La semana pasada comenzó a manejarse en redes sociales la idea de usar el recurso que anualmente se destina a las Fiestas del Pitic para pavimentar las calles de Hermosillo. Debido a la desesperación de la población por caer cotidianamente en baches la propuesta rápidamente cobró popularidad en redes sociales y se convirtió en noticias en los medios de comunicación locales.
A partir de ese momento comenzaron declaraciones de personajes públicos. La alcaldesa aseguró que con el dinero de las fiestas no alcanza ni pavimentar una calle.
En el análisis que hace Eduardo Urbina de Hermosillo Cómo Vamos, se deja en claro que el problema de los baches, así como de las finanzas municipales, es más profundo y por lo anterior concluye que usar el dinero de las fiestas para pavimentar únicamente seria un paliativo que no solucionaría ni parcialmente la gran problemática del municipio en sus vialidades.
Aún con lo anterior, el falso debate en redes sociales no ha dado tregua y el tren del mame siguió su curso. La desesperación por ver que no hay recursos para arreglar las calles en una lógica muy básica, hace creer algunos que pavimentar es una prioridad y que la cultura es un lujo. Nada más equivocado que eso.
Polí Coronel, quien propuso las Fiestas del Pitic en la administración de Pancho Búrquez y en la de María Dolores Del Río, como directora del IMCA, le dio forma a este evento cultural, realizó una declaración en entrevista en Proyecto Puente que retrata de cuerpo completo la situación de este país y de nuestra sociedad que siempre ve a los recursos destinados al sector cultural como un lujo. “Cancelar las Fiestas del Pitic sería hacer un bache a la cultura”.
Totalmente de acuerdo con la ex directora del IMCA que en la metáfora del “bache en la cultura” deja ver una miopía general tanto en las pasadas administraciones como en las actuales, creer que la cultura es solamente entretenimiento y un lujo, sin reconocer su importancia en el desarrollo humano de una sociedad, así como el potencial económico que puede detonar.
Desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia comenzaron una serie de recortes al sector cultural bajo el argumento de que es un lujo, que se debe apoyar a la cultura desde otro enfoque que no sea el neoliberal. Sin embargo, hasta la fecha no se ha visto con claridad cuál y cómo es ese cambio, pero si se ha permitido que se popularice más la idea de que el arte y la cultura son un privilegio fifí.
En el 2018 el sector de cultura, a pesar de los recortes, representó el 3% del Producto Interno Bruto (PIB) de la economía nacional generando 22 veces más riqueza de la que se invirtió.
La industria cultural o creativa es uno de los sectores más redituables de los países con economías más avanzadas. La inversión en la industria creativa incluso está sirviendo para rescatar el tejido social, al igual que la actividad económica de ciudades como Detroit que después de que el sector automotriz la abandonará, no había podido encontrar una manera de ver la luz a sus problemas hasta que comenzó a invertir en arte y cultura.
Ejemplos de cómo la cultura ha ayudado a rescatar ciudades completas se cuentan por montones y en todas las latitudes del globo terráqueo.
Pedir que se quite dinero a la cultura por supuesta austeridad y priorizar el gasto en la desesperación por los baches es un despropósito que más que ayudar a solucionar el problema, es incrementar las condiciones para que la rabia se siga viralizando.
Ahora más que nunca necesitamos ver en la cultura las posibilidades que tiene para el desarrollo humano, social y económico de Hermosillo.
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