Ciudad de México, 14 de febrero (SinEmbargo).- Mujeres protestaron este viernes en la Ciudad de México por el feminicidio de Ingrid Escamilla y por la situación de violencia de género que se vive en México. La concentración comenzó en el “Antimunumenta”, ubicada en Avenida Juárez, enfrente del Palacio de Bellas Artes.
Un grupo de manifestantes incendió dos camionetas del diario La Prensa. pic.twitter.com/LKitWvNiM5
— Ruido en la Red (@RuidoEnLaRed) February 14, 2020
Las manifestantes avanzaron por Juárez hacia Paseo de la Reforma, y luego se dirigieron a la calle de Vacilio Badillo, donde se ubica la redacción del periódico La Prensa, uno de los medios que difundió las fotografías del cuerpo de Ingrid Escamilla luego de ser asesinada. Las manifestantes exigieron una respuesta pública por parte del director del diario.
“Queremos exigir una disculpa pública de los medios de comunicación que le faltaron el respeto a Ingrid y a la familia de Ingrid Escamilla”, expresó una de las protestantes.
Uno permanece frente a las instalaciones de La Prensa en espera de ser recibidas por el director del diario.
El otro, regresó a la antimonumenta.pic.twitter.com/BGTO2Jpo4k
Las mujeres exigen a los medios de comunicación que tengan un uso adecuado de las imágenes.
A pesar de la lluvia, algunas mujeres encapuchadas pintaron y prendieron fuego a unos camiones del periódico por la difusión de fotografías del cuerpo de Ingrid.
Al punto de las 17:00 horas comenzó la marcha desde distintos puntos de la ciudad. Una de ellas salió desde el monumento de “El Caballito”, sobre la Avenida de Reforma, otra más desde la estación del metro La Raza para dirigirse a la Alcaldía Gustavo A. Madero.
Las feministas se han organizado para poner veladoras y flores en nombre de las mujeres asesinadas.
Desde las primeras horas de este viernes, decenas de mujeres se congregaron frente a Palacio Nacional para protestar por el feminicidio de Ingrid mientras se lleva a cabo la conferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador. Como parte de las manifestaciones, un grupo de manifestantes realizaron pintas en las puertas y fachada del inmueble. Pero una vez terminada la protesta se informó que todas las puertas de Palacio Nacional serían cerradas y que “nadie sale hasta nuevo aviso”.
Durante las dos horas que duró la conferencia matutina, el ruido de las protestas llegó hasta el Salón Tesorería. A pesar de que el Presidente salió a felicitar por el “día de la amistad” y de que la protesta no fue el tema para los primeros reporteros a los que el presidente dio la palabra, la exigencia de soluciones se escuchó, aunque solo por unos minutos, ya que luego se consideró que “ya se había hablado del tema”.
Afuera no coincidieron con eso: “mientras nos sigan matando no será nunca suficiente hablar del tema”, dijo una de las manifestantes.
Al terminar la conferencia, cerca de las 9 de la mañana, nadie pudo entrar ni salir de Palacio. El personal militar que resguarda el recinto incluso negó el paso a personal de comunicación social de Presidencia que tienen ahí mismo sus oficinas. Luego de diez minutos habilitaron una salida. Los reporteros pudieron salir poco a poco en grupos de diez.
Afuera, en la puerta de Palacio por la que entran administrativos y la prensa, estaba pintado con aerosol el nombre de Ingrid Escamilla. Ahí las manifestantes se apostaron, rodeadas de policías. Cerca de las 10 de la mañana informaron que armarían una comisión porque personal del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), quería atender sus demandas.
Entraron mujeres casi todas las universidades, de colectivos y la madre de Diana (víctima de feminicidio) Lidia Florencio.
Una hora después, a través de un megáfono dieron sus primeras reacciones: “estamos ante una acto más de simulación por parte del Gobierno”, fueron las palabras que emitió la Comisión de Mujeres cuando salieron de sostener una reunión con la Directora de Comunicación del InMujeres, Leticia Ramírez, que fue la funcionaria que las recibió.
La comitiva explicó que la funcionaria las invitó a pasar a su sala para escucharlas durante más de una hora, sin embargo, al final solo les dijo que ella no tenía absolutamente ninguna atribución, ni facultad para dar respuestas.
Para las feministas, el hecho de ser recibidas por una funcionarias sin facultades, fue un acto “solo para darles atole con el dedo”, y dispersar o calmar los ánimos. El hecho fue considerado como una burla para el movimiento.