Con sus excelentes entrevistas —posteriores a la elección del 6 de junio— a ex dirigentes nacionales del PRI, el acreditado periodista René Delgado nos aporta abundante material para la reflexión y el análisis acerca de lo que sigue para el PRI después de las elecciones. El material da voz a quienes han sido parte fundamental del proceso político priista (Moreno, Paredes, Sauri, Ruiz Massieu, Moreira), tanto de los saldos electorales y sus retos como de las resistencias y las críticas surgidas hacia el interior después del proceso electoral —que piden acciones inmediatas para la refundación del partido (Lerdo de Tejada) o la renuncia de la dirigencia (Ulises Ruiz)—.
Alejandro Moreno, el dirigente nacional del PRI, compara cifras y sostiene que el PRI avanzó de un 16.3 % de votos obtenidos en la elección del 2018 al 17.8 % del 2021. Se manifiesta a favor de la Alianza con PAN y PRD, y no descarta consolidarla en el mediano plazo.
También afirma que en 2021 el PRI pasó de 45 a 71 diputados federales y que al mismo tiempo se ha dado un importante avance numérico en ayuntamientos y diputados locales, a pesar de haber perdido las ocho gubernaturas que el PRI mantenía entre las 15 que se disputaron.
De las reformas necesarias para actualizar al PRI, hacer el diagnóstico de lo que pasó en la elección y recibir propuestas de la militancia, todos coinciden en que será necesario organizar y convocar a una Asamblea Nacional para que se escuche la voz de los militantes y se realicen las reformas necesarias tanto en los estatutos como en el programa de acción y la declaración de principios, para actualizar la vigencia del partido en un contexto muy diferente en lo político y ante un gobierno que hace todo lo posible por borrar a sus adversarios.
Rubén Moreira afirma que los legisladores que coordinará tienen la firme convicción de elaborar una agenda propia y niega cualquier posibilidad de plegarse a las insinuaciones del presidente de la República o que apoyarán la integración con Morena, para lograr la mayoría calificada que por ahora no alcanza ni con sus aliados en la Cámara de Diputados.
Alejandro Moreno afirma que habrá espacios en el CEN del PRI para las fuerzas que reclaman cambios y postulan ideas diferentes o incluso exigen un cambio de dirigencia nacional (o legislan o dirigen, le dicen).
Fernando Lerdo de Tejada—de una corriente interna del PRI—demanda una dirigencia de tiempo completo, un observatorio militante para evaluar a la dirigencia y la celebración de la Asamblea Nacional para refundar al PRI, hace un juicio crítico sobre la asignación de las diputaciones de representación proporcional y manifiesta su temor de que el PRI pudiera ser un satélite de Morena.
Ante esa postura, Moreno niega cualquier posibilidad de alianza con Morena, afirma que fue electo dirigente nacional en 2019 y durará en su encargo hasta el 2023 y que la Asamblea Nacional se convocará mediante una Comisión Organizadora, para celebrarse —dependiendo de la pandemia— quizá a principios del próximo año.
La exdirigente Dulce María Sauri plantea que lo primero por lo que el PRI debe luchar es por su sobrevivencia y, al mismo tiempo, elaborar una agenda propia para mostrarse como una verdadera opción de gobierno. Sauri se pronuncia por renovar al PRI mas que por refundarlo, y esto deberá hacerse con objetividad para recuperar gradualmente la fuerza política perdida como lo hizo después de la elección del 2000, o como cuando quedó por primera vez como tercera fuerza política en la elección de 2006, dice quien fuera la dirigente nacional del PRI cuando fue derrotado Francisco Labastida por Vicente Fox en la elección del 2000, y tuvo que enfrentar las presiones políticas derivadas de la derrota.
Beatriz Paredes establece que no se puede realizar a la ligera una interpretación de lo que sucedió en la elección del 6 de junio porque lo acontecido obedece a razones profundas y a situaciones muy complejas que ameritan una reflexión más seria y con más tiempo. Se pronuncia por mejorar la articulación conceptual de la alianza con otros partidos y diseñar un proyecto de país que señale causas y propósitos.
Demanda mayor diálogo nacional entre las fuerzas políticas y advierte contra la posibilidad de una regresión autoritaria fomentada por el gobierno y su partido.
Moreira establece que lo sucedido en 2021 deberá verse como una consecuencia de lo ocurrido en el 2018. Deberán revisarse las cuentas y los números electorales de lo que sucedió tres años antes en las ocho entidades que perdió el PRI. No es tan fácil sacar conclusiones solo por las cuentas logradas en esas entidades donde ya se venían dando descalabros desde antes del 2018, dice.
Moreno señala que hubo causas regionales, decisiones locales no siempre acertadas, lo que amerita realizar un estudio serio, caso por caso, para no sacar conclusiones precipitadas. Señaló también que dentro del PRI se fraguaron divisiones y campañas internas que no ayudaron a lograr la unidad plena del partido en la elección. Además culpa a a López Obrador de los graves errores de un gobierno que le ha fallado a la población en asuntos sensibles como la salud, la seguridad pública y el manejo de la economía. “ Nunca se había visto eso”, dice
Coinciden en que por primera vez en la época moderna se sintió con una mayor fuerza la presencia de los poderes fácticos en las elecciones a través de asesinatos de candidatos, como el caso de Abel Murrieta, o secuestros en aquellos municipios estratégicos y bajo control de la delincuencia organizada.
También en destacar la actuación del Instituto Nacional Electoral por su eficaz manejo para lograr la estabilidad en el proceso electoral, lo que se opone a los ataques y descalificaciones constantes del Gobierno que buscan debilitar al INE acusándolo de parcial y tratar de impulsar una reforma política —que no apoyarán los opositores— para cambiar su naturaleza o asignarlo a alguna dependencia del Gobierno federal.
Se pronuncian críticamente sobre la consulta para enjuiciar a los ex presidentes de México y la revocación de mandato y ven esos eventos como una estrategia más del gobierno para debilitar adversarios.
Las excelentes entrevistas logradas por René Delgado para el periódico Reforma dan la razón a José María Maravall “Se trata de un debate que, tal vez por fortuna parece no acabarse nunca. Creo que la posibilidad de analizar críticamente es un signo de vitalidad”. “La aceptación sin más de las cosas tal como son, con satisfacción o con resignación, acaba dañando tanto a la democracia como a la izquierda”.
Los debates sobre el presente y futuro de PRI seguirán hasta que se concrete la próxima Asamblea. La actual crisis del PRI y las apuestas sobre su sobrevivencia nos recuerdan; las rupturas de 1988, el asesinato de su candidato presidencial en 1994, la derrota ante el PAN en el 2000 y los terceros lugares de 2006 y 2018. Autocrítica fría, seria y trascendente se hace necesaria en estos momentos. También una política de unidad entre quienes—con vocación política, profesionalismo y lealtad opten por permanecer en el partido y no anden en antesalas buscando chamba en otras opciones, —con la respectiva cuota de humillaciones y renuncias públicas incluidas— que les exigen. Bien por René Delgado y quienes en ésta etapa han expresado su sentir sobre el PRI.
El próximo año habrá elecciones de gobernador en seis entidades (Oaxaca e Hidalgo del PRI) y el PRI habrá de atender para entonces, tanto su problemática interna como la oferta que habrá de presentar a la población ante circunstancias inéditas y una nueva realidad que obliga a replantearlo todo.
Bulmaro Pacheco
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