Hay un libro del que hace tiempo he querido hablar. Recrear el impacto que me provocó su lectura. Desentrañar las habilidades del autor que es Óscar Alarcón, al momento de conversar.
Lo que resta es silencio es un epítome de entrevistas publicado por la Dirección General de Publicaciones de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y que contiene conversaciones con Joaquín Hurtado, Odette Alonso y Frida Cartas.
Un libro, lo advierte su autor, que se encamina a la recolección de las voces de escritores/as de la disidencia. Voces a contracorriente, por su manera de desentrañar y desarrollar la vida, la capacidad es un tanque de oxígeno donde las ideas y miradas son las puertas abiertas hacia la libertad de ser. Todas las posibilidades.
La primera vez lo leí en archivo PDF, sin parar en la emoción, porque las historias proponen el primer capítulo biográfico de cada uno de l@s entrevistad@s, aparte de la admiración por la valentía, la autenticidad, la estaca de la información que desdoblan se encajó en el pecho y fue tanta la impresión que me dije: un día seré como ellos, también diré lo que soy, abiertamente, también diré lo que para mí es la literatura, con sus etiquetas y matices.
En el curso de la lectura miré a Óscar Alarcón en su envestidura de reportero-investigador, con sus apuntes en una libreta, luego de esas noches de desvelo leyendo a profundidad sobre la obra y actividades de sus fuentes. La responsabilidad infinita cuando el oficio es pasión. Miré también la casa del reportero-periodista-escritor-editor, con un librero a punto de revenar, la selección de las mejores obras, hasta ganas me dan de un café en su biblioteca. Y jugar a ser yo en él. Conversar. Todas las preguntas para guardar todas respuestas como herramientas en el ejercicio del periodismo y la escritura.
El aprendizaje plausible-agradecible. Porque con las fórmulas del entrevistador, los resultados son los atisbos o apuntes de una novela personal de cada uno de los protagonistas de Lo que resta es silencio, el título en atino por excelencia. Porque después de esta lectura también yo apagué las luces y me dispuse a seguir soñando.
Pocas son las oportunidades de leer conversaciones que se convierten en la narrativa de mundos tan diversos y tan afines. La lupa con la que el investigador elige los perfiles, es la panóptica del atino: tres escritoras/es que conforman el entramado de la pasión definitiva por vivir, y escribir. La libertad inherente cuando lo único que se posee como bandera es la palabra, y ese corazón que inevitable late que late.
Odette Alonso, Frida Cartas, Joaquín Hurtado: ¿De dónde tanto y cómo es que hacen para ser todo lo que son?