En apenas diez días, las candidatas y el candidato a la Presidencia han empezado a marcar sus distintos estilos de campaña.
Jorge Álvarez Máynez luce cómodo visitando universidades; realiza una actividad pública al día, y privilegia el uso de redes sociales -donde puede controlar su mensaje- sobre las conferencias de prensa o los actos multitudinarios de campaña. Tiene un duro desafío: que lo conozca el electorado, antes de intentar meterse en una campaña polarizada.
Xóchitl Gálvez se ha asumido como la retadora que no tiene nada que perder. Su condición de opositora le permite criticar con manga ancha todo lo que ha pasado en este sexenio, y luce cómoda encarando a Claudia Sheinbaum y al presidente Andrés Manuel López Obrador. “Voy contra dos personas”, dijo el sábado desde Monterrey, Nuevo León.
Ni siquiera por estar en el estado gobernado por el gobernador de Movimiento Ciudadano que impulsó la candidatura de Jorge Álvarez Máynez, la candidata se detuvo en él. Xóchitl tiene claro que su campaña es contra el lopezobradorismo; tiene sólo 80 días para acabar con la narrativa de la inevitabilidad del triunfo de Morena, y no perderá tiempo con el joven Máynez.
Dentro de 28 días será el primer debate presidencial, y en el cuartel de Gálvez esperan que ése sea un punto de quiebre. Y para ello necesitan que el contraste sea sólo con Claudia Sheinbaum, para delinear una elección de sólo dos opciones: la continuidad o el fin de la “cuarta transformación”.
Los estrategas de la coalición Fuerza y Corazón por México han escogido la palabra miedo como idea fuerza de sus mensajes. Su lema de campaña -“por un México sin miedo”- lleva implícita la crítica a la situación de inseguridad que prevalece en el país y apela a un deseo colectivo de paz.
“Sin miedo” es, también, el llamado que ha hecho Xóchitl Gálvez al electorado y a sectores que podrían temerle a un escenario en el que la panista gane los comicios del 2 de junio.
La estrategia de la puntera
Mientras tanto, Claudia Sheinbaum se mantiene fiel a la estrategia que parece haber trazado con meses de anticipación. Hace hasta tres mítines diarios, y luce empeñada en acumular kilómetros de carretera y manos estrechadas al terminar sus actos multitudinarios, en los que Morena está invirtiendo enormes recursos en movilizaciones, plazas y estadios llenos. Al estilo de López Obrador en sus campañas, Claudia Sheinbaum se propuso recorrer los 300 distritos del país, y ya lleva más de 30.
Después de su arranque nacional en el Zócalo capitalino, el pasado 1º de marzo, la candidata de Morena-PVEM-PT ha encabezado 24 actos de campaña en nueve estados: Chihuahua, Jalisco, Hidalgo, Guanajuato, San Luis Potosí, Querétaro, Estado de México, Michoacán y Puebla; cuatro gobernados por la oposición y cinco de Morena y aliados.
Es la puntera en las encuestas, pero no se ve confiada en ello y, de hecho, tiene más mítines y municipios visitados que sus rivales.
Sus redes sociales se nutren constantemente, principalmente con el vasto material generado en sus recorridos, pero su mensaje luce opacado por la fuerza de su principal impulsor, el presidente de la República, quien se mantiene en el ring como si él fuera el candidato.
Más allá de las violaciones flagrantes a la Constitución y las leyes electorales -lo que pone en riesgo la calificación de la elección-, la intervención permanente del presidente ha impedido que la candidata brille y sea la principal protagonista de la campaña.
En ese contexto, una pregunta comienza a rondar la campaña de Sheinbaum, sobre todo después de que no asistió al foro de Citibanamex, el pasado jueves: ¿además de los mítines organizados por su partido, se presentará en foros no controlados?
¿Irá, por ejemplo, a la Universidad Iberoamericana? Donde ya la esperan y donde Máynez ya confirmó que estará el 19 de marzo y Xóchitl el 8 de abril. ¿Irá al ITAM, donde Máynez ya estuvo, y dónde ya está confirmada la presencia de Xóchitl?
Asistir a universidades no es una obligación de las candidatas, y por la naturaleza libre y audaz de la comunidad estudiantil, son actos que conllevan riesgos.
Sheinbaum comienza a enfrentar el dilema de quien encabeza las encuestas: arriesgarse en espacios no controlados, o mantenerse en su zona de confort. Ambas opciones tienen sus costos, pero quizás sería peor para la candidata alimentar la crítica -que ya se le está haciendo- por no atreverse a encarar a quienes no militan en su causa.
De cualquier forma, la candidata deberá salir a defender su proyecto al menos en los tres debates obligatorios establecidos por el Instituto Nacional Electoral, el 7 de abril y 28 de abril y el 19 de mayo.
En su calidad de candidata del partido gobernante, deberá defender la obra de este sexenio y en su calidad de lopezobradorista, encarar las muchas críticas que se harán al presidente en esos debates.
Postdata: en las elecciones de 2012, el candidato puntero era el priista Enrique Peña Nieto, quien iba en caballo de hacienda rumbo a los comicios. Su equipo hizo de la visita a la Ibero un enredo de confirmaciones y cancelaciones, hasta que se fijó como fecha el viernes 11 de mayo.
La expectativa había crecido tanto, que al PRI le pareció buena idea llenar el auditorio con gente de la campaña, y dejar a un montón de estudiantes fuera del mismo. Después, cuando al candidato se le cuestionó y se le abucheó, la campaña movió sus hilos para tratar de maquillar la visita y descalificar a los estudiantes llamándolos infiltrados y provocadores.
Todas esas pifias dieron origen al movimiento #YoSoy132, que no impidió el triunfo de Peña Nieto, pero sí movió los números de una elección que parecía resuelta.