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sábado, noviembre 23, 2024

Los facilitadores: la codependencia de la familia

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Por Pepe Suárez

En la sociedad actual, la adicción y el abuso del alcohol producen efectos de gran alcance. Sin embargo, pocas personas sienten el dolor de la adicción, de la manera en que esta afecta a “la sociedad”. La mayoría de los hombres y mujeres sienten el dolor, y lo sienten de manera lastimosa y profunda, únicamente cuando golpea a sus propias familias y amigos. En las familias en las que uno de los miembros, ya sea el padre, la madre o uno de los hijos, es adicto, existen de inicio tres problemas principales.

El primero de ellos consiste en identificar correctamente el problema como adicción; esto se debe a que la adicción es la gran maestra del disfraz. Es tan efectiva en ocultarse que muchas personas no la reconocen, aunque viven con él todos los días en la familia. Aun así, una vez que se descubre, el segundo problema es ¿qué pueden hacer los miembros de la familia para ayudar realmente? El tercer problema consiste en ver cómo han sido afectados los miembros de la familia y qué ayuda necesitan ellos mismos.

El propósito de este artículo es ayudar a aquellas personas que tienen una relación cercana con un adicto a que atiendan estos problemas proporcionándoles puntos importantes sobre el proceso de la adicción en las familias. Este es el primer punto: existe una manera sutil y específica en la que la adicción puede involucrar a una persona no alcohólica. Para que un adicto pueda continuar bebiendo, las personas que no toman deben permitir (es decir, facilitar) de manera inadvertida el que el adicto beba. Para las familias, esto es tristemente irónico. El segundo punto es el siguiente: aquellas personas cercanas a un adicto tienen tendencia a desarrollar una conducta y/o problemas emocionales propios a medida que intentan realizar ajustes ante la enfermedad progresiva de la adicción de quien la padece.

Hablamos principalmente de alcoholismo y drogadicción. Sin embargo, lo que aquí se presenta aplica básicamente a toda sustancia química que altera el estado de ánimo: alcohol, cocaína, mariguana, heroína, drogas estimulantes (“uppers”), drogas depresivas (“downers”) o lo que sea. Debemos evitar la impresión de que las adicciones y el alcoholismo son propios del género masculino y nomas ellos pueden ser alcohólicos o adictos. Sin embargo, tenga presente la situación real de que muchas mujeres son dependientes de las sustancias químicas. Por ejemplo, en los Estados Unidos aproximadamente un 40% de las personas alcohólicas son mujeres. Pueden llegar a quedar atrapadas en el sistema de la adicción que se les hace casi imposible soltar el círculo vicioso sin ayuda externa.

Aquellas personas más cercanas a un adicto, más preocupadas por la persona y albergando la mayor esperanza de que ésta deje de consumir, a menudo y sin darse cuenta, caen en el patrón de consumo drogas progresivo del adicto. Con sus acciones, el adicto puede consumir más cómodamente, dando lugar a que tanto miembros de la familia como amigos sean arrastrados y se vean afectados por el mismo problema que deseaban evitar. Con esto, se crea un proceso redundante que puede ganar impulso propio y hace difícil detenerlo.

CONDUCTA ADICTIVA

A sabiendas, nadie fomenta en otro miembro de la familia el uso continuo del alcohol o la dependencia a cualquier otra droga. El propiciar esta conducta generalmente se presenta porque las personas piensan que están haciendo lo correcto para ayudar al adicto o para remediar la situación. En ocasiones esto puede ocurrir en contra del buen juicio de la persona misma; siempre ocurre sin que la persona que lo fomenta se dé cuenta plena de lo que sucede. Al comprender lo que significa el facilitar este comportamiento y qué hacer al respecto, los miembros de la familia deben darse cuenta de que la adicción es una enfermedad.

No se trata de algo que un adicto elija plena y libremente. Los adictos, y las personas alrededor de éstos, no pueden predecir con certeza si dejarán de consumir, o cuándo lo harán, una vez que empiezan a hacerlo. Debido a que no se pueden controlar ni predecir los horarios ni la cantidad de alcohol o droga ingerida, es probable que el adicto se vea a sí mismo, de manera inesperada y constantemente, en situaciones y conductas destructivas e incómodas como las siguientes:

  • Faltar a compromisos familiares, pequeños y grandes por igual;
  • Gastar más dinero de lo planeado;
  • Manejar en estado de ebriedad, y recibir la multa correspondiente;
  • Hacer comentarios inapropiados a sus amigos, familiares y compañeros de trabajo;
  • Discutir, pelear y llevar a cabo otras conductas antisociales.

Es probable que el adicto no hiciera ninguna de estas cosas ni aprobaría que alguien más las hiciera, a menos que estuviera consumiendo. De hecho, este tipo de comportamientos violentan la conciencia del adicto y le provocan sentimientos de culpa, remordimiento y auto-odio.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver el facilitar la conducta con todo esto? A menudo, el facilitar algo significa ayudar o apoyar algo o a alguien. Sin embargo, en la familia del adicto, lo que se está facilitando (apoyando) es la adicción, la droga en sí, en lugar de a la persona que consume.

¿Quién es un facilitador? Un facilitador es una persona que reacciona ante un adicto de tal manera que evita que éste experimente el impacto total de las consecuencias dañinas de la adicción. El facilitador ayuda al adicto a engañarse de que el consumir no constituye el problema. Como ejemplo: la esposa o el esposo llama al trabajo del adicto para explicar que la persona “tiene gripa”, cuando en realidad el problema es que amaneció con una cruda.

Cuando los facilitadores empiezan a encubrir a un adicto, éste no se da cuenta de los efectos del alcohol y por ende no encuentra una razón para cambiar. Además, el adicto se pierde de la oportunidad de obtener lo que más necesita: el conocimiento significativo de que la adicción es el problema. Sin este conocimiento, el adicto permanecerá como una víctima de la droga.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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