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martes, noviembre 12, 2024

De las comunidades indígenas

Carla Neudert
Carla Neudert es licenciada en Derecho y maestra en Educación por la UVM; maestra en Administración eficiente de la energía y sus fuentes renovables, por el ITESM, actualmente es estudiante de doctorado en Administración Pública en el ISAP.

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“El derecho de acciones surge cuando la propia Constitución Política,  lo otorga de acuerdo con el Artículo 2do. inciso a, fracción I,V, inciso b, fracción IV. Mejorar las condiciones de las comunidades indígenas es un Derecho, No un favor. Tierra Yaqui Costo $100.”
Hay mucho que podemos comentar y opinar a favor y en contra de las comunidades indígenas, específicamente los que el día de hoy marcan una parte importante de la agenda política y económica de nuestra región, las tribus yaquis.
Frases como:  “se han acostumbrado a vivir del erario, son unos alcohólicos, drogadictos”, “no trabajan pero viven con la mano estirada” “son flojos y sucios”, “son una bola de delincuentes”, incluso alguien dijo, “son una etnia que vergüenza les debería de dar”, son las que escuchamos cada vez que los yaquis levantan la mano.
Estereotipos, prejuicios y etiquetas estigmatizantes, es todo lo que escucho cada vez que hablan de las comunidades indígenas, cuando penosamente tendríamos que admitir que la mayoría desconocemos la historia de nuestros pueblos como sociedad originaria del territorio mexicano.
Conocer nuestra diversidad cultural y lingüística, así como comprender el origen, costumbres, creencias y las diferentes tradiciones de las etnias que se encuentran en donde habitamos, es fundamental para fortalecer nuestra identidad, ensalzar nuestro orgullo patriótico, nuestro amor por México y cada una de nuestras regiones, por lo que debería ser  asignatura obligada, adecuada a cada  contexto regional.

Pero también es necesario para comprender las causas, el motivo de sus acciones, de la imagen que proyectan al exterior, de su aparente desdén o indiferencia, la aversión por todo lo que pueda limitar su libertad, la desconfianza ante los demás y lo que se les presenta como innovación y progreso.
Si nos vamos a los números y estadísticas, según la  “Infografía de población indígena” del Consejo Nacional de Población, 1 de cada 4 personas hablantes de lengua indígena son analfabetas, el 43.9% de la población no asiste a la escuela o tienen primaria trunca, en comparación al 14.6% del resto de la población, casi el 15% de sus viviendas son de tierra, en contraste con el 2.6% del resto.
Uno dato muy relevante, sobre todo en nuestra región, es el agua. Solo el 36.6% de las viviendas  en donde se habla alguna lengua indígena, cuentan con agua dentro de la vivienda, en comparación con el 77.5% del resto de la población.
Tema aparte amerita el trabajo de las personas que integran los pueblos y las comunidades indígenas, en donde la protección a sus derechos humanos fundamentales ha fracasado,  muchos de ellos dedicados al trabajo agrícola, jornaleros en donde participan en ocasiones todos los miembros de una familia, y viven en condiciones muy precarias.
En educación, existe un rezago y abandono, la calidad de las escuelas dentro de las comunidades deja mucho qué desear, los jóvenes que deseen estudiar deben dejar a  sus familias, lo cual representa en muchos casos la pérdida de su lengua y su cultura, así como la oportunidad de aportar para el desarrollo de su comunidad.

Claro que a muchos nos da coraje que cierren carreteras, que cobren o impidan el paso, entre otras cosas, pero para eso tenemos a nuestros representantes, autoridades del gobierno en turno, de todos los niveles, quienes son los verdaderamente responsables  de brindar una solución, tanto a la comunidad yaqui como a los ciudadanos en general que tenemos el derecho al libre tránsito.
Nuestro coraje, exigencia, reclamo o como quieran llamarle, debe enfocarse a aquellos que no han sabido resolver ni el conflicto actual, ni el de antaño.
Hay quien dice que solo son manipulados en aras de golpeteos políticos o consignas mediáticas, cierto o falso, la razón de fondo es legítima, existe una causa, aún cuando no queramos verla, prefiramos cerramos los ojos o voltear a otra parte.
Creo que hay mucho que podemos comprender y aprender de las comunidades indígenas, si conocemos su historia y empatizamos con ellos, muchos nos podrían dar lecciones de cultura, lealtad, valentía, tenacidad y orgullo.
Nuestra Carta Magna reconoce como su derecho entre otras cosas: la composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades a la libre determinación, a conservar y mejorar el hábitat y preservar la integridad de sus tierras, acceder al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares que habitan, entre otros.
Luego entonces, es importante ponerse de ambos lados de la moneda, y dejar de observar de manera simplista o superflua las cosas, en toda acción existe también una causa, con mayor o menor valor, según del lado en donde te encuentres.
Finalmente, “No hay paz si no hay justicia. No hay justicia si no hay equidad. No hay equidad si no hay desarrollo. No hay desarrollo si no hay democracia. No hay democracia si no hay respeto a la identidad y la dignidad de las culturas y los pueblos.” Rigoberta Menchú

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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