Columna Desde la Polis
Esta semana, recibí del Dr. Rolando Cordera (coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, UNAM) un documento cuya información es pertinente sea difundida. El programa que él dirige realiza algunos de los trabajos de investigación de economía política más sólidos en México, y propone alternativas de valor.
Las premisas del problema ya las he explicado aquí antes: a pesar de los esfuerzos de sociedad y gobierno, los contagios y fallecimientos continúan; la política económica del GobFed no ponderó la importancia de apoyar directamente a empresas (para conservar empleos) ni a trabajadores desempleados, lo cual ayudaría directamente a mitigar la pandemia permitiéndole a la población el quedarse en casa; aún cuando el año pasado incrementó de manera importante el salario mínimo y la pensión básica para adultos mayores y otros grupos vulnerables, las estrategias económicas del GobFed no han sido modificadas -ante el cambio de circunstancias- y por lo tanto, son hoy incompatibles con las nuevas condiciones y prioridades.
El texto hace hincapié que en la contención de la pandemia, la protección de fuentes de empleo y la reactivación de la economía deben ser abordadas como vías que se complementen, y no como rutas alternativas entre sí. Hoy estamos ante 10-16 millones de personas que no tienen para la canasta básica y que el PIB registró en el segundo trimestre una caída de 18.9% frente al mismo trimestre de 2019 (la mayor desde que se tiene registro). Pero no todo está perdido, aquí lo propuesto:
Adoptar una estrategia de emergencia para lo que resta de 2020 y para 2021
La recuperación económica será lenta y dependerá de cómo se controlen los rebrotes del virus. Por el tamaño del daño al empleo y actividad económica, nuevamente se subraya que los programas sociales actuales son insuficientes. Es tarde, pero debe hacerse inmediatamente: implementar medidas para proteger el empleo y el ingreso de los trabajadores que han quedado desempleados o subocupados, así como crear protecciones para apoyar a quienes se encuentran en la informalidad (pre-pandemia, alrededor del 60% de la población económicamente activa) y que hoy han visto caer sus ingresos. Como quien lee esto podría intuir, este estrato social (la mayoría) es el más vulnerable a caer en situación de pobreza. Por lo tanto, una política económica inteligente sumaría a preservar el mayor número posible de las fuentes de empleo, para que la recuperación tardara lo menos posible.
Es irracional esperar una recuperación con las políticas económicas actuales, pues la pandemia probablemente se prolongue los siguientes meses. La recuperación sostenida no vendrá sólo del consumo privado. Además, aún cuando la informalidad se reactive con relativa velocidad, el nivel de ingreso pre-pandemia no regresará mientras el resto de la economía no se estabilice en sus propios ingresos. La inversión privada se cayó y los efectos del TMEC no se verán hasta el mediano plazo (la economía estadounidense no se recuperará completamente hasta el 2022). Impedir un ciclo donde se estén cayendo el empleo, el ingreso y la producción, es también impedir estacionarnos en una larga depresión.
Parece que la única salida para dinamizar recuperación en el corto plazo es un impulso fiscal. Por esto urge aplicar gasto público -a la altura de la emergencia- por razones de justicia social que enfrente el sufrimiento de millones de mexicanos. Esto significaría aumentar el déficit público para el 2020 y ampliar el espacio fiscal del 2021 con un presupuesto adhoc. La expansión del gasto público debe concentrarse en: 1) robustecer al sector salud; 2) apoyar directamente a los millones de familias que siguen afectadas por los despidos laborales o el recorte de sus remuneraciones; y 3) ayudar a empresas privadas a preservar fuentes de trabajo con apoyos directos, además de créditos. De nuevo, son vías simultáneas no alternativas. Es muy importante replantearnos los paradigmas de nuestro desarrollo, paralelo a la reactivación. Esto debe incluir una serie de reformas para que más allá de la demagogia, se haga lo anteriormente señalado, de manera sustentable e incluyente. Este nuevo recurso debe abordarse como transitorio y sólo para la emergencia.
Iniciar los debates para una reforma que amplíe el espacio fiscal
Para garantizar la solvencia en las necesidades prioritarias del país y para que la deuda se mantenga aceptable, se debe ampliar el espacio fiscal. No hay que sacarle a un debate -público e incluyente- donde una reforma fiscal haga potable un endeudamiento de corto plazo para un crecimiento de mediano plazo. Esta es la posibilidad para que las principales fuerzas políticas y sociales engarcen un gran acuerdo, producto de esta crisis histórica. Una consecuencia inevitable positiva podría ser una regeneración del diálogo entre sociedad y gobierno, incentivando inversión y crecimiento. El objetivo prioritario del presupuesto 2021 debe ser la recuperación social y económica… no ver quién gana elecciones. ¿Se creen estadistas? Entonces, veamos cómo echan a andar todo esto.
El autor es Presidente Fundador de CREAMOS México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org
Relacionadas
- Advertisement -
Aviso
La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.
- Advertisement -
Opinión
- Advertisement -