismo del gobierno.
A 54 años del movimiento estudiantil que marcó a Sonora
Entonces ocurrió: a las 19:05 horas y frente a la vista de cientos de hermosillenses elementos del Ejército Mexicano armados ingresaron a la Universidad de Sonora y obligaron a los estudiantes a abandonar el lugar.
Las imágenes que aparecieron en la portada de El Imparcial al día siguiente fueron contundentes: filas de soldados con bayoneta en mano formados en las escalinatas de la rectoría y con letras grandes se leyó “Tomó posesión el Ejército de la Unison”.
A 54 años de este hecho que marcó un antes y un después en Sonora en la historia de los movimientos estudiantiles de México, Proyecto Puente aborda el tema con el fin de presentar qué se ha investigado al respecto y dar voz a aquellos jóvenes que hoy con 70 años de edad o más narran su memorias y enseñanzas para este reportaje de dos entregas.
“No sentía miedo, ninguno de nosotros tuvo esa condición de miedo, había mucho apoyo de la gente, era increíble participar en un movimiento de esa naturaleza”, aseguró Alberto Castro Salido, quien entonces tenía 23 años y era presidente de los alumnos de Derecho.
“A mí nomás faltó que me amarraran para que no saliera, “no vas” me decía mi familia y sin embargo a la universidad iba diariamente pero me retiraba entre ocho o nueve de la noche y participaba en las asambleas”, comentó Amelia Iruretagoyena, que estudiaba Trabajo Social y tenía 17 años de edad.
“Fue un momento inolvidable, transformador de la conciencia. Tuvimos que salir forzadamente, prácticamente empujados por las bayonetas que caminaban detrás de nosotros”, recordó Patricio Estévez Nenniger, estudiante de Química que en 1967 tenía 22 años de edad.
“Pedíamos la destitución del gobernador y de ahí empezaron a apoyarnos los estudiantes de todos los niveles, se paralizó el sistema educativo del estado”, aseguró Jesús Larios Gaxiola, líder estudiantil de Ingeniería Civil a sus 21 años de edad.
¿Cómo se originó el movimiento?
Denisse Cejudo Ramos, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, explicó que inicialmente el movimiento no era estudiantil sino político pues el Partido Revolucionario Institucional había lanzado una campaña para elegir democráticamente al candidato a la gubernatura de Sonora.
“Viene la elección de precandidatos y empieza a sonar el nombre de Faustino Félix Serna y la gente del sector magisterial y campesino no lo querían, ellos querían a Fausto Acosta y empezó una discusión política”, destacó la académica.
¿Por qué se involucró a los estudiantes?
De acuerdo con la investigadora, el conflicto surgió cuando hubo dos mítines simultáneamente por el bulevar Rosales. En uno de los evento apoyaban a Fausto Acosta Romo y en el otro a Faustino Félix Serna.
Entonces comenzó una trifulca entre ellos y derivó a que tuviera que llegar la policía y varias personas -incluyendo estudiantes- corrieron a refugiarse en la universidad y entró por ellos la policía. “Ahí se generó el agravio, pues los ubicaron a los estudiantes como actores centrales del conflicto”, apuntó Cejudo Ramos.
“Una persona lanzó el carro contra la multitud, lo apedrearon, lo hirieron, hubo balazos, empezó a haber una trifulca, la gente de los barrios se organizó, robaron carros y los incendiaban, ese era el humo que vimos ese día”, recordó Estévez Nenniger.
“Se enfrentaron, se golpearon y llegó la policía y los persiguió. Los policías entraron libremente a la universidad y ahí se hizo más grande el escándalo porque nosotros decíamos que la universidad nada tenía que ver”, dijo Larios Gaxiola.
Disturbios en Hermosillo todos los días
El historiador Ignacio Lagarda Lagarda, cronista de Hermosillo, agregó que “estudiantes reclamaron violación de la autonomía universitaria y de ahí se fueron involucrando más y terminaron siendo los protagonistas de ese evento”.
