La ocupación por parte de integrantes de la Marina de las instalaciones en Coatzacoalcos de FerroSur, empresa filial de Grupo México, ratificó el talante del gobierno federal y demostró, nuevamente, la vocación por no dejar lugar a dudas respecto a sus intenciones.
Este suceso tiene muchas interpretaciones y parafraseando a Cosio Villegas ha evidenciado el “estilo personal de gobernar” del presidente, el cual puede sintetizarse en tres aspectos fundamentales.
En primera instancia, la recitada y contradictoria expresión de la separación del poder político y económico. En segundo lugar, la creciente militarización del país y en finalmente, la ausencia de respeto a la Constitución así como a las leyes que de ella emanan, con el encendido amago y amenaza en contra de las instituciones dedicadas a la interpretación constitucional y la impartición de justicia.
Con relación al primer aspecto, es importante subrayar que si bien en un sentido superficial el gobierno se autodenomina como un abanderado de la separación entre el poder político y el poder económico, lo cierto es que hay interlocución constante con algunos segmentos del sector empresarial a través del Consejo Asesor Económico y el jefe del ejecutivo como lo son Carlos Slim, Presidente del Grupo Carso, Bernardo Gómez, copresidente ejecutivo de Televisa; Carlos Hank González, presidente del Consejo de Administración de Banorte; Daniel Chávez, fundador de Grupo Vidanta; Miguel Rincón, director de Bio Pappel; y Alejandro Bailleres Gual, de Grupo Bal, entre otros.
En contraparte, también de lado de las fobias presidenciales podemos encontrar casos como el de German Larrea, presidente del Grupo México, y Ricardo Salinas, presidente del Grupo Salinas, que junto con algunos otros empresarios han padecido una serie de andadas tales como las respectivas cancelaciones del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y de la planta de la Empresa Constellation Brand, o el citado evento de la semana pasada en Coatzacoalcos.
Más allá de estos indicios acerca de la manera de gobernar, en términos prácticos la acción cometida por el gobierno tiene como consecuencia un efecto contrario a lo que se buscaba con ella inicialmente.
Esto es así porque aunque lo que se pretende es llevar a cabo el proyecto ideado desde tiempos de Don Porfirio Díaz de construir un tren interoceánico con la capacidad de atravesar el marginado y muchas veces olvidado territorio que va desde Salina Cruz, Oaxaca hasta Coatzacoalcos, Veracruz, para atender simultáneamente a los mercados de Estados Unidos y del Pácifico, en última instancia este objetivo se ve mermado por el amago a la inversión privada que recibe la presencia del gobierno en este evento como una emblema de falta de certeza e incertidumbre, contrario a lo requerido para invertir en una iniciativa de semejante envergadura.
Más específicamente, se trata de una decisión que como cualquier expropiación, retiro de concesiones o bien ocupación temporal, ha terminado por mandar una señal negativa a los inversionistas que irremediablemente tendrían que dar pie a la construcción de parques industriales, el desarrollo de proyectos de inversión, la atracción de empresas manufactureras, el desarrollo de proveedores de servicios y la generación de fabricantes de bienes en la región.
No olvidemos que en todos los mercados internacionales y en la estructura de las cadenas de producción en general, lo principal es la certidumbre para ofrecer viabilidad a proyectos de inversión, los cuales pueden tener periodos de vida útil que van desde los 15 a los 50 años o más.
En lo referente al segundo aspecto previamente marcado, podemos reconocer sin mayor dificultad que esta determinación resulta peligrosamente coherente con la creciente militarización de las actividades civiles, empresariales y ciudadanas.
Pues con ella ya no solo se estaría vinculando al Ejército con el mando de la Guardia Nacional, construyendo el Tren Maya, operando el AIFA, administrando el espacio aéreo mexicano, controlando y supervisando las aduanas y los puertos, sino que ahora también se le estará asignando a la Marina la administración y construcción del proyecto del Ferrocarril Transísmico.
Asimismo, profundizando en el tercer aspecto podemos subrayar que esta acción se da en el contexto de manifestaciones agresivas en contra de la Suprema Corte de Justicia y de sus ministros, manifestaciones lideradas por personajes afines a la cuarta transformación, como es el caso del Gobernador Cuitlahuac García y del presidente del Senado, Alejandro Armenta.
Pese a todo, hay que reconocer que el Ferrocarril del Itsmo de Tehuantepec constituye un proyecto largamente acariciado por los habitantes de la región, pues de realizarse correctamente podría convertirse en una importante palanca para el desarrollo de la región. Sin embargo, no puede ignorarse que el proyecto en cuestión requerirá de infraestructura, conectividad y seguridad, más allá de lo meramente físico y patrimonial.
Signo de los tiempos, independientemente de la expropiación o retiro de concesión del segmento de Coatzacoalcos, la señal que recibe el mundo de parte de un gobierno federal que como mencionabamos, se esfuerza por mantener una relación muy contenciosa con la iniciativa privada, por potenciar el proceso de militarización del país y por desmantelar instituciones de gran pertinencia democrática.
Twitter: @gomezreyna