Las comunidades del centro de Filipinas iniciaron este miércoles la ardua tarea de retirar el lodo y los escombros que dejó el paso del tifón “Kalmaegi”, que ha causado al menos 85 muertos y decenas de desaparecidos, además de severos daños materiales en varias provincias.
En Cebú, uno de los principales destinos turísticos del país y una de las zonas más afectadas, el panorama de devastación se hizo evidente conforme descendieron las aguas: viviendas reducidas a restos, vehículos volcados, calles cubiertas de lodo y comunidades enteras tratando de recuperar lo poco que quedó.
Marlon Enriquez, residente de 58 años, trabajaba entre el barro intentando rescatar pertenencias de su hogar.
“Es la primera vez que nos pasa. Llevo viviendo aquí casi 16 años y es la primera vez que experimento una inundación como esta”, relató mientras limpiaba su vivienda.
En la ciudad vecina de Talisay, la escena era aún más desoladora. Eilene Oken, de 38 años, regresó para encontrar su casa totalmente destruida.
“Trabajamos y ahorramos para esto durante años y, en un instante, todo desapareció”, dijo conmovida. Pese a ello, expresó agradecimiento porque su familia, incluidas sus dos hijas, salió ilesa.
Helicóptero militar se estrella durante labores humanitarias
Entre las víctimas se cuentan seis militares, cuyo helicóptero se estrelló en Agusan del Sur, en la isla de Mindanao, mientras participaban en una misión humanitaria. La agencia nacional de gestión de desastres también reportó 75 desaparecidos y 17 heridos.
Golpe tras golpe
La tragedia por “Kalmaegi” llega poco más de un mes después de que un terremoto de magnitud 6.9 sacudiera el norte de Cebú, dejando decenas de muertos y miles de personas desplazadas, situación que ya mantenía a la región bajo presión humanitaria.
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Las autoridades continúan las labores de búsqueda y rescate, mientras las comunidades afectadas intentan recuperarse de un desastre que ha dejado pérdidas humanas irreparables y un enorme reto para la reconstrucción.