Fue así como los jóvenes que integraban la Federación de Estudiantes de la Universidad de Sonora se molestaron, pues esta acción violaba la autonomía de la universidad y además se habían hecho un uso excesivo de la fuerza.
Entonces el conflicto transcendió de la esfera política al ámbito estudiantil y también las demandas de los jóvenes fueron encaminadas al tema: campañas limpias, respeto al voto de los sonorenses y respeto a la autonomía universitaria.
“Claro que había estudiantes con ligas políticas con el partido dominante, lo cierto es que el grueso de los estudiantes nos identificábamos con este rechazo al autoritarismo y la defensa de la autonomía universitaria”, remembró Iruretagoyena Quiroz.
Tras el incidente en que los policías violaron la autonomía universitaria comenzaron manifestaciones, mítines y huelgas que involucraban comerciantes, empresarios, políticos y estudiantes de todos los niveles.
“Los zafarranchos eran por la calle Rosales, quemaban automóviles, quemaban autobuses, los mítines eran en las escalinatas del museo biblioteca de la universidad y también en la escuela Vicente Guerrero”, recalcó Lagarda Lagarda, cronista de Hermosillo.
Toma de la universidad y huelga de hambre
Posteriormente el movimiento se extendió a gran parte del estado, pues se paralizó el sistema educativo y los estudiantes decidieron tomar las instalaciones de la Universidad de Sonora el 30 de marzo de 1967.
También convocaron a una huelga de hambre el 20 de abril de 1967 en la Plaza Zaragoza donde participaron 51 alumnos. “Ni agua beben los del kiosco” se publicó el 22 de abril de 1967 en la portada de El Imparcial.
Pese a que la huelga de hambre finalizó a los diez días, los estudiantes se mantenían “acantonados” en el interior de la universidad, desde donde tomaban todas las decisiones.
“Yo dormía en rectoría, comíamos, hacíamos todas las actividades adentro del campus”, recordó Castro Salido, que era el presidente de la sociedad de alumnos de Derecho.
Amelia Iruretagoyena narró que los negocios locales les donaban comida y que llevaban un control estricto de quien entraba o salía de la universidad.
“Yo hacía llamadas a los comercios que nos apoyaban con víveres y gestionaba los pases para los carros que venían a dejar alimentos, bajaba y veía que realmente vinieran a eso”, describió la mujer que en ese tiempo tenía 17 años.
Durante esos días la prensa también daba cobertura a otras protestas, como por ejemplo una que fue en la casa del gobernador Luis Encinas Johnson donde los participantes fueron recibidos por policías y “elementos mercenarios de la llamada ola verde, todos con garrotes y macanas”, según lo que publicó El Imparcial en 1967.
“Esto es algo que impacta mucho y está en el lente de las autoridades nacionales. El presidente Gustavo Díaz Ordaz estaba hablando de Sonora y empieza a haber enfrentamientos más fuertes”, señalo la investigadora Denisse Cejudo Ramos.
Espionaje telefónico alertaba a estudiantes de lo que vendría
Las acciones represivas del gobierno motivaron a los estudiantes a prevenirse y una de las acciones fue crear unidades de inteligencia que incluían el espionaje telefónico a los agentes de la Dirección Federal de Seguridad que estaban hospedados en el Hotel Kino en Hermosillo.
“Queríamos entender qué quería hacer el gobierno, los riesgos y los peligros, y logramos averiguar muchas cosas de lo que tramaban y de los apoyos que recibían”, dijo Estévez Nenniger.
De acuerdo con Patricio fue así como supieron que planeaban tomar la universidad con el ejército. “Estuvimos más de un mes escuchando las conversaciones por teléfono y eso fue para nosotros importante porque sabíamos que el Gobierno Federal intentaba tomar la universidad con el ejército, cosa que hizo el 17 de mayo de ese año”, recordó quien ahora tiene 72 años.
Continuará…