La nueva campaña en redes sociales que pide cancelar las Fiestas del Pitic para destinar el recurso a pavimentación es un despropósito mayúsculo. Sin embargo, en el fondo el descontento es legítimo.
Muchos de los automovilistas de esta capital hemos sufrido el mal estado de las calles. En mi caso, he destinado parte del presupuesto familiar para comprar llantas y el mantenimiento de la suspensión. Pero aún con todo eso, jamás aprobaría cancelar el presupuesto cultural para enviarlo a otras áreas del gasto público.
Lo destinado para las Fiestas, aproximadamente 5 millones en 2019, apenas es el 10% de lo que tiene contemplado el Ayuntamiento para destinar en pavimentación, sin contar la solicitud que han hecho a la Federación para la entrega de recursos por más de 200 millones para este rubro. Es decir, ¡no alcanzaría para casi nada!
Y en México ha sido frecuente que ante las dificultades presupuestales, la tijera siempre toque a la cultura. Se cancelan talleres, convocatorias de becas o financiamiento a creadores, antes que reducir presupuesto de los gobiernos a comunicación, gasto corriente o servicios personales.
Pero los ciudadanos también avalamos con la inacción el que la cultura sea ninguneada en los presupuestos. Siempre terminan siendo los creadores los que abogan por recursos justos para el cine, la literatura o las artes plásticas.
En el 2012, se asignó en el presupuesto federal más de 15 mil millones de pesos para la cultura. El descenso ha sido paulatino. En 2018 ya eran 12 mil millones, y aunque en 2020 aumentó a más de 13 mil millones, aún no recuperamos el monto asignado hace ocho años.
Sobra decir que el sector privado aún invierte poco en cultura, a pesar de estímulos fiscales otorgados por la federación y por el Gobierno de Sonora a través del Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes (Eficas). No obstante, fueron empresas las que han paliado las dificultades presupuestales para grandes eventos como las Fiestas o el Faot, no así para la operación diaria cultural.
En esa tesitura, que esta conversación, real o no, de twitteros de carne y hueso o de bots, sirva para pedir más a la autoridad municipal y estatal.
Hay que pedirle megaeventos culturales de calidad como las Fiestas del Pitic o el Faot, pero también aquellos más modestos de fin de semana en plaza pública o en teatros de colonia.
Debemos exigirle que no escatimen en presupuesto para talleres de arte, formación de público infantil, equipamiento de bibliotecas o casas de cultura y que haya espacios dignos y disponibles para que creadores locales tengan proyección.
De paso, también pedimos que las avenidas, bulevares, parques, plazas, banquetas, el Mercado Municipal, campos deportivos, y puentes estén en el mejor estado posible.
Mejor escribamos: Sí quiero Fiestas del Pitic, y sí quiero pavimentación de calidad en todas las calles de Hermosillo. Exijamos lo justo.
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