En medio de lluvias torrenciales, los equipos de rescate hacían lo posible el domingo para encontrar sobrevivientes tras el sismo que sacudió la isla indonesia de Célebes y destruyó miles de casas.
Grúas y palas mecánicas trabajaban en las ruinas de los edificios devastados en Mamuju, la ciudad más afectada por el terremoto de magnitud 6.2 ocurrido la madrugada del viernes.
En total se registraron 81 muertes, según las autoridades. El balance anterior era de 77.
El temblor sembró el pánico entre las poblaciones del oeste de la isla, que ya fue devastada en 2018 por un violento sismo seguido de un tsunami que causó 4 mil 300 muertos.
Desde hace dos días, decenas de cuerpos sin vida son extraídos de entre los escombros de los edificios en Mamuju, la capital provincial, de 110 mil habitantes, donde un hospital y un centro comercial se derrumbaron.
Se hallaron también otras víctimas más al sur, después de que se produjera una fuerte réplica el sábado por la mañana.
“Las lluvias provocan dificultades adicionales porque pueden hacer que algunos edificios dañados se derrumben por completo, y también las réplicas”, dijo Octavianto, un socorrista de 37 años que, como muchos indonesios solo tiene un nombre.
“Todos las personas que encontramos estaban muertas”, dijo Octavianto. “Después de más de 24 horas, es probable que las personas sepultadas estén muertas.”
Las imágenes aéreas de esta ciudad, a orillas del estrecho de Macasar, muestran numerosos edificios en ruinas, entre ellos la sede del gobernador de la provincia de Célebes Occidental.
Miles de personas que perdieron sus casas tuvieron que improvisar cobijos con lonas para poderse refugiar y guarecerse de las lluvias del monzón. Muchos decían que les faltaba comida y mantas.
Inundaciones y erupciones
Aviones y barcos llevaron equipos de emergencia y víveres, y la Marina envió un buque medicalizado para ayudar a los hospitales desbordados por el flujo de heridos.
Entre los que tuvieron que dejar sus casas, también hay personas que no quieren volver a sus viviendas, por miedo a las réplicas o a un tsunami, como en 2018.
“Es mejor refugiarse por si ocurre algo peor”, dijo un habitante de Mamuju, Abdul Wahab, refugiado en una carpa con su esposa y cuatro hijos, entre ellos un bebé. “Esperamos que el gobierno pueda enviarnos rápidamente ayuda, víveres, medicamentos y leche para los niños”.
Las autoridades, preocupadas por un posible aumento de contagios de covid-19 en estos campamentos, anunciaron que iban a intentar crear grupos de personas en función de los riesgos.
“La situación en Indonesia es urgente”, alertó la oenegé Project HOPE. “El COVID-19 complica todavía más la respuesta”.
El epicentro del sismo fue localizado a 36 km al sur de Mamuju, a 18 km de profundidad.
Los deslizamientos de tierra que siguieron al sismo y las fuertes lluvias cortaron el acceso a una de las principales carreteras de la provincia. El aeropuerto también registró daños así como un hotel, y una parte de la ciudad sigue sin electricidad.
Desde el Vaticano, el Papa Francisco expresó su solidaridad por las víctimas y dijo rezar “por los muertos, los heridos y aquellos que han perdido sus hogares y trabajos”.
Este sismo no es la única catástrofe natural que se abate actualmente sobre este archipiélago asiático.
En la parte indonesia de la isla vecina de Borneo, al menos cinco personas fallecieron en las inundaciones, y decenas seguían desaparecidas, según la prensa local.
Otras inundaciones también causaron cinco muertos en Manado, la gran ciudad del extremo norte de Célebes.
Y en la provincia de Java Occidental, al menos 28 personas perdieron la vida tras las fuertes precipitaciones.
En el otro extremo de esta misma isla, el volcán Semeru entró en erupción el sábado por la noche, arrojando una columna de humo y cenizas de 4 mil 500 m de altitud. Por el momento, no se registraron víctimas.
El archipiélago indonesio se encuentra en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona de fuerte actividad sísmica y erupciones volcánicas.
Información tomada de www.informador.com.mx